El templo brutalista que sacudi¨® Viena hace medio siglo
El museo Belvedere rememora la controversia que rode¨® la construcci¨®n de la iglesia Wotruba en los a?os 70, hoy un monumento de culto
En origen, el encargo era construir un monasterio de clausura y un templo, pero cuando el escultor vien¨¦s Fritz Wotruba present¨® el proyecto en p¨²blico en mayo de 1968, despu¨¦s de tres a?os de trabajo, se levantaron barricadas. Demasiado innovador, muy costoso, poco funcional, la enso?aci¨®n de un diletante socialista y ateo, ¡°la obra del diablo¡±, se lleg¨® a escuchar entre las voces cr¨ªticas, lideradas por las monjas carmelitas que iba a acoger. El cardenal Franz K?nig lo cancel¨® y la archidi¨®cesis de Viena accedi¨® a que el prestigioso artista dise?ara una iglesia parroquial, algo sencillo, m¨¢s socorrido, en los arrabales de la ciudad. Hoy esa iglesia es un s¨ªmbolo de la arquitectura moderna.
La conservadora sociedad austriaca necesitaba tiempo para digerir las ideas de Wotruba. Mientras lo hac¨ªa, el escultor apil¨® 135 bloques de hormig¨®n en lo alto de una colina del distrito 23 en las faldas del Wienerwald, los bosques de Viena, con una poderosa panor¨¢mica de la ciudad. Wotruba se apoy¨® en un arquitecto, su camarada Fritz Gerhard Mayr, que le convenci¨® a tiempo para sustituir la piedra por el hormig¨®n. Hubo quien le acus¨® de pretender levantar el Stonehenge centroeuropeo de la modernidad ¨Dun piropo m¨¢s que una condena¨D, e incluso ya acabado en 1976 parec¨ªa la encarnaci¨®n realista del lienzo surrealista de Ren¨¦ Magritte El arte de la conversaci¨®n, pero Wotruba siempre respondi¨® que, aunque no se vea, el templo tiene techo. Esto es, se trata de un edificio. Arquitectura.
Gabriele St?ger-Spevak, la comisaria de la exposici¨®n que le dedica el museo Belvedere de Viena, habla de arquiescultura: ¡°El di¨¢logo entre la escultura y la arquitectura es evidente en toda la obra escult¨®rica del artista¡±. Y recuerda sus montajes esc¨¦nicos para el Burgtheater, el Festival de Salzburgo y el Ode¨®n de Herodes ?tico. El museo vien¨¦s exhibir¨¢ Wotruba. Hacia el cielo hasta enero de 2022, una muestra que re¨²ne esculturas, dibujos, fotograf¨ªas y planos originales para explicar c¨®mo se gest¨® la iglesia de la Sant¨ªsima Trinidad, hoy conocida como iglesia Wotruba, la obra total a la que aspiraba el artista desde hac¨ªa a?os. ¡°Sue?o con una escultura¡±, formul¨® en 1948, ¡°en la que paisaje, arquitectura y ciudad se conviertan en uno¡±.
La relaci¨®n entre brutalismo y catolicismo, en t¨¦rminos arquitect¨®nicos, es una rareza en Viena. Hay alguna excepci¨®n, como la iglesia de LainzSpeising del arquitecto Josef Lackner, en Hietzing, o la parroquia de Oberbaumgarten planificada por Johann Georg Gsteu, ambas con un armonioso aspecto de b¨²nker antia¨¦reo. Resulta evidente que el templo de Wotruba evoca los delirios de hormig¨®n del brutalismo internacional de los a?os 60 y 70, pero la comisaria ha preferido omitir el t¨¦rmino en toda la exposici¨®n. ¡°En su concepci¨®n no hab¨ªa hormig¨®n, se adapt¨® por razones de estabilidad, era una obra escult¨®rica ¨²nica para ser realizada a partir de estelas y cubos abstractos de piedra. La arquitectura brutalista se desarroll¨® tras la Segunda Guerra Mundial con el fin de construir con hormig¨®n crudo edificios p¨²blicos y vivienda razonable, barata y accesible para la clase trabajadora¡±, dice junto a una de las maquetas proyectadas por Wotruba.
A pie de obra, en la colina arbolada de Georgenberg, nadie puede sospechar que se trata de una iglesia cat¨®lica. Su furor iconoclasta la ha convertido en un icono. No tiene torre, ni campanario, ni simbolog¨ªa cristiana, ni referentes religiosos, en apariencia no tiene ni entrada, solo intuida por el sendero de planchas de hormig¨®n entre la hierba. La planta es irregular y poli¨¦drica. Pese a su aspecto de baluarte neol¨ªtico o geom¨¦trico ¨Dcada fachada es diferente¨D, sorprende la claridad interior.
Fritz Wotruba no la vio terminada. Muri¨® de un ataque al coraz¨®n con 68 a?os un d¨ªa caluroso de agosto de 1975 mientras cincelaba piedra en su taller. Todav¨ªa quedaban decisiones clave por asumir como la ejecuci¨®n de la entrada principal, la disposici¨®n de los marcos de acero de los ventanales y el dise?o del mobiliario. Se cre¨® un consejo asesor de arte formado por su esposa, Lucy Wotruba, su fiel asistente Engelbert Lanzenberger y el arquitecto Fritz Gerhard Mayr. La ausencia de crucifijo se resolvi¨® adjuntando un molde del monumental crucifijo de bronce que Wotruba cre¨® en 1968 para la iglesia del Palacio de Bruchsal, en Alemania.
Hace dos a?os se desat¨® una ¨²ltima pol¨¦mica. El arquitecto Mayr, que logr¨® paralizar a finales de los 70 el proyecto de dos voluminosas escuelas que amenazaban con eclipsar el monumento de Wotruba, no pudo evitar esa vez la instalaci¨®n de un ascensor exterior y la ampliaci¨®n del s¨®tano de la iglesia con unas dependencias excavadas en la ladera para satisfacer las necesidades de la parroquia. Cuenta St?ger-Spevak que Mayr, ya retirado con 90 a?os, odia la intervenci¨®n con todas sus fuerzas. El nuevo espacio se intent¨® camuflar con el acristalamiento pero, como sabemos, el cristal no es transparente y rompe la unidad del paisaje.
La Wotrubakirche es un templo de culto que para muchos, dice Stella Rollig, la directora del Belvedere, ¡°ha alcanzado estatus de culto¡±. El 24 de octubre de 1976, una vez que el clero y los cr¨ªticos asumieron que no hab¨ªa ornamento ni delito en el proyecto, fue consagrada en una ceremonia de Estado. El cardenal Franz K?nig ofici¨® el primer servicio religioso.
Babelia
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