La pista gaditana del ¡®Salvator Mundi¡¯
Las obras maestras coleccionadas por el comerciante Sebasti¨¢n Mart¨ªnez en el siglo XVIII se reparten por museos y galer¨ªas de todo el mundo. Entre las 735 piezas figuraban ¡®tizianos¡¯, ¡®goyas¡¯, ¡®vel¨¢zquez¡¯ y, tal vez, el cuadro m¨¢s caro de la historia
En C¨¢diz hab¨ªa un palacio en el que, de pared a pared, una vieja murillesca interpelaba a una relajada Diana de Tiziano. En el que Santa Rufina de Vel¨¢zquez se encontraba cara a cara con obras de Ribera, Rubens, Zurbar¨¢n o Mengs. La calidad de lo expuesto en la casa del cargador de Indias Sebasti¨¢n Mart¨ªnez (Treguajantes, La Rioja, 1747-Murcia, 1800) admir¨® al mism¨ªsimo Francisco de Goya, hu¨¦sped del rico comerciante y autor de varios cuadros que acabaron en sus salones. Entre las 735 obras que el ilustrado lleg¨® a poseer y que, tras su muerte, se dispersaron por todo el mundo podr¨ªa figurar incluso el Salvator Mundi, el cuadro m¨¢s caro de la historia (subastado por 450 millones de d¨®lares en 2017 -380 millones de euros-), atribuido a Leonardo da Vinci o a su taller, seg¨²n los indicios de la profesora de Historia Moderna de la Universidad de C¨¢diz, Guadalupe Carrasco, que ha investigado la colecci¨®n del empresario.
Uno de esos rastros procede de las palabras del historiador y experto en arte Antonio Ponz en su Viage de Espa?a, publicado entre 1772 y 1794. Tanto ¨¦l como Nicol¨¢s de la Cruz y Bahamonde, conde de Maule, tambi¨¦n coleccionista, hablan ¡ªen su caso, en Viage de Espa?a, Francia e Italia¡ª de centenares de pinturas, relieves, esculturas, estampas y libros existentes en la casa de Mart¨ªnez, entre los que se encuentra ¡°un Salvador¡± de Leonardo da Vinci. ¡°Representa de medio cuerpo al Salvador del mundo, cuya cabeza es de un car¨¢cter maravilloso. Se representa con un globo en la mano izquierda y dando la bendici¨®n con la derecha¡±, abunda Ponz.
En la partici¨®n testamentaria de Mart¨ªnez, realizada en C¨¢diz en 1802 a favor de sus hijas, Josefa y Catalina, se habla de un ¡°Salvador de media figura del tama?o natural valorado en 1.500 reales¡±, seg¨²n el documento conservado en el Archivo Provincial. Aunque en esa descripci¨®n no se mencione al autor, Carrasco cree que la palabra del historiador Ponz, como especialista en arte que ha hecho posible otros cotejos, y el criterio de Mart¨ªnez como coleccionista dan suficiente ¡°credibilidad¡± a la sospecha. ¡°Habitualmente, en el mundo del arte se dice que el Salvator Mundi desapareci¨® a finales del siglo XVII y apareci¨® un siglo despu¨¦s. Pero puede que estuviese en C¨¢diz¡±, se?ala la historiadora.
Otros investigadores, como Jos¨¦ Juan Ruiz, por el contrario, muestran cautela. Economista y presidente del Real Instituto Elcano, lleva d¨¦cadas investigando la colecci¨®n de Mart¨ªnez junto a Lesley Crewdson, obsesionado por demostrar el recorrido de las 735 obras que aparec¨ªan en el testamento. ¡°La idea es poder trazar d¨®nde y c¨®mo est¨¢n, pero la descripci¨®n de la partici¨®n no hace atribuciones¡±, explica Ruiz. Y con el leonardo la duda es doble porque, si la obra que hoy posee supuestamente el pr¨ªncipe heredero saud¨ª Mohamed Bin Salm¨¢n fue la misma que colgaba de una pared de la casa de Mart¨ªnez, ni siquiera est¨¢ claro que realmente pertenezca a Leonardo. Un reciente documental del periodista franc¨¦s Antonie Vitkine sosten¨ªa, a partir de fuentes oficiales, que se hab¨ªa descartado la autor¨ªa tras varias investigaciones en el Louvre.
