Una Concha de Oro obsesionada con Chillida
Dea Kulumbegashvili, la directora georgiana que arras¨® en el ¨²ltimo festival de San Sebasti¨¢n, realiza una residencia art¨ªstica en Tabakalera para empaparse del arte vasco. ¡°Soy una recolectora de experiencias¡±, conf¨ªa sobre su paseo por Chillida Leku
¡°?Toca! ?Toca!¡±. Entre risas, Mikel Chillida empuja a Dea Kulumbegashvili a que ponga las manos en las esculturas de su abuelo, Eduardo Chillida. La georgiana (Oriol, Rusia, 35 a?os) cumpli¨® la tarde del pasado mi¨¦rcoles un sue?o: visitar Chillida Leku, epicentro art¨ªstico del creador que le ha dejado anonadada. Con el museo cerrado al p¨²blico y de la mano de su nieto, responsable de desarrollo de la instituci¨®n, la cineasta se siente en alg...
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¡°?Toca! ?Toca!¡±. Entre risas, Mikel Chillida empuja a Dea Kulumbegashvili a que ponga las manos en las esculturas de su abuelo, Eduardo Chillida. La georgiana (Oriol, Rusia, 35 a?os) cumpli¨® la tarde del pasado mi¨¦rcoles un sue?o: visitar Chillida Leku, epicentro art¨ªstico del creador que le ha dejado anonadada. Con el museo cerrado al p¨²blico y de la mano de su nieto, responsable de desarrollo de la instituci¨®n, la cineasta se siente en algunos momentos desbordada por la emoci¨®n.
El motivo por el que una directora crecida en el pueblo georgiano de Lagodekhi, a tres kil¨®metros de la frontera con Azerbaiy¨¢n, ha acabado palpando Escuchando a la piedra IV (1996) y realizando una residencia art¨ªstica en el centro Tabakalera habla bien de la fluida comunicaci¨®n actual entre las diferentes instituciones culturales vascas. Beginning (2020), el primer largometraje de Kulumbegashvili, arras¨® en el pasado festival de cine donostiarra: Concha de Oro, Concha de Plata a la mejor direcci¨®n y actriz, y premio al mejor guion. La directora no par¨® de entrar y salir del escenario del Kursaal la noche del pasado 26 de septiembre. ¡°No pude ver mucho de la ciudad aquellos d¨ªas¡±, recuerda ahora. ¡°Estuve encerrada con la promoci¨®n y adem¨¢s hubo una tormenta descomunal¡±, que efectivamente desluci¨® la alfombra roja de la gala de clausura. Beginning ven¨ªa con el marchamo de Cannes, donde hubiera participado en la edici¨®n de 2020 (que finalmente no se celebr¨®): Kulumbegashvili ya hab¨ªa estado en el certamen franc¨¦s con sus dos primeros cortometrajes. ¡°Pero San Sebasti¨¢n fue especial, por primera vez proyectaba ante el p¨²blico Beginning¡±, asegura.
Esos d¨ªas conoci¨® a Antonio Macarro y a Pedro Canicoba, responsables de la publicaci¨®n Many of Them, para quienes ha realizado un reportaje de moda que desarrolla una historia a trav¨¦s de sus fotograf¨ªas y que se publica en 15 d¨ªas. ¡°La entrevistamos para la revista en el festival y mantuvimos el contacto¡±, cuenta Macarro. ¡°Un d¨ªa me cont¨® que quer¨ªa visitar la exposici¨®n de Kandinsky en el Guggenheim de Bilbao para su nuevo proyecto, porque ella crea sus guiones a trav¨¦s de sentimientos provocados por las artes pl¨¢sticas¡±. Macarro, que sab¨ªa del programa de residencias para artistas y cineastas de Tabakalera, contact¨® con su responsable de cine, V¨ªctor Iriarte. ¡°Tiempo despu¨¦s, Dea nos llam¨® para anunciarnos que la hab¨ªan invitado durante tres semanas¡±.
Lo que no sospechaba Kulumbegashvili es que iba a dejar de lado Kandinsky en pro de Chillida. ¡°El primer d¨ªa en la ciudad, Antonio y Pedro me llevaron a pasear y as¨ª descubr¨ª el Peine del viento¡±, rememora. Desde ese momento, la cineasta, que estar¨¢ hasta el 7 de junio en San Sebasti¨¢n, tiene dos h¨¢bitos diarios: una videollamada con su familia (¡±Lo hago est¨¦ donde est¨¦¡±) y un paseo hasta el final de la playa de Ondarreta, donde se asienta el conjunto escult¨®rico de Chillida. El nieto del escultor la anima: ¡°En cada momento es distinto: la marea, la luz, las olas, la lluvia o incluso t¨² misma, y esa es una de las claves de la obra de Eduardo, el momento. El Peine se asienta en el l¨ªmite del horizonte, entre la naturaleza y el hombre¡±, un enclave espiritual que Kulumbegashvili ans¨ªa llevar al cine. Beginning ilustraba el devenir de la esposa de un l¨ªder de una comunidad rural georgiana de testigos de Jehov¨¢, comunidad que es atacada al inicio del filme; en realidad, radiografiaba c¨®mo la sociedad patriarcal maniobra para mantener su dominio a trav¨¦s de la humillaci¨®n, y lo hac¨ªa con im¨¢genes tan bellas como violentas. ¡°Cre¨¦ la pel¨ªcula a partir de las impresiones que nacieron de mis visitas al MoMA en Nueva York y a las iglesias de la ciudad¡±. La atm¨®sfera sonora de los lugares de culto fueron la base del sonido, de la opresi¨®n emocional que emana de Beginning. ¡°En septiembre espero volver con mi equipo de sonido a San Sebasti¨¢n, para que entiendan ahora lo que quiero para mi siguiente pel¨ªcula¡±.
Un nuevo guion con alma vasca
En esta residencia en Tabakalera, la georgiana est¨¢ escribiendo su segundo largometraje e idea una instalaci¨®n para una exposici¨®n en el centro de cultura contempor¨¢nea en 2022. ¡°Tendr¨¢ relaci¨®n con la pel¨ªcula, pero no ser¨¢ parte de ella, y quiero que se sienta parte de este inmenso edificio¡±, asegura. Tabakalera alberga la Filmoteca Vasca, la escuela de cine El¨ªas Querejeta, el MediaLab, la Kutxa Kultur Plaza, una biblioteca que alberga tambi¨¦n iniciativas ciudadanas, las oficinas del festival de cine, salas de exposiciones. En su patio central flota un gigantesco m¨®vil de Julio Le Parc; en dos de sus salas se monta Komunikazio-inkomunikazio, un recorrido que, partiendo de la obra Lekeitioak, del cantautor Mikel Laboa, ahonda en la relaci¨®n entre cultura popular, vanguardia y creaci¨®n experimental, con una pieza estrella, el Gernika, de Jos¨¦ Luis Zumeta. La vecindad impulsa la comunicaci¨®n entre sus responsables, y por todos esos territorios pasea Kulumbegashvili, que se aloja en un estudio para artistas en el hotel adyacente. El lunes 31, tras la proyecci¨®n de Beginning, tendr¨¢ un encuentro con el p¨²blico y el martes, tambi¨¦n con audiencia, hablar¨¢ sobre su nuevo guion. ¡°Me gusta perderme, vagar. Voy tomando notas de sensaciones, de sentimientos, y por la noche, desde las nueve, me encierro y escribo. Soy muy productiva. La rodar¨¦ en mi pa¨ªs; el arte vasco sirve como gu¨ªa espiritual¡±, dice horas antes de pisar el Chillida Leku. Ya ha visitado el museo de Jorge Oteiza, y en el Guggenheim se acerc¨® a una pieza de Chillida que le hizo llorar. ¡°Y no lo hago habitualmente¡±.
Antes de pisar la campa m¨¢gica, la cineasta cuenta que, aunque el encuentro con la obra del escultor vasco fue ¡°inesperado¡±, ahora siente que est¨¢ ¡°en el lugar adecuado¡±. ¡°Estoy leyendo todo lo que encuentro de ¨¦l, por su reflexi¨®n sobre el espacio, el proceso eterno de transformaci¨®n... Me siento tan cercana emocionalmente, me cuesta verbalizarlo, tiene que ver m¨¢s con la metaf¨ªsica. Soy recolectora de experiencias¡±. Confiesa que siendo estudiante pas¨® dos meses en Madrid yendo todos los d¨ªas al Prado a ver los cuadros de Goya. Y estalla en una carcajada: ¡°Hasta que mi padre me dijo que la situaci¨®n se estaba volviendo enfermiza¡±.
Mikel Chillida y Dea Kulumbegashvili conversan felices sobre la creaci¨®n, el aire, la transformaci¨®n, el granito, los ¨®xidos, la naturaleza, el tama?o relativo del ser humano... Al final el nieto del artista le regalar¨¢ un libro con los escritos de Eduardo Chillida en ingl¨¦s, volumen que la georgiana estaba buscando tras leer textos de Octavio Paz sobre el artista. La visita de dos horas se prolonga otra m¨¢s y solo han paseado por el jard¨ªn. Queda a¨²n el caser¨ªo del siglo XVI. Pactan dos, tres visitas m¨¢s. Antes a¨²n queda tiempo para tocar el granito rosa que Eduardo Chillida mand¨® traer desde la India. Mikel, vibrante narrador de an¨¦cdotas del artista en su trabajo con los operarios de herrer¨ªas, fraguas y hornos metal¨²rgicos, le explica c¨®mo se cortaban en Asia esas piezas: ¡±Con cu?as de madera que se mojaban para que se hincharan y quebraran las rocas¡±, y muestra unas muescas cil¨ªndricas en la parte superior. Su abuelo rehu¨ªa el ¨¢ngulo recto, aseguraba que la virtud est¨¢ cerca de esos 90?, aunque no en ellos. ¡°Prefer¨ªa el ¨¢ngulo de los griegos, el que hace el hombre con su sombra, mucho m¨¢s tolerante¡±, recuerda el nieto, y lo se?ala en las cruces de Chillida. Kulumbegashvili disfruta con ese elogio de la imperfecci¨®n. Palpa Escuchando la piedra IV. Algo fluye. ?Se puede trasladar esa emoci¨®n al cine? ¡°Eso espero¡±.