Luis Gil Fern¨¢ndez, helenista e historiador
El trabajo del traductor elev¨® la filolog¨ªa cl¨¢sica a los par¨¢metros m¨¢s exigentes de su cultivo en Europa
Quiere una tradici¨®n milenaria que la filolog¨ªa cl¨¢sica, adem¨¢s de una disciplina acad¨¦mica, sea por a?adidura la mejor disciplina mental. Como si el dominio del dialecto hom¨¦rico, la familiaridad con el aoristo atem¨¢tico o la morfolog¨ªa griega y latina, el trato con los metros y¨¢mbicos y trocaicos o la paleograf¨ªa, afinaran la inteligencia para la m¨¢s honda comprensi¨®n del inigualable legado greco latino, cuando el sol sal¨ªa por el cenit.
Luis Gil Fern¨¢ndez (Madrid, 1927-2021), formado en la Universidad Central, encarnaba esa alta tradici¨®n y descollaba entre la ¨¢urea generaci¨®n de helenistas, hijos del bachillerato cl¨¢sico, que elev¨® tal ciencia a los par¨¢metros m¨¢s exigentes de su cultivo en Europa. Con ese empe?o, enriquecieron las bibliotecas, crearon revistas y asociaciones especializadas, elaboraron diccionarios, gram¨¢ticas y sintaxis, prepararon ediciones cr¨ªticas, tradujeron y comentaron innumerables textos de aquella antig¨¹edad cl¨¢sica, manejando con soltura la vasta bibliograf¨ªa secundaria escrita en alem¨¢n, franc¨¦s, ingl¨¦s e italiano.
El trabajo del fil¨®logo a¨²na investigaci¨®n y docencia. Luis Gil, como refiere en su auto semblanza, de familia republicana, agn¨®stica y liberal, antiguo alumno del Instituto Escuela, hizo compatible su disgusto afectivo e intelectual ante el franquismo con su entrega absoluta a ambas actividades en las instancias p¨²blicas: catedr¨¢tico de griego de Instituto y de Universidad (Valladolid, Salamanca y Madrid), investigador en el CSIC: fue su manera de contribuir a la reconstrucci¨®n del pa¨ªs.
Entendi¨® las t¨¦cnicas de la filolog¨ªa cl¨¢sica como un medio y prefiri¨® siempre el original a la glosa. Un medio para desentra?ar la literatura cl¨¢sica griega, que ley¨® en su integridad y en sus originales, con un l¨¢piz en una mano y un cigarrillo en la otra. Una lectura atenta al mensaje en s¨ª. De ah¨ª arrancan sus obras, que buscaron lo inexplorado. Obras que interesan no solo al estudioso de aquel pasado: el joven periodista encontrar¨¢ en Censura en el mundo antiguo los precedentes de una realidad todav¨ªa hoy viva; el m¨¦dico en ciernes aprender¨¢ en Therapeia: la medicina popular en el mundo cl¨¢sico la genealog¨ªa de pr¨¢cticas como la homeopat¨ªa, los exorcismos, la terapia musical o el ayuno profil¨¢ctico. Dos obras, s¨ª, todav¨ªa insuperadas en la bibliograf¨ªa universal. Quien sienta la vocaci¨®n po¨¦tica o vea en la poes¨ªa una forma de conocimiento, se sentir¨¢ iluminado por De la inspiraci¨®n po¨¦tica y la idea de belleza. Al que atraiga el mundo del teatro, de la filosof¨ªa, de la oratoria, de las letras, que se acerque a sus traducciones comentadas de Arist¨®fanes, S¨®focles, Plat¨®n, Luciano o Lisias, cuya pulcritud le vali¨® el Premio Nacional de Traducci¨®n.
Pero Luis Gil, se?or del griego y del lat¨ªn, sali¨® de Grecia y Roma para aventurarse en los archivos que guardan nuestra historia moderna en legajos escritos en una y otra lengua. As¨ª, investig¨® las relaciones de Espa?a con la cristiandad oriental, con Georgia, con Persia, siendo galardonado con el Premio Nacional de Historia.
Ese prop¨®sito de exhumar materiales in¨¦ditos fructific¨® en otros trabajos como Panorama social del humanismo espa?ol 1500-1800 o el muy reciente De pirata ingl¨¦s a rep¨²blico espa?ol: vida e industrias de Antonio Sherley, ya que escribi¨® casi hasta su muerte, a los 94 a?os.
Con la misma probidad habl¨® Luis Gil en las aulas y fuera de ellas. Para nuestra fortuna, los escritos permanecen, pero esa muerte nos arrebat¨® las palabras. Sus alumnos damos fe de que fue un maestro oral extraordinario, como si tanta intimidad con el mundo cl¨¢sico le hubiera confirmado en su intuici¨®n de las claves inalterables de la vida, para orientar, con humor, modernidad, sin pedanter¨ªa ninguna, decisiones de biograf¨ªa y profesi¨®n. A esa gracia ¡ªcharis didaskalias¡ª, que le hizo el mejor de los amigos, deben muchos lo que son: pues, al igual que ¨¦l se reconoci¨® disc¨ªpulo, deja numerosos en toda Espa?a.
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