¡®Hombre muerto no sabe vivir¡¯: la crisis tambi¨¦n afecta al narcotr¨¢fico

La cinefilia puede ofrecer ideas para realizar una pel¨ªcula, pero eso no significa que se tengan ideas. ?nicamente que se puede recoger de aqu¨ª y de all¨¢, y que, por partes, ese trabajo tendr¨¢ aspecto de cine, aunque sin hondura. En Hombre muerto no sabe vivir, esforzado primer largometraje de Ezekiel Montes rodado en M¨¢laga, en cuyo festival fue presentado en su secci¨®n oficial a concurso, hay una violencia salvaje, pero eso no quiere decir que haya crudeza y negrura verdaderas. Hay una representaci¨®n, algo consustancial al cine, por supuesto, aunque p¨¢lida. Y no ya de la ferocidad y del narcotr¨¢fico, de la corrupci¨®n y de la jactancia, de la droga y sus consecuencias, sino de lo que se supone que hay de todo ello en otras pel¨ªculas.

Se nota que a Montes, tambi¨¦n guionista, le encantan Quentin Tarantino y Michael Mann, Los Soprano, Gaspar No¨¦ y hasta el sevillano Alberto Rodr¨ªguez, pero lo ha querido unir todo en una misma obra sin demasiada identidad ni entidad. Trabajada y con ramalazos de buen gusto, a pesar de que el baj¨ªsimo presupuesto convierta su historia de desolaci¨®n criminal a la hora del crep¨²sculo, el de la noche y el de la vida, en una producci¨®n ambientada en locales nocturnos vac¨ªos y calles sin gente, como si no hubiera un duro para extras y aderezos, se cae a pedazos en su narrativa: farragosa, con secuencias aisladas de cierta potencia dram¨¢tica, pero sin la necesaria fluidez entre unas y otras.

Ha reunido Montes, eso s¨ª, un plantel de int¨¦rpretes espectacular en su aspecto f¨ªsico (no tanto en el control de su declamaci¨®n), con algunos de los grandes actores andaluces (Juanma Lara, Manolo Caro, Paco Tous, y el vozarr¨®n y la presencia de Antonio Dechent al mando), acompa?ados de otros como Rub¨¦n Ochandiano y Nancho Novo, que ofrecen de nuevo unas hechuras en la superficie que, no obstante, no encajan con un relato de fondo hecho de marqueter¨ªa y no de madera de roble. Se habla de la crisis, del ladrillo, de la droga, de las mafias y de la fidelidad. Sin embargo, no es m¨¢s que una funci¨®n, un simulacro donde se abren cabezas a golpes (qu¨¦ influencia tan mala, la de la secuencia del extintor de Irreversible), pero donde se acaba viendo al mu?eco en lugar del escarnio.