Muere Juana Ginzo, actriz y locutora de la Cadena SER
Trabaj¨® con Pilar Mir¨®, Garc¨ªa Berlanga o Eloy de la Iglesia y puso voz a la radio dram¨¢tica con personajes como Candelaria, de ¡®La saga de los Porretas¡¯
He o¨ªdo muchas veces contar a Juana Ginzo (que muri¨® ayer jueves a los 99 a?os en su ciudad, Madrid) c¨®mo lleg¨® a la radio. Fue en el invierno de 1946. Radio Madrid convocaba un concurso para nuevos valores dirigido por el americano Robert S. Kieve y all¨ª se present¨® Juana. ¡°Ten¨ªa 23 a?os¡± ¨Crecordaba¨C ¡°y era m¨¢s delgada que un real de hilo, con un marido tornero y un segundo hijo de meses, porque el primero hab¨ªa muerto al poco de nacer¡±. Le dieron un papel, entr¨® en el estudio y sinti¨® una punzada en el est¨®mago, ¡°un dolor que se ha quedado para siempre y que apartas de un manotazo cuando se enciende el piloto rojo¡±. Desde el control alguien levant¨® el brazo y lo baj¨® r¨¢pidamente. Y Juana empez¨® a leer. Al finalizar, Kieve le dijo: ¡°La esperamos el lunes. Si quiere, podr¨¢ vivir toda la vida de la radio¡±.
Si el americano tuvo el buen ojo de ficharla, quien la consagr¨® como actriz de la radio dram¨¢tica fue Antonio Calder¨®n, a quien siempre admir¨® y del que aprendi¨® esa visi¨®n de la radio total que ella prendi¨® en su ADN. Fue la Juanita de Valera, la Fortunata de Gald¨®s, la Raimunda de Benavente, la Lady Macbeth de Shakespeare; su voz est¨¢ en todas las adaptaciones de las grandes obras del teatro universal que hizo Calder¨®n, quien dijo de ella: ¡°Es una de las voces m¨¢s eficaces y brillantes, por la constancia con que ha aceptado todo tipo de papeles, incluso los que no ten¨ªan que ver con su personalidad¡±.
Sobre la voz se impon¨ªa la propia Juana, con su actitud, su modo de ser: cantaba las cuarenta a quien se le pusiera por delante
En efecto, a Juana no le gustaban los seriales, que eran como el calmante emocional de aquella Espa?a de tiempos oscuros contra la que ella se rebelaba. Leo en su libro Mis d¨ªas de radio: ¡°Ama Rosa es un desastre. Y hablo con conocimiento de causa, porque yo fui en la radio esa madre sufridora y m¨¢rtir que tanto odio¡±. Pero la misma profesionalidad puso en interpretar a aquella ¡°mater dolorosa¡± como para poner en pie el personaje de Candelaria, el ama de casa de La saga de los Porretas, que nos hizo sonre¨ªr en las ma?anas de la SER durante m¨¢s de veinte a?os. Poco antes de la llegada de la democracia, Juana se incorpor¨® al primer equipo de Hora 25 como locutora. A¨²n resuena en los o¨ªdos de muchos aquel indicativo ¡°En la cadena SER¡Hora 25¡±, con una pausa valorativa que es de oro para quienes nos hemos dedicado a la radio.
Hoy tambi¨¦n recuerdan a Juana Ginzo muchos compa?eros del cine -podemos verla en Novio a la vista, de Berlanga; Bearn, de Chavarri; Werther, de Pilar Mir¨® ; La estanquera de Vallecas, de Eloy de la Iglesia-. Pero la conmoci¨®n por su muerte incluye a asociaciones de mujeres, personas cercanas a sus ideas progresistas, admiradores de su compromiso y su militancia¡
Inimitable, personal y ¨²nica, su voz era grave, con un timbre precioso, vers¨¢til, limpio, pero sobre la voz se impon¨ªa la propia Juana, con su actitud, su modo de ser: cantaba las cuarenta a quien se le pusiera por delante. Era mucha Juana, que se puso por montera las convenciones sociales de la ¨¦poca y que se separ¨® con un hijo en pleno franquismo para unir su vida a la de un hombre mucho m¨¢s joven, su compa?ero de siempre, Luis Rodr¨ªguez Olivares.
Hoy, en la portada de su libro La pasi¨®n de vivir con un mont¨®n de a?os, la veo con pelo casi rapado y blanco, flaca, como un muchacho. Y en la primera del texto, una proclamaci¨®n: ¡°Soy una mujer vieja¡±. Y sabia, Juana, muy sabia.
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