Muere el artista Juli?o Sarmento, la intimidad del deseo
Creador portugu¨¦s de gran proyecci¨®n internacional, su trabajo multidisciplinar se centr¨® en el estudio del cuerpo y sus expresiones. Ha fallecido a los 72 a?os
En la Bienal de Venecia de 2001 se present¨® una colaboraci¨®n entre el cineasta Atom Egoyan y el artista portugu¨¦s Juli?o Sarmento, que ha fallecido hoy en Lisboa con 72 a?os. Close, as¨ª se llamaba la obra, arrancaba el espacio a los espectadores y los sumerg¨ªa en una especie de sue?o hipn¨®tico. Se trataba de una pel¨ªcula proyectada sobre una pantalla que hab¨ªa que mirar a muy poca distancia, la que permit¨ªa el pasillo estrecho, apenas para poco m¨¢s que un cuerpo. Lo que se cre¨ªa descubrir en la imagen era la parte ...
En la Bienal de Venecia de 2001 se present¨® una colaboraci¨®n entre el cineasta Atom Egoyan y el artista portugu¨¦s Juli?o Sarmento, que ha fallecido hoy en Lisboa con 72 a?os. Close, as¨ª se llamaba la obra, arrancaba el espacio a los espectadores y los sumerg¨ªa en una especie de sue?o hipn¨®tico. Se trataba de una pel¨ªcula proyectada sobre una pantalla que hab¨ªa que mirar a muy poca distancia, la que permit¨ªa el pasillo estrecho, apenas para poco m¨¢s que un cuerpo. Lo que se cre¨ªa descubrir en la imagen era la parte de un cuerpo amplificado hasta el paroxismo frente a la mirada impotente. Ese cuerpo se hac¨ªa inabarcable y el espectador se perd¨ªa en este oc¨¦ano. Despu¨¦s, afinando un poco la imaginaci¨®n, empezaba a adivinarse un pie enorme, con algo monstruoso y grotesco. Imposible de distinguir a tan breve distancia, se dilu¨ªa en su propio tama?o. Al fondo, un extra?o sonido acentuaba la atm¨®sfera de enso?aci¨®n, una conversaci¨®n suave de enorme intimidad, y se vislumbraba de pronto cierto acto cotidiano que aparec¨ªa por arte de magia: alguien estaba cortando las u?as del pie, o eso se cre¨ªa imaginar. Aunque lo curioso era c¨®mo esa intimidad exist¨ªa solo porque nosotros est¨¢bamos ah¨ª para desvelarla, para hacerla deseo.
Tal vez ninguna de las numerosas obras de la producci¨®n de Sarmento, sin duda uno de los artistas portugueses con mayor visibilidad internacional, ha reflejado de manera m¨¢s precisa algunas de las caracter¨ªsticas esenciales en su producci¨®n: el deseo y la cotidianidad. O, para ser m¨¢s precisos, lo cotidiano de ese deseo que a cada paso se escabulle, se escapa. Se nos escapa. De hecho, Sarmento ha sabido contar el deseo como pocos; no en vano era lector de Bataille, de Sade, de Joyce y, en especial, de Pessoa. Ha sabido dejar las narraciones abiertas y, por lo tanto, a los espectadores c¨®mplices en vilo. Esa pericia ins¨®lita le ha permitido hacer abstracto dicho deseo en las que son, tal vez, sus mejores obras, aquellas que dejan a un lado las representaciones expl¨ªcitas ¡ªque a veces aparecen tambi¨¦n en su producci¨®n¡ª y nos obligan a adivinar; las que proponen un universo sin cerrar, en tr¨¢nsito como el de Close.
Cuerpos desmaterializados
La carrera del artista, que ha fallecido a causa de un c¨¢ncer, empieza en el Portugal de la d¨¦cada de los setenta, un momento en el que, igual que ocurre en Espa?a, el pa¨ªs se preparaba para entrar en la modernidad a trav¨¦s de cierto cambio conceptual que en Sarmento se traduce en un extraordinario trabajo. Pel¨ªculas, montajes fotogr¨¢ficos, pinturas, collages a partir de elementos impensados¡ constituyen el universo de este artista. Casi 30 a?os m¨¢s tarde hablaba de su obra como un cont¨ªnuum, tiempo extendido a trav¨¦s del cual y a pesar de los cambios de los medios usados, Sarmento regresaba una y otra vez a la citada idea del deseo quiz¨¢s porque, como explic¨® Lacan, el deseo es aquello que jam¨¢s puede acabar de nombrarse y por eso nos hace regresar al mismo lugar de imposibilidades una y otra vez.
Quiz¨¢s por este motivo deja muy pronto sus coqueteos pop y en los a?os ochenta regresa, como tantos artistas de su generaci¨®n, a una pintura que, a partir de entonces, se transformar¨¢, se volver¨¢ dibujo, convivir¨¢ con otros medios, pero ser¨¢ otra de sus se?as reiteradas de identidad. Este regreso culminar¨¢ con una de sus series m¨¢s conocidas y m¨¢s contundentes, las Pinturas blancas, de finales de la d¨¦cada de los ochenta, donde, preludiando de alguna manera Close, los cuerpos se desmaterializan, se hacen sobrios, se hacen fragmento, se travisten de lo que no se puede acabar de contar. En pocas palabras, se hacen abiertamente deseo. En 1997 representaba a Portugal en la Bienal de Venecia, si bien su consagraci¨®n internacional hab¨ªa tenido lugar mucho antes. Lo probar¨ªan sus numerosas exposiciones en Madrid, entre otros espacios, en el Museo Reina Sof¨ªa y la Casa Encendida.