El d¨ªa en el que madrugaron los m¨²sicos de jazz
Los intr¨ªngulis de ¡®A Great Day in Harlem¡¯, la m¨¢s celebrada foto coral en la historia del jazz de Art Kane
Es conocida como A Great Day in Harlem o, sencillamente, Harlem 1958, y se trata de la m¨¢s celebrada foto coral en la historia del jazz. Se convirti¨® en prototipo: ha sido recreada con escritores, raperos, actores y, claro, jazzmen de diferentes latitudes.
Tuvo mucho de milagro. Su autor, Art Kane, era un director de arte sin experiencia como fot¨®grafo. Su anzuelo consist¨ªa en que la revista Esquire planeaba un n¨²mero especial dedicado al jazz y a los m¨²sicos les vendr¨ªa bien aparecer. Pero, en vez de juntarlos en un estudio, como har¨ªa cualquier profesional sensato, Kane les convoc¨® en el n? 17 de la calle 126, en Harlem (luego, hubo una sesi¨®n m¨¢s breve en el n? 52). La cita: el 12 de agosto de 1958. Mala ¨¦poca, bastantes artistas andaban de gira. Peor a¨²n: las 10 de la ma?ana era una hora imposible para aquellas criaturas nocturnas. Se supon¨ªa que la polic¨ªa cortar¨ªa la circulaci¨®n pero irrumpieron varios veh¨ªculos. Art Kane no transmit¨ªa autoridad; contaba con un ayudante tan novato que no sab¨ªa cargar los rollos de pel¨ªcula.
Con todo, funcion¨®. Se juntaron 57 figuras (se col¨® un saxofonista desconocido, Bill Crump) que de alguna forma representaban medio siglo de evoluci¨®n del jazz: Nueva Orleans, Kansas City, swing, bebop y los que entonces eran conocidos simplemente como ¡°los j¨®venes leones¡±, de Horace Silver a Sonny Rollins. Sus defensores en la prensa especializada se enzarzaban en feroces pol¨¦micas, pero dominaba la cordialidad entre los protagonistas: innovadores y picapedreros, virtuosos y discretos acompa?antes, blancos y negros. Se contaba con presencia femenina: la pianista inglesa Marian McPartland, la arregladora Mary Lou Williams, la cantante Maxine Sullivan.
Todo lo ocurrido ha pasado a la leyenda. Los ni?os del barrio incordiaron lo suficiente para ganarse el derecho a estar en primera fila, sentados en el bordillo junto a Count Basie. La astucia de Thelonious Monk que, calculando que sus colegas se pondr¨ªan de etiqueta, se puso una llamativa chaqueta de verano. La pr¨®stata del pianista Willie The Lion Smith, que se escap¨® un momento y no sali¨® en la foto. La frustraci¨®n de Mose Allison y otros, acostumbrados a la laxitud horaria del jazz, que llegaron cuando la reuni¨®n ya se disolv¨ªa.
A Great Day in Harlem es referenciada incluso en una pel¨ªcula de Spielberg (La terminal, 2004). Ha generado varios libros y hasta un documental: su realizadora, una entusiasta neoyorquina del jazz llamada Jean Beach, hab¨ªa o¨ªdo que varios de los presentes tambi¨¦n tomaron fotos y alguien us¨® una c¨¢mara de 8 mm. Treinta a?os despu¨¦s, fue recopilando todo aquel material y comenz¨® a entrevistar a los supervivientes. El resultado se puede ver ahora en YouTube.
Es un fest¨ªn de recuerdos y gloriosas r¨¢fagas de jazz en directo, captadas cuando la m¨²sica estaba rabiosamente viva. Aprendemos que los biso?os se sent¨ªan impresionados ante los gigantes pero que lo resolvi¨® la solidaridad gremial: trombonistas, bater¨ªas, saxofonistas, etc¨¦tera, tend¨ªan a agruparse por sus instrumentos. Muchos hab¨ªan interiorizado su reputaci¨®n de informalidad: pensaban que ser¨ªan pocos, muy pocos, los que acudieran a la llamada. Y todav¨ªa discuten, igual que hac¨ªan en 1958, qui¨¦n mandaba en el saxo tenor, si Hawk o Prez, Coleman Hawkins o Lester Young. Al final coinciden en que, al menos en estilo indumentario, Lester era ¨²nico.
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