Gregory Maqoma indaga en el choque de culturas entre ?frica y Europa en ¡®Broken Chord¡¯
El core¨®grafo y bailar¨ªn sudafricano presenta su nuevo espect¨¢culo en el Festival de It¨¢lica
El core¨®grafo y bailar¨ªn Gregory Maqoma (Soweto, Sud¨¢frica, 48 a?os) se top¨® por casualidad en 2017 con la historia que inspira Broken Chord, nuevo montaje cuyo estreno ser¨¢ este martes en el Festival Internacional de Danza It¨¢lica, en Santiponce (Sevilla). Maqoma, reconocido creador internacional formado junto a figuras como Anne Teresa de Keersmaeker, entr¨® un d¨ªa de hace cuatro a?os al Apartheid Museum de Johannesburg, oy¨® una melod¨ªa a lo lejos y sinti¨® una ¡°urgente¡± llamada. ¡°Fue un sentimiento muy fuerte el que me impuls¨® a bailar all¨ª solo, en medio de una sala, y segu¨ª as¨ª durante unos 45 minutos. Una performance sin p¨²blico¡±, ha recordado este lunes en Sevilla junto a Thuthuka Sibisi, director musical de Broken Chord y creador, con Philip Miller, de la exposici¨®n The African Choir 1891 Re-Imagined, que ha inspirado el espect¨¢culo que podr¨¢ verse en el teatro romano de It¨¢lica los d¨ªas 13 y 14 y se representar¨¢ en el Grec de Barcelona el 18 y 19 de este mes.
Maqoma, defensor de los derechos sociales a trav¨¦s de un personal lenguaje que integra danza y teatro, ya hab¨ªa colaborado con Sibisi en ocasiones anteriores, pero cuando se sinti¨® atra¨ªdo por esas voces a capela desconoc¨ªa su procedencia. ¡°La verdad es que ese sentimiento de agitaci¨®n y urgencia que me empuj¨® a bailar en el museo est¨¢ a¨²n presente en la coreograf¨ªa de Broken Chord¡±, ha explicado el creador, que ha presentado varios de sus trabajos desde 2014 en Barcelona. Pero la memoria de esa improvisaci¨®n no se ha borrado: fue grabada por el equipo de Eirene Productions que acompa?a al core¨®grafo desde 2017 para el documental Joy Dancer, un trabajo a¨²n en proceso.
El espect¨¢culo que se estrena en Sevilla parte de una historia real: un coro de 15 j¨®venes africanos (hombres, mujeres y dos ni?os) que en 1891 iniciaron una gira que les llev¨® a Londres y a Chicago con el fin de recaudar fondos para construir una escuela en Kimberley (Sud¨¢frica). ¡°Existen im¨¢genes en el archivo Hulton y algunos programas de mano por los que sabemos que interpretaban himnos cristianos en ingl¨¦s, arias de ¨®peras famosas como Don Pasquale, de Donizetti, o algunas de Rossini; adem¨¢s de canciones del folclore africano o incluso Good Save the Queen. Pero no se conserva ninguna grabaci¨®n¡±, ha comentado Sibisi. The African Choir, que continu¨® de gira hasta 1893, tuvo un gran ¨¦xito y cautiv¨® incluso a la reina Victoria de Inglaterra, quien tambi¨¦n acudi¨® a uno de sus conciertos.
¡°Hemos intentado indagar en c¨®mo se sintieron esos j¨®venes a finales del siglo XIX que probablemente sal¨ªan de su pa¨ªs por primera vez, en c¨®mo fueron recibidos y lo que supon¨ªa exponer su cuerpo negro en la sociedad victoriana y en c¨®mo eso contin¨²a. ?Qu¨¦ supone ahora?¡±, se pregunta el bailar¨ªn que en 1999 fund¨® Vuyani Dance Theatre. ¡°?Cu¨¢l es el hilo conductor entre nuestros dos mundos? Una compa?¨ªa africana actuando hoy en festivales europeos¡±, se cuestiona este maestro de la fusi¨®n que ha bebido del pantsula, un ritmo urbano contra el apartheid que naci¨® en la d¨¦cada de los sesenta en Johannesburgo y que actualmente contin¨²a su lucha contra la corrupci¨®n en el pa¨ªs.
Maqoma, quien ha colaborado en varias ocasiones con William Kentridge, la ¨²ltima como core¨®grafo e int¨¦rprete en The Head and the Load, una ¨®pera que se estren¨® en la Tate Modern de Londres y que est¨¢ a¨²n de gira, contar¨¢ con un coro local en cada una de las ciudades que se represente Broken Chord, ya que se trata de una coproducci¨®n entre varios festivales de Espa?a, Francia, Alemania e Italia. En Sevilla participan 16 cantantes del coro Proyecto Ele que dirigen Carlos Cansino y Ainara Est¨ªvariz. Sus voces se complementar¨¢n con las de cuatro cantantes y actores sudafricanos y con la danza de Maqoma, quien ya hab¨ªa actuado antes en Sevilla, cuando a¨²n era un desconocido. ¡°Ten¨ªa 19 a?os cuando vine al pabell¨®n de Sud¨¢frica en la Expo 92, era uno de los 12 bailarines del grupo Moving Into Dance. Adem¨¢s fue la primera vez que sal¨ª de mi pa¨ªs¡±, relata.
El core¨®grafo, a quien le interesa indagar en la identidad y en la definici¨®n de las fronteras entre ?frica y Occidente, cuenta una de las pocas an¨¦cdotas que han trascendido de aquella gira hace 125 a?os: ¡°Las ¨²nicas referencias que tenemos son las noticias que aparecieron en algunos peri¨®dicos y hay una historia muy curiosa. Los miembros del coro vest¨ªan a la europea y el promotor de los espect¨¢culos les dijo que no pod¨ªan cantar as¨ª, que ten¨ªan que parecer africanos. As¨ª que fueron a un mercado, compraron plumas y pieles y se disfrazaron. Al m¨¢s negro del grupo le toc¨® ir m¨¢s decorado, como si fuera el jefe, porque era lo que se esperaba de un coro africano¡±, comenta Maqoma, quien en 2020 pronunci¨® el discurso del D¨ªa Internacional de la Danza en el que dijo: ¡°Nuestra danza debe m¨¢s que nunca dar una fuerte se?al a los l¨ªderes mundiales, a aquellos a quienes se les conf¨ªa salvaguardar y mejorar las condiciones humanas, de que somos un ej¨¦rcito de pensadores furiosos y que nuestro prop¨®sito se esfuerza por cambiar el mundo paso a paso¡±.
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