Cuando John Lennon se comparaba con Jesucristo
Una entrevista con la reportera Maureen Cleave estuvo a punto de hundir a los Beatles. Al final, facilit¨® su tr¨¢nsito a su ¨¦poca de mayor creatividad
A principios de mes, falleci¨® Maureen Cleave, con 87 a?os. Hoy, quiz¨¢s su nombre solo signifique algo para los estudiosos de los Beatles; ella fue de los pocos miembros de la prensa con acceso al grupo. Acceso tan estrecho que, durante un tiempo, se crey¨® que era la protagonista de Norwegian Wood, el¨ªptica cr¨®nica lennoniana de una aventura extramatrimonial. Y no.
Graduada en Historia Moderna por Oxford, Cleave ejerc¨ªa de secretaria en el London Evening Standard c...
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A principios de mes, falleci¨® Maureen Cleave, con 87 a?os. Hoy, quiz¨¢s su nombre solo signifique algo para los estudiosos de los Beatles; ella fue de los pocos miembros de la prensa con acceso al grupo. Acceso tan estrecho que, durante un tiempo, se crey¨® que era la protagonista de Norwegian Wood, el¨ªptica cr¨®nica lennoniana de una aventura extramatrimonial. Y no.
Graduada en Historia Moderna por Oxford, Cleave ejerc¨ªa de secretaria en el London Evening Standard cuando consigui¨® el encargo de inaugurar una secci¨®n dedicada al pop, Disc Date. Tuvo suficiente agilidad para viajar a Liverpool en 1963 y entrevistar a un grupo que iba camino de conseguir su primer n¨²mero uno con Please Please Me. Aunque diez a?os mayor que George Harrison, el aspecto juvenil de Maureen gust¨® a The Beatles. Fue sometida a bromas inocentes y pas¨® las pruebas con nota: entr¨® en la pandilla. Tanto que Lennon acept¨® sus sugerencias para un par de versos de A Hard Day¡¯s Night.
Durante la beatleman¨ªa, que una periodista tuviera l¨ªnea directa con el grupo era una garant¨ªa de empleo asegurado. As¨ª, Cleave pod¨ªa llamar a Lennon y proponerle una cr¨®nica de su cotidianidad. El gancho estaba en que John ten¨ªa su casa ¡ªal igual que George y Ringo¡ª en Weybridge, zona residencial favorita de banqueros y corredores de bolsa. En realidad, McCartney, instalado en la capital, era el ¨²nico beatle con vida social y cercan¨ªa a la bohemia.
Hoy ser¨ªa imposible tal reportaje (habr¨ªa al menos un agente de prensa vigilando y condiciones previamente pactadas). Pero Maureen lo logr¨® y su texto se public¨® el 4 de marzo de 1966, bajo el titular ?C¨®mo vive un beatle? John Lennon vive as¨ª. No hab¨ªa maldad en Cleave, aunque tampoco se mord¨ªa la lengua. Aunque con tono amable, presentaba a un Lennon caprichoso, manirroto, indolente, sin sentido del tiempo, ajeno a su familia. La casa estaba llena de televisores, magnet¨®fonos y caprichos que en alg¨²n momento parecieron una idea genial: una armadura, un traje de gorila. Su librer¨ªa inclu¨ªa los coloristas tomos de Guillermo Brown junto a esos cl¨¢sicos encuadernados en cuero destinados a amueblar mansiones de nuevos ricos.
Y coches, muchos coches de lujo. Entre ellos un rolls royce que algunos viandantes confund¨ªan con el de la Reina. Sin embargo, Isabel II nunca hubiera pensado en el equipamiento extra exigido por el beatle: cama plegable, frigor¨ªfico e ¡ªindispensable¡ª televisor. Lennon presum¨ªa de haber le¨ªdo ¡°millones de libros¡±, pero parec¨ªa amorrado a la teta electr¨®nica.
El texto inclu¨ªa una rotunda declaraci¨®n de Lennon para la historia: ¡°El cristianismo desaparecer¨¢. Se encoger¨¢ y se evaporar¨¢. No tengo ni que discutirlo: estoy en lo cierto y el tiempo lo demostrar¨¢. Ahora mismo somos m¨¢s populares que Jesucristo. No s¨¦ si el cristianismo durar¨¢ m¨¢s que el rock¡¯n¡¯roll. Jesucristo era un buen tipo, pero sus disc¨ªpulos han resultado cortitos y vulgares. Manipularon sus ense?anzas y eso me fastidia.¡±
En el Reino Unido, con su tradici¨®n de exc¨¦ntricos y provocadores, esas palabras de John Lennon pasaron desapercibidas. No as¨ª en Estados Unidos, donde una revista para adolescentes, Datebook, se apresur¨® a destacarlas (curiosamente, la portada de ese n¨²mero estaba ocupada por Paul McCartney, el m¨¢s deseable de los Beatles por su solter¨ªa). Y empez¨® una tormenta perfecta.
WAQY, una diminuta radio de Alabama, sugiri¨® a sus oyentes que quemaran sus discos de The Beatles. Otras emisoras del Sur Profundo anunciaron un boicot de ¡°ese grupo de cantantes extranjeros¡±. La prensa nacional se hizo eco y la furia se desbord¨®: un senador de Pensilvania exigi¨® a los promotores que no los contrataran en su Estado. Y es que The Beatles iniciaban pocos d¨ªas despu¨¦s, el 12 de agosto, su tercera gira por EE UU y Canad¨¢.
Los Beatles llegaron amedrentados. Acababan de pasar por un susto de muerte en Filipinas, donde un malentendido con Imelda Marcos, la esposa del dictador, desemboc¨® en agresiones. Se montaron conferencias de prensa para que Lennon explicara sus comparaciones con Jesucristo y el cristianismo. No pudo revelar la causa inmediata: que en aquella cita con Maureen seguramente estaba hasta arriba de marihuana.
Con todo, llegaron amenazas de muerte. No disfrutaron aquella gira. Actuaban media hora en grandes estadios, con una amplificaci¨®n que no pod¨ªa competir con el griter¨ªo del personal. Y hubo conciertos d¨®nde no llenaron. Eso ocurri¨® en su despedida, el 29 de agosto, en San Francisco, la ciudad que al a?o siguiente tomar¨ªa el relevo de la contracultura mundial.
Para entonces, los Beatles ya hab¨ªan decidido secretamente dejar de girar. De alguna manera, fue consecuencia de la entrevista de Maureen Cleave. Ergo, se podr¨ªa decir que a ella debemos que dedicaran todas sus energ¨ªas al estudio. Y que comenzaran en diciembre de 1966 la m¨¢s extraordinaria racha de grabaciones de la historia del rock, de Sgt. Pepper a Abbey Road.