Fotomat¨®n del a?o en que todo empez¨® (o termin¨®)
Arturo Lezcano retrata en ¡®Madrid, 1983¡ä una ¨¦poca determinante para explicar el presente, un a?o y una ciudad abordados tambi¨¦n por otros libros recientes
El periodista coru?¨¦s Arturo Lezcano (44 a?os) se puso hace tiempo a investigar un accidente de avi¨®n de Avianca ocurrido en Mejorada del Campo en noviembre de 1983 porque le llam¨® la atenci¨®n la cantidad de escritores latinoamericanos que hab¨ªan muerto en ¨¦l. Termin¨® el reportaje ¨Dlos escritores iban a un congreso en Colombia, eso explicaba su n¨²mero¨D y grab¨® un podcast. Todo pod¨ªa haber acabado ah¨ª. Pero, fascinado con lo que iba encontrando, sigui¨® tirando del hilo de esos meses y, a base ...
El periodista coru?¨¦s Arturo Lezcano (44 a?os) se puso hace tiempo a investigar un accidente de avi¨®n de Avianca ocurrido en Mejorada del Campo en noviembre de 1983 porque le llam¨® la atenci¨®n la cantidad de escritores latinoamericanos que hab¨ªan muerto en ¨¦l. Termin¨® el reportaje ¨Dlos escritores iban a un congreso en Colombia, eso explicaba su n¨²mero¨D y grab¨® un podcast. Todo pod¨ªa haber acabado ah¨ª. Pero, fascinado con lo que iba encontrando, sigui¨® tirando del hilo de esos meses y, a base de picar piedra en hemerotecas, entrevistar a protagonistas y asombrarse de lo que descubr¨ªa, acab¨® recogiendo material suficiente como para elaborar en un libro el retrato de un a?o clave en la historia contempor¨¢nea de Espa?a, en una ciudad que por entonces era a la vez muy moderna pero tambi¨¦n ¨Dcomo demuestra su cr¨®nica¨D muy cutre: Madrid. De ah¨ª el t¨ªtulo: Madrid, 1983 (Libros del K.O.).
Lezcano ha utilizado una t¨¦cnica curiosa para viajar al pasado: la del corresponsal extranjero. ?l mismo vivi¨® y trabaj¨® 12 a?os en Am¨¦rica Latina (seis en Buenos Aires, seis en R¨ªo de Janeiro), de modo que sabe colocarse en esa posici¨®n algo distanciada y aplicar un ojo libre de nostalgia y de prejuicios. El hecho de ser de A Coru?a, de tener siete a?os en la ¨¦poca que describe y de residir en Madrid solo desde 2017 tambi¨¦n le ha ayudado a encontrar esa ¨®ptica del que mira desde un lado. Lo que no quiere decir que el relato no sea trepidante, ya que constituye un fiel reflejo del a?o que retrata.
La aparici¨®n de Madrid, 1983 coincide con la publicaci¨®n reciente de otro libro que se ocupa de la ciudad en esa ¨¦poca: la novela de Fernando Benzo Los viajeros de la v¨ªa l¨¢ctea, en la que unos amigos que fueron j¨®venes en los a?os ochenta se vuelven a encontrar tres d¨¦cadas despu¨¦s. El a?o pasado, Jes¨²s Ordov¨¢s y Patricia Godes publicaron otro tambi¨¦n sobre aquel tiempo, Gu¨ªa del Madrid de la Movida, un paseo por los espacios en los que se desarroll¨® el movimiento juvenil madrile?o de la mano de algunos de sus protagonistas, entre ellos Almod¨®var o Alaska.
?Por qu¨¦ precisamente 1983? ?Qu¨¦ esconde? Lezcano recuerda que en octubre de 1982 ganaron los socialistas de Felipe Gonz¨¢lez por mayor¨ªa absoluta. De modo que a partir del a?o siguiente iba a llevarse a cabo el cambio de una vez por todas y las esperanzas, por fin, iban a ser cumplidas. ¡°Era un poco como decir, ok, ya hemos llegado. Este es el a?o cero de la historia. Aqu¨ª arranca todo. O se acelera. Y lo que sobrevino fue un ba?o de realidad para todo el mundo, un poco de esto es lo que hay¡±.
Madrid, en 1983, no era una ciudad f¨¢cil. Hay un dato sobrecogedor que aporta Lezcano y que explica bien de d¨®nde venimos: en diciembre de ese a?o la polic¨ªa recogi¨® a 567 ni?os que ped¨ªan limosna por la calle. Aquellos eran los d¨ªas en que los barrios obreros de la periferia, San Blas, Usera, el Pozo del T¨ªo Raimundo, Moratalaz, comenzaban a sacudirse el barro de las calles y a trocar las chabolas por bloques de pisos. Aunque no a la velocidad que las combativas asociaciones de vecinos exig¨ªan. Una de las primeras manifestaciones a las que se enfrent¨® el PSOE fue la celebrada en mayo de ese a?o en Vallecas y una de las frases m¨¢s coreadas en ella fue la de ¡°Felipe, bonito, queremos los pisitos¡±.
Hero¨ªna y atracos
El paro en el pa¨ªs escalaba hasta el 25%, y solo una cuarta parte cobraba alg¨²n tipo de ayuda. En Madrid se contaban entre 10.000 y 20.000 heroin¨®manos y sufr¨ªa una ola de atracos inaudita. Fue entonces cuando colocaron, por ejemplo, cristales blindados en las taquillas del metro o en los cobradores de los garajes p¨²blicos. En 1976, se contabilizaron 108 asaltos a bancos. En 1983, el n¨²mero escal¨® hasta un ins¨®lito 6.239. De aquella ¨¦poca eran los robos de coches, sobre todo el 1430, denominado La Loca por la velocidad que alcanzaba y su capacidad para derrapar. A este clima ayud¨® el que, como bien titul¨® un peri¨®dico de la ¨¦poca ¡°9.000 presos quedaron libres de una tacada¡±. La reforma judicial del ministro Fernando Ledesma acab¨® con la aberraci¨®n de que la inmensa mayor¨ªa de los presos lo fueran de manera preventiva, sin que se les hubiera juzgado. Pero aquello tuvo un precio que se pag¨® en la calle. Es un ejemplo de lo que cuenta el libro: las contorsiones sociales que fueron necesarias para encauzar un pa¨ªs en los ra¨ªles democr¨¢ticos. La conclusi¨®n fue que los joyeros pidieron armas para defenderse de la sucesi¨®n exasperante de atracos. Era un Madrid gris y duro, exactamente como lo presenta Jos¨¦ Luis Garci en El Crack y en El Crack II, rodadas por entonces.
Lezcano recuerda tambi¨¦n que entonces la ciudad, adem¨¢s de dura, era ¡°fascinante¡±. ¡°Era como un tablero del juego de la oca. Hab¨ªa de todo. Y ocurr¨ªa de todo. En un kil¨®metro cuadrado te pod¨ªas encontrar a varios miembros del comando Madrid de ETA, a los integrantes del GRAPO, a los modernos de la Movida vestidos de punkis ingleses y a un batall¨®n de camellos iran¨ªes comandando la venta de droga del barrio de Malasa?a. Todos quer¨ªan estar en Madrid: desde los terroristas porque ten¨ªan m¨¢s repercusi¨®n a los grupos pop de provincias, exactamente por lo mismo¡±.
Despolitizaci¨®n
El libro, escrito a modo de cr¨®nica, recuerda la guerra sucia, que comenz¨® ese mismo a?o y la desaparici¨®n del atracador de poca monta Santiago Corella El Nani a manos de polic¨ªas corruptos de comisar¨ªas de Madrid, que ocurri¨® tambi¨¦n por entonces. Pero tambi¨¦n alude a las fiestas municipales en los barrios, a los conciertos subvencionados, a las ganas de salir y de divertirse de la gente a pesar de todo y a las ocurrencias y el carisma del alcalde Enrique Tierno, s¨ªmbolo parad¨®jico de todo aquel delirio festivo.
Lezcano tambi¨¦n relata en su cr¨®nica la despolitizaci¨®n que experimentaron los j¨®venes de la Movida, entonces en su punto ¨¢lgido, hartos de que los hermanos mayores les aseguraran que iban a cambiar el mundo sin llegar a hacerlo nunca. Para esos hijos peque?os de aquella ¨¦poca ¡°la idea¡±, escribe Lezcano, ¡°no era precisamente vivir elevados en una nube de trascendencia¡±. Pero recuerda que en aquel a?o, en mayo, se mat¨® en un accidente de tr¨¢fico Eduardo Benavente, el l¨ªder del grupo Par¨¢lisis Permanente. ¡°Y con ¨¦l se iba una parte de La Movida y seguramente lo poco de inocencia que ya le quedaba a la troupe¡±. Meses despu¨¦s, el 17 de diciembre, se incendiaba Alcal¨¢ 20 matando a m¨¢s de ochenta personas en su interior. Tierno, en el lugar de los hechos, dese¨® entonces que aquel a?o, en el que, seg¨²n Lezcano, se iban a poner ¡°las bases de lo que tenemos ahora¡±, se acabara de una vez.