Mart¨ªnez no fue el ¨²nico comerciante con Am¨¦rica asentado en C¨¢diz que invirti¨® su fortuna ¡ªen su caso, conseguida con la venta de tejidos y vinos de Jerez¡ª en arte, aunque fue un caso notable. En la ciudad, en los siglos XVII y XVIII, el arte serv¨ªa como inversi¨®n y para labrar la apariencia de hombre acaudalado y poderoso, ¡°capaz de captar negocios¡±, como apunta Carrasco. El comerciante, liberal, que acabar¨ªa siendo tesorero real, no dud¨® en litigar con la Inquisici¨®n cuando esta le investig¨® por poseer cuadros de dudosa moralidad. Al igual que muchos de sus coet¨¢neos, la fortuna no le sobrevivi¨® demasiado.
Varios ¡®goyas¡¯
Tras su muerte, comenz¨® la di¨¢spora de su colecci¨®n. Su retrato, pintado por Goya en 1792, un a?o antes de que el artista se alojase en su casa, forma parte de la colecci¨®n del Metropolitan de Nueva York. El museo lo adquiri¨® en 1905, tras pasar por las manos de sus hijas y la colecci¨®n Salcedo de Madrid, detalla la instituci¨®n en su ficha. El cargador de Indias ten¨ªa, al menos, tres goyas m¨¢s: Mujeres conversando, Mujer adormecida y El Sue?o, hoy en el Wadsworth Atheneum Museum of Art, (Hartford, EE UU), la colecci¨®n privada Mac-Crohon (Madrid) y la National Gallery de Irlanda, (Dubl¨ªn).
Hay otras obras con periplos m¨¢s azarosos. Ponz dijo que contempl¨® un cuadro de una ¡°vieja comiendo sopas¡± de Murillo. El mismo que, en 1928, se cit¨® como la ¡°vieja de Triana¡± en la colecci¨®n de Fernando Casado de Torres, marido de una de las hijas del comerciante Mart¨ªnez. En El joven Murillo, el catedr¨¢tico de Historia del Arte de la Universidad de Alcal¨¢ Benito Navarrete vincula estos indicios con la murillesca Vieja gitana con ni?o, en el Wallraf-Richartz Museum de Colonia. La doctora Anja K. Sevcik, responsable de su departamento de Pintura Barroca, confirma que Mart¨ªnez compr¨® el cuadro en 1776. Estuvo en su familia hasta 1844, cuando pas¨® a otras manos hasta llegar al museo en 1936.
Maule y Ponz coincid¨ªan en las alabanzas a una Diana tras ¡°un ba?o¡± de Tiziano, de destino hoy desconocido. Tampoco se sabe qu¨¦ fue de un paisaje con loro de Paul de Vos o de los tres bodegones y el retrato ecuestre de un Austria, de Diego Vel¨¢zquez. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que una Santa Rufina del artista sevillano fue de Mart¨ªnez. Compr¨® la pintura religiosa ¡ªuna de las 128 de esta tem¨¢tica de su herencia¡ª a la Casa de Alba, la leg¨® a su hija Catalina y de ah¨ª pas¨® a la colecci¨®n de su yerno. La obra sigui¨® su camino por subastas de Nueva York, Buenos Aires y Brasil hasta que, en 2007, la Fundaci¨®n Focus Abengoa la adquiri¨® por 12,4 millones de euros para exponerla en Sevilla.
¡°La colecci¨®n de Sebasti¨¢n le sobrevivi¨® y viaj¨® en el tiempo¡±, valora el investigador Ruiz, que ha conseguido trazar lotes completos de cuadros heredados o comprados a lo largo de casi un siglo y medio. Incluso un retrato del propio Mart¨ªnez, pintado por Joaqu¨ªn de Inza a finales del XVIII, que estuvo desaparecido, reapareci¨® en 2004 en Sotheby¡¯s y se vendi¨® por 6.000 d¨®lares (casi 5.000 euros): un ejemplo de c¨®mo la enorme colecci¨®n del rico comerciante sigue en danza por el mundo. ¡°El declive de esta familia es el declive de un pa¨ªs. A cambio, gracias a las colecciones dispersas de gente como ¨¦l, Espa?a es reconocida como una de las grandes potencias art¨ªsticas. Nos conocen porque los zurbaranes y riberas salieron. Perdimos patrimonio, pero ganamos reputaci¨®n internacional¡±, reflexiona Ruiz.
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