La amistad ¡°sin alharacas¡± de Garc¨ªa Lorca y Benjam¨ªn Palencia se exhibe en el centro del poeta en Granada
El escritor encarg¨® al pintor el emblema y la primera escenograf¨ªa de La Barraca
¡°Amistad sin alharacas, pero verdadera y con mucho respeto¡±. Ram¨®n Palencia, sobrino nieto del artista Benjam¨ªn Palencia, define as¨ª la relaci¨®n ¡°poco publicitada¡± entre Federico Garc¨ªa Lorca y su t¨ªo abuelo. Laura Garc¨ªa Lorca, sobrina del poeta, profundiza en esa idea recordando que ¡°significa mucho que Lorca confiara los primeros pasos de La Barraca, su proyecto pol¨ªtico y art¨ªstico m¨¢s importante, a Benjam¨ªn Palencia¡±. La amistad creadora. Benjam¨ªn Palencia y Federico Garc¨ªa Lorca recrea a trav¨¦s de dibujos del primero y la correspondencia entre ambos, siete a?os de amistad art¨ªstica y personal entre dos artistas que compartieron afinidades art¨ªsticas, mucho humor y una raci¨®n tambi¨¦n de erotismo epistolar.
No est¨¢ documentado el momento exacto en el que se conocieron. Hay unanimidad, no obstante, en que debi¨® ser en 1924, quiz¨¢ 1925, en alg¨²n acto en la Residencia de Estudiantes de Madrid. El poeta resid¨ªa all¨ª y el pintor, nacido en Barrax (Albacete), en 1894, viv¨ªa en la capital desde la adolescencia. Apenas comenz¨® su carrera pict¨®rica, cuenta su sobrino, ¡°comenz¨® a trabar conocimiento con todos aquellos artistas que estaban en la Residencia de Estudiantes¡±. Comenzaron entonces, explica Enrique Andr¨¦s Ruiz, uno de los comisarios de la exposici¨®n junto al galerista Guillermo de Osma, ¡°siete a?os en los que pasaron muchas cosas, incluyendo probablemente una visita de Palencia a la casa granadina de Federico con ocasi¨®n de los actos de conmemoraci¨®n del IV Centenario de la Universidad de Granada¡±, probablemente en 1931, a?o de esa conmemoraci¨®n. Era un ¨¦poca, contin¨²a, en los que ¡°los artistas de vanguardia viven en un clima de colaboraci¨®n mutua y comparten proyectos comunes, desapareciendo el artista que se dedica en exclusiva a su oficio¡±.
Ese esp¨ªritu de colaboraci¨®n es el que queda reflejado en la exposici¨®n que puede visitarse en el Centro Federico Garc¨ªa Lorca hasta el 17 de octubre. Se trata de dos salas en las que, en primer lugar, se muestra la obra del Benjam¨ªn Palencia que conoci¨® el poeta, su material pict¨®rico de la d¨¦cada de los 20 y 30 del siglo pasado. Una treintena de obras en papel seleccionadas por Guillermo de Osma que muestran al Palencia cercano al surrealismo, al Arte Nuevo y, cambiando de perspectiva art¨ªstica, a los poetas del momento. El segundo ¨¢mbito de la muestra exhibe algunos dibujos inspirados en la cer¨¢mica numantina procedentes del Archivo Benjam¨ªn Palencia para, finalmente, mostrar la obra del Palencia amigo y colaborador de Lorca. Ah¨ª est¨¢n los trabajos inici¨¢ticos de La Barraca ¨C¡°el proyecto de llevar la cultura a todos los pueblos a trav¨¦s del teatro¡±, como cuenta Laura Garc¨ªa Lorca¨C y se exhiben varios de los bocetos previos que prepar¨® Palencia antes de dar con la versi¨®n definitiva del conocido emblema de la barraca, una m¨¢scara teatral sobre una rueda de carreta. Emblema que se materializa en la exposici¨®n mostrando las insignias que realmente usaron tanto Lorca como Federico sobre el conocido mono azul de quienes formaban parte del proyecto.
La amistad creadora muestra tambi¨¦n los figurines que, por encargo del poeta, Palencia dise?¨® para la representaci¨®n de La vida es sue?o de Calder¨®n de la Barca. Esta fue la primera obra que, parcialmente, puso en pie La Barraca en Burgo de Osma (Soria) en 1932, en la primera representaci¨®n con p¨²blico que se hizo. Se trata de decorados y figurines vanguardistas y aparentemente atrevidos de m¨¢s para el p¨²blico al que iban dirigidos, la Espa?a rural de hace 90 a?os. ¡°Son unos figurines impresionantes, cuya modernidad y la de la puesta en escena contrastan con el p¨²blico, que parece sacado de un entrem¨¦s de Cervantes del siglo XVI¡±, comenta Laura Garc¨ªa Lorca. Sin embargo, el p¨²blico de esos peque?os pueblos, explican los comisarios, ¡°llenaba los espacios donde actuaba La Barraca y segu¨ªa el espect¨¢culo con una atenci¨®n tremenda. Se trataba de un teatro con un lado sin duda vanguardista, pero por otra parte era tambi¨¦n un intento de Federico de rescatar el teatro popular¡±, concluye Enrique Andr¨¦s Ruiz.
La exposici¨®n tiene una posdata especialmente interesante. La correspondencia entre el artista pl¨¢stico y el poeta, que muestra una relaci¨®n amistosa especialmente desinhibida casi desde que se conocen, alcanza un cl¨ªmax humor¨ªstico-pornogr¨¢fico en un par de cartas de Palencia a Garc¨ªa Lorca y Emilio Prados que el pintor completa con dibujos er¨®ticos y comentarios repletos de iron¨ªa y humor. La amistad de ambos, bien documentada por escrito, sin embargo solo la podemos imaginar, pues hasta el momento no han aparecido fotograf¨ªas de ambos juntos.
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