El sabor del buen toreo
Morante, que cort¨® una oreja, y Aguado destacaron a la ver¨®nica, y Ponce, por chicuelinas
Hubo menos p¨²blico del esperado para un cartel de campanillas, un detalle para la reflexi¨®n. Ser¨¢ que ha hecho mella el frenazo de la pandemia, ser¨¢ que la plaza est¨¢ lejos, ser¨¢ la presencia de la televisi¨®n¡ No estar¨ªa de m¨¢s que alguien le echara una pensada.
Al menos, hubo buen toreo, y toros muy bien presentados, que no es poca cosa; y que cumplieron con creces en el tercio de varas. Y hubo, tambi¨¦n, toreros que no estuvieron a la altura esperada con la muleta, y diversos comportamientos de los toros, muy nobles nobles, encastados otros y deslucidos otra panda.
Los tres toreros se lucieron con el capote. Comenz¨® Ponce en el que abri¨® plaza con un primoroso y muy elegante quite por chicuelinas; en el siguiente se rompi¨® Morante a la ver¨®nica, con esa personalidad tan especial de este torero; y en el tercero se desbord¨® Aguado en los lances de recibo, primero, y en un quite posterior, a la ver¨®nica cl¨¢sica, con cuatro fogonazos y una media con la pierna de salida flexionada que fueron un gozo para la vista.
Y no acab¨® ah¨ª el asunto del sabor torero.
Morante se sinti¨® artista en el ¨²ltimo tercio de la lidia de su primer toro, y la faena de muleta fue un canto a la cadencia, la hondura y la ligaz¨®n. El toro, noble y obediente al cite, le permiti¨® lucir un toreo templado y suave que sonaba a puro sentimiento. Fueron tres tandas con la mano derecha, y cuando el animal mostr¨® s¨ªntomas que se le acababa el fondo, el torero lo acarici¨® con gracia y armon¨ªa con cuatro naturales y un largo pase de pecho, verdaderos trazos de arte. Unos ayudados por bajo finales y un desplante, pura orfebrer¨ªa. El sobrero quinto pretendi¨® emborronar lo vivido, y aunque acudi¨® hasta tres veces al caballo, fue un animal esabor¨ªo y descompuesto.
Domecq / Ponce, Morante, Aguado
Toros de Juan Pedro Domecq, -el quinto, devuelto-, muy bien presentados y bravos en el caballo; muy nobles los dos primeros, encastados tercero y cuarto, y desfondado el sexto. El sobrero, de Daniel Ruiz, bravo y muy deslucido.
Enrique Ponce: estocada trasera y baja y tres descabellos (silencio); estocada ca¨ªda (silencio).
Morante de la Puebla: estocada ca¨ªda (oreja); dos pinchazos, media tendida, un descabello y el toro se echa (protestas).
Paco Aguado: pinchazo, estocada ca¨ªda _aviso_ y dos descabellos (ovaci¨®n); cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio).
Plaza de Vistalegre. Madrid. 14 de mayo. Segunda corrida de feria. M¨¢s de media entrada de un aforo m¨¢ximo permitido de 6.000 personas.
Todo el buen sabor que dej¨® Aguado con su manejo art¨ªstico del capote se diluy¨® en la muleta ante el tercero. Muy bonito fue el inicio por bajo, ganando terreno en cada muletazo, pero la esperanza nacida no cuaj¨® en faena grande. El toro era noble, pero no bobo; codicioso, por el contrario, y con ciertas notas de genio, y eso no acab¨® de confiar al torero, que prefiri¨® andar mucho y torear poco, y dejar detalles sueltos antes que ligaz¨®n. No estuvo Aguado a la altura que su oponente exig¨ªa. Muy apocado y sin ganas de embestir fue el sexto, y ah¨ª se acab¨® la lidia.
Y el torero m¨¢s veterano, Ponce, ni tuvo toros para su especial momento profesional ni ¨¦l destac¨® por sus condiciones para afrontar una papeleta dificultosa.
Su primero, nobil¨ªsimo el animal, dur¨® un suspiro, pero antes de que se convirtiera en un proyecto de cad¨¢ver, Ponce ofreci¨® destellos de pura elegancia torera al iniciar la faena de muleta por bajo, suavemente, y andando hacia los medios. No hubo m¨¢s porque al toro se le iba a vida a borbotones.
Y no se confi¨® nada ante el cuarto, un toro encastado, con fuerza y codicia, ante el que se mostr¨® muy precavido y despegado en una labor desordenada. Al final dibuj¨® tres naturales, lo mejor de su labor.
Muy bien presentada la corrida de Juan Pedro Domecq, con trap¨ªo y pitones; y todos, incluido el devuelto, cumplieron ante los picadores; pero ya se sabe que eso cada vez importa menos.
Lo que debe importar, tambi¨¦n, es por qu¨¦ hab¨ªa poca gente en la plaza. Eso es importante.
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