Sylvia Mart¨ªn, la mujer que hizo feliz a Borges
La editora nacida en Argentina, fallecida en Tarragona el s¨¢bado, se destac¨® por su labor en Espasa Calpe y su cercan¨ªa con figuras como Francisco Ayala o Jos¨¦ Luis Aranguren
Un d¨ªa de noviembre de 1979 Sylvia Mart¨ªn, editora, entonces al frente de la comunicaci¨®n en Espasa Calpe, escuch¨® que Jorge Luis Borges abrigaba como ilusi¨®n de su vida la de tener en casa la Enciclopedia Espasa. Ella se dispuso a hacer que el reci¨¦n galardonado con el premio Cervantes de Literatura fuera premiado tambi¨¦n con ese obsequio que lo har¨ªa inmensamente feliz, as¨ª que busc¨® que le llegara al autor de El Aleph la m¨¢s famosa enciclopedia en espa?ol y luego lo contaba como si esa ocurrencia no fuera m¨¢s que un ramo de flores que hubiera cruzado el oc¨¦ano.
Sylvia Mart¨ªn ten¨ªa gestos as¨ª, cada d¨ªa. Un d¨ªa fue Borges, otro d¨ªa ser¨ªa Salvador de Madariaga, muchos d¨ªas lo fueron sus queridos amigos Francisco Ayala o Jos¨¦ Luis Aranguren¡ Los grandes autores, pero tambi¨¦n los que ven¨ªan, fueron objeto de su atenci¨®n y de su mimo, representando a Espasa, que fue, durante mucho tiempo, como si se representara a s¨ª misma. La viuda de Ayala, Carolyn Richmond, escritora, profesora, dec¨ªa al conocer la noticia de la muerte de Sylvia que ¨¦sta form¨® parte de una ¨¦poca especial de la vida cultural espa?ola. As¨ª fue. Nunca se cans¨® de esa tarea de vincular a unos con otros, a hacer que el oficio de divulgar los libros fuera tambi¨¦n un modo de abrazar personas, libreros, acad¨¦micos, actores, escritores, en un periodo de la vida cultural espa?ola en que todos empezaron a necesitarse entre s¨ª¡
Ella era, como Kim de la India, la amiga de todo el mundo. Cuidada por su sobrina Daniela, Sylvia muri¨® este s¨¢bado en Torremdebarra, Tarragona, tras un tiempo en que ya no supo qui¨¦n era ni cu¨¢ntas cosas hizo por hacer feliz a todo el que se cruz¨® en su camino. Acad¨¦micos, artistas del cine o del teatro, amigos que hubiera ido encontrando en los distintos oficios con los que se comunic¨® (periodistas, por ejemplo), supieron de sus milagros para conseguir que unos se encontraran con otros en oficios donde tantas veces unir es tarea de titanes. Borges fue un s¨ªmbolo. No hubo nadie a quien ella dejara sin su obsequio de amor o de amistad.
Ella siempre estuvo afanada sobre todo por el mundo de la literatura, pero fue empujada a la amistad con otros universos por el actor Pepe Mart¨ªn, que fue el amor de su vida. ?l muri¨® hace un a?o en Madrid, cuando ya ella no sab¨ªa de lo que hab¨ªa pasado ni de lo que pasaba a su alrededor. En el ¨²ltimo periodo ¨¦l hizo esfuerzos por reunirla con sus numerosos amigos, pero tuvo que posponer siempre, con aturdimiento, ese reencuentro que la desmemoria hac¨ªa imposible.
Sylvia naci¨® en La Rioja argentina (siempre lo dec¨ªa), en 1934. Conoci¨® a Pepe en Buenos Aires a principios de los 70, cuando el famoso int¨¦rprete de El Conde de Montecristo o El beso de la mujer ara?a rodaba all¨ª una pel¨ªcula, El guapo del 900, y se casaron all¨ª en 1972. Desde 1973 vivi¨® en Espa?a. En Espasa estuvo hasta su jubilaci¨®n como directora de autores y relaciones p¨²blicas, donde desarroll¨® un magisterio basado en el sentido com¨²n que le hac¨ªa saltar de la silla siempre que sent¨ªa que alguien necesitaba de su mejor forma de amar, que era la de prestar ayuda. ¡°Amoroso¡± era su saludo, y amoroso su esp¨ªritu, apagado ahora para la vida, pero no para la buena memoria que deja.
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