La locura en la historia de Espa?a: del primer manicomio a reyes incapacitados
El psiquiatra Enrique Gonz¨¢lez Duro recorre en un voluminoso libro el tratamiento de las enfermedades mentales desde la Edad Media hasta el franquismo, marcado por una ciencia m¨¦dica siempre rezagada
¡°La historia de Espa?a es la de un pa¨ªs muy contradictorio¡±. A partir de esta frase lapidaria, el psiquiatra ya retirado Enrique Gonz¨¢lez Duro (La Guardia, Ja¨¦n, 82 a?os) desarrolla su tesis en la monumental Historia de la locura en Espa?a (editorial Siglo XXI de Espa?a, 744 p¨¢ginas), en la que describe comportamientos an¨®malos de reyes, pol¨ªticos, artistas y ciudadanos an¨®nimos en un recorrido que parte de la Baja Edad Media y llega hasta el franquismo. En ese trecho, posesos, brujas, beatas, hechizados, iluminados...
La primera de esas paradojas, crucial, es que en suelo espa?ol se abri¨® el primer manicomio conocido en Occidente. Fue en Valencia, en 1409, pero la psiquiatr¨ªa nacional no despeg¨® hasta el siglo XIX y como imitaci¨®n de la surgida en Francia tras la Revoluci¨®n de 1789.
¡°La raz¨®n de la diferencia de c¨®mo se abord¨® la locura en Espa?a con otros pa¨ªses la marca la Inquisici¨®n¡±, explica Gonz¨¢lez Duro en su casa en Madrid. ¡°Era una polic¨ªa ideol¨®gica que imped¨ªa la investigaci¨®n cient¨ªfica. Depend¨ªa del poder pol¨ªtico, no como en otros Estados, donde lo hac¨ªa de Roma. El inicio del tratamiento de la locura, entonces un problema social porque era una minor¨ªa marginal en las calles, se debe probablemente a los frailes mercedarios, que eran los que pagaban el rescate de cristianos prisioneros de los musulmanes en el norte de ?frica¡±. El doctor Gonz¨¢lez Duro hace un inciso para recordar que la palabra loco procede del ¨¢rabe.
¡°Estos frailes vieron lo que se hac¨ªa en esos lugares con los locos y trajeron esa idea moderna, que no hab¨ªa en Europa, de que hab¨ªa que encerrarlos y ponerles unos m¨¦dicos que los tratasen. En Espa?a fueron los comerciantes valencianos, un puerto de mar del Mediterr¨¢neo muy importante, los que sufragaron ese primer centro para que los que hab¨ªan perdido la raz¨®n no causaran problemas a sus negocios, ya que eran un peligro potencial¡±. No en vano, Lope de Vega ambient¨® dos siglos despu¨¦s su c¨¦lebre obra Los locos de Valencia en el hospital para enfermos mentales de esa ciudad. A este le siguieron los de Sevilla, Toledo, Valladolid¡ Pero otra distinci¨®n del caso espa?ol, explica, fue que verdaderamente no se pusieron m¨¦dicos en esos centros, ¡°y los pocos que hab¨ªa no ten¨ªan ning¨²n poder¡±. ¡°Los manicomios se convirtieron en atroces instituciones carcelarias¡±.
Gonz¨¢lez Duro, autor de Represi¨®n sexual, dominaci¨®n social (1976), sobre la moral de la sociedad cristiana occidental, o Biograf¨ªa del miedo (2007), sobre nuestros temores en el mundo actual, a?ade: ¡°En la Edad Media, locos, pobres y leprosos estaban mezclados, se les trataba de la misma forma, encerr¨¢ndolos, ni siquiera se les calificaba de enfermos, y los mejores m¨¦dicos se dedicaban a las clases nobles y a los reyes¡±.
Precisamente, el comportamiento de varios monarcas espa?oles es analizado en el libro. Quiz¨¢s el caso m¨¢s popular sea el de la reina Juana I de Castilla, que ha pasado a la historia como ¡°la Loca¡±. ?l la describe como una mujer muy celosa ante los amor¨ªos de su marido, Felipe el Hermoso, aunque recuerda que las intrigas pol¨ªticas motivaron que este y el padre de Juana, Fernando el Cat¨®lico, ¡°se conchabaran para que se la considerase incapacitada, hasta el punto de que las Cortes de Valladolid la tuvieron que examinar, pero decidieron no inhabilitarla. En ese proceso ella dice: ¡®Mi madre [Isabel la Cat¨®lica] ten¨ªa peor genio que yo y nadie la llam¨® loca¡±.
La muerte de El Hermoso, en 1506, la destroza, pero el psiquiatra se?ala que se trata de uno de los ejemplos ¡°de c¨®mo se ha falseado la historia de Espa?a¡±. ¡°Se cont¨® que sigui¨® el sepulcro de su marido hasta Granada, pero era por un tema testamentario. Tambi¨¦n se convirti¨® en s¨ªntoma de su locura que se abriera cada cierto tiempo el ata¨²d, pero era por una cuesti¨®n de higiene, por si ten¨ªa gusanos y ver c¨®mo estaba el cad¨¢ver. O que alarg¨® el cortejo f¨²nebre, pero este se deten¨ªa porque pasaba por zonas en las que hab¨ªa peste¡±.
Lo cierto es que Juana se abandona: no se lava, no se cambia de ropa, come sin cubiertos, duerme en el suelo... ¡°Su padre la encierra en el castillo de Tordesillas, con una crueldad como casi no se ha visto. Est¨¢ en r¨¦gimen de aislamiento, en una estancia sin ventanas, mal alimentada, los criados eran vigilantes¡ Esto lo endureci¨® su propio hijo, el futuro emperador Carlos V¡±, tras la revuelta de los comuneros, que la quer¨ªan como soberana. La situaci¨®n se extendi¨® durante 46 a?os, hasta su muerte en 1555. ¡°Est¨¢ claro que acab¨® loca. No hay quien resista un r¨¦gimen as¨ª. Al final de su vida se rebel¨®, blasfemaba, no iba a misa...¡±.
De Felipe II subