Muere a los 90 a?os Alvin Lucier, pieza clave de la historia del arte sonoro
El compositor de ¡®I Am Sitting in a Room¡¯ muere por complicaciones derivadas de una ca¨ªda fortuita
Alvin Lucier, compa?ero de John Cage, profesor, compositor de una las obras m¨¢s emblem¨¢ticas de la historia del arte sonoro, I Am Sitting in a Room, y con una de las trayectorias musicales m¨¢s ricas y complejas de la historia del arte sonoro, ha fallecido a los 90 a?os por complicaciones derivadas de una ca¨ªda fortuita.
Emancipada la disonancia tras los esfuerzos de Arnold Sch?nberg y...
Alvin Lucier, compa?ero de John Cage, profesor, compositor de una las obras m¨¢s emblem¨¢ticas de la historia del arte sonoro, I Am Sitting in a Room, y con una de las trayectorias musicales m¨¢s ricas y complejas de la historia del arte sonoro, ha fallecido a los 90 a?os por complicaciones derivadas de una ca¨ªda fortuita.
Emancipada la disonancia tras los esfuerzos de Arnold Sch?nberg y su entorno, y llevada esa emancipaci¨®n al campo de la duraci¨®n y la din¨¢mica con Pierre Boulez en lo que se llam¨® serialismo integral, algo se quedaba en el tintero para lograr una emancipaci¨®n integral de todos los componentes del fen¨®meno musical. Se trataba de visibilizar y emancipar la fisicidad misma del sonido, es decir, su timbre en un sentido aproximado. En los a?os sesenta resultaba evidente para los compositores que esa emancipaci¨®n total del sonido musical era la tarea a realizar y en esa direcci¨®n fueron los esfuerzos. En Francia, los espectralistas ¡ªG¨¦rard Grisey, Tristan Murail y Hughes Dufourt¡ª se pusieron a ello dentro de la ¨®rbita del IRCAM, instituto de investigaci¨®n dirigido por el citado Boulez. En Estados Unidos, y bajo el ascendente de John Cage, aunque los resultados fueran musicalmente hasta antag¨®nicos (as¨ª lo intenta hacer ver la cr¨ªtica cuando tiene ocasi¨®n), se ten¨ªan en la cabeza horizontes similares. De entre todos esos americanos, el que llev¨® m¨¢s lejos y con m¨¢s resultados m¨¢s logrados esa emancipaci¨®n del timbre fue sin duda Alvin Lucier, que el 1 de diciembre muri¨® a los 90 a?os como consecuencia de una ca¨ªda fortuita.
Lucier estudi¨® composici¨®n y teor¨ªa musical en las universidades de Yale y Brandeis, y fue profesor de la Wesleyan University ¡ªprincipal centro difusor de la obra escrita de John Cage¡ª desde 1970 hasta 2011. En 1966 fund¨® junto a Robert Ashley, David Berhman y Gordon Mumma, el Sonic Art Union; sin embargo, ya un a?o antes hab¨ªa estrenado una de sus obras m¨¢s importantes, Music for solo performance ¡ªobra para ondas cerebrales enormemente amplificadas y percusi¨®n, seg¨²n reza el subt¨ªtulo de la pieza¡ª, en una premi¨¨re en la que tambi¨¦n se escuch¨® por primera vez Rozart Mix, de John Cage.
Sin embargo, la pieza que m¨¢s repercusi¨®n tuvo de toda su producci¨®n, convirti¨¦ndose en una de las m¨¢s ejecutadas de todo el repertorio del arte sonoro, lleg¨® en 1969: I Am Sitting in a Room. Fue tal su influencia que el Whitney Museum decidi¨® titular con ese nombre su monumental retrospectiva del arte sonoro americano (I Am Sitting in a Room: Sound Works by American Artists 1950-2000). La idea es sencilla: en una estancia dada, se graba con un magnet¨®fono una retah¨ªla de voz que, acto seguido, se reproduce al tiempo que se graba con otro magnet¨®fono, y as¨ª en un bucle de duraci¨®n determinada que va sobreponiendo sobre la cinta grabaci¨®n tras grabaci¨®n. El resultado es la p¨¦rdida paulatina de las cualidades del sonido: primero, altura, duraci¨®n y din¨¢mica, pero cierto tiempo despu¨¦s, tambi¨¦n el timbre. Cuando pasa el tiempo suficiente, lo que queda es la mera reverberaci¨®n del espacio: el sonido del espacio en el que la pieza es ejecutada.
Como deseaba su compositor, y queda expresado en la colecci¨®n de partituras explicadas del autor y publicadas bajo el nombre de Chambers (Wesleyan University, 1980), la pieza ha sido y sigue siendo ejecutada en la m¨¢s variopinta diversidad de espacios, lenguas, duraciones y procedimientos, teniendo siempre un resultado diferente, imprevisto y, habitualmente, fascinante para el oyente; de ah¨ª, seguramente, parte de su ¨¦xito. La m¨¢s difundida es una versi¨®n de 45 minutos exactos ejecutada por el propio Lucier y publicada por Lovely Music en 1980, pero existen algunas de hasta 24 horas de duraci¨®n realizadas en espacios mucho mayores, como la realizada en una capilla de Oberlin, Ohio.
Generar sonidos ionosf¨¦ricos, usar el espacio como filtro, trabajar con conchas, la retentiva mental o sonares, componer con la arquitectura y no de espaldas a esta, hacer audible el espacio¡ Por supuesto que ¡ªcomo les se?al¨® Theodor Adorno a Cage, Boulez, Stockhausen y otros compositores que escuch¨® en un encuentro de Darmstadt al que fue invitado¡ª el gran riesgo que corre este trabajo es olvidar la tarea y responsabilidad propia del compositor y dejarse llevar por el fetichismo del sonido; y en muchos casos resulta evidente que as¨ª es, pero en otros, como el de Lucier, su responsabilidad como m¨²sico estuvo a la altura de su tiempo, recogiendo problemas musicales y d¨¢ndoles respuestas musicales, no sirviendo est¨¢s ¨²nicamente de sebo a la especulaci¨®n posmoderna, a la experimentaci¨®n autoindulgente, sino siendo ¨²tiles, incluso, a la escucha. El mismo Lucier recuerda en uno de sus textos lo poco que le gustaba a Edgar Var¨¨se que llamaran experimentaci¨®n a su m¨²sica: ¡°No escribo m¨²sica experimental. Cuando escribo m¨²sica ya he concluido los experimentos¡±.