Compa?era Almudena
La emoci¨®n es la l¨ªnea m¨¢s recta para tocar el coraz¨®n de alguien, para calentar el coraz¨®n helado de alguien y que se ponga en el lugar del otro
De todas las mujeres que viv¨ªan en esa fuerza radiante que era Almudena Grandes, quiero recordarla hoy, en la oscuridad de esta tarde pen¨²ltima de noviembre, como una compa?era. Porque as¨ª me hizo sentir siempre que nos vimos. Nos distanciaban millones de p¨¢ginas escritas, su lucidez, su valent¨ªa, su risa abierta y arrolladora y el torrente de su narrativa. Pero siempre descendi¨® hasta mi lado para ser una compa?era. Para recomendarme novelas con ...
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De todas las mujeres que viv¨ªan en esa fuerza radiante que era Almudena Grandes, quiero recordarla hoy, en la oscuridad de esta tarde pen¨²ltima de noviembre, como una compa?era. Porque as¨ª me hizo sentir siempre que nos vimos. Nos distanciaban millones de p¨¢ginas escritas, su lucidez, su valent¨ªa, su risa abierta y arrolladora y el torrente de su narrativa. Pero siempre descendi¨® hasta mi lado para ser una compa?era. Para recomendarme novelas con entusiasmo ¡ªla ¨²ltima, Zuleij¨¢ abre los ojos¡ª, para decirme habla t¨², que a m¨ª me tienen muy vista, para prestarme luz, para rega?arme por mi timidez o para contar que hab¨ªa empezado con algo nuevo que todav¨ªa respiraba solo en sus cuadernos.
Y es en esa camarader¨ªa de dos que escriben donde conflu¨ªan todas las mujeres, que yo ve¨ªa en ella y admiraba desde hace tantos a?os: la escritora, la lectora, la amiga y la mujer de izquierdas.
Hay un mensaje suyo que me duele hoy reencontrar en mi tel¨¦fono. Justo hoy que se ha marchado acompa?ada por cientos de lectores, familia y amigos. Me lo envi¨® en diciembre de 2017, se acababa de publicar Los pacientes del doctor Garc¨ªa. Me dijo algo as¨ª como que muchas veces pensaba si no estar¨ªa empe?ada en caminos que, tal vez, no interesar¨ªan a nadie. Si no se estar¨ªa equivocando. Y que leer mi novela le hab¨ªa hecho sentir menos sola. Se refer¨ªa a su trabajo, a trav¨¦s de la imaginaci¨®n y del rigor hist¨®rico y sujeto en miles de p¨¢ginas habitadas por cientos de personajes, por dignificar la vida de los derrotados de nuestro pa¨ªs. Esas orillas an¨®nimas que despreci¨® la implacable dictadura. Me escrib¨ªa ese mensaje la misma mujer que hace un par de d¨ªas puso la palabra orfandad en la boca de millones de lectores en todo el mundo.
Y aun as¨ª, Almudena dudaba. La escritura es dudar, dec¨ªa, y tomar decisiones.
Puede que la literatura no tenga la fuerza para hacer justicia que tienen los tribunales, ni la potencia que podr¨ªa desplegar el Estado, ni la verdad que suponemos a los libros de Historia. Pero tiene algo de lo que todo lo dem¨¢s carece: emoci¨®n. La emoci¨®n es la l¨ªnea m¨¢s recta para tocar el coraz¨®n de alguien, para calentar el coraz¨®n helado de alguien y que se ponga en el lugar del otro. Que se acerque, por fin, al otro. Y si cada d¨ªa somos m¨¢s los que dejamos de sentirnos solos en este empe?o, tal vez, algo termine por acercarnos. Y sanarnos.
Almudena, y quiero llamarla compa?era, quedas escrita. Queda escrita Espa?a, Madrid y todos nuestros aires m¨¢s dif¨ªciles. No hay posible testigo que recoger de ti, pero persistiremos a trav¨¦s de las historias m¨¢s olvidadas en narrar un pa¨ªs que nos contenga a todos: a los que lo pisaron antes y a los que respiramos ahora.
Nunca estar¨¢s sola. Nunca estuviste equivocada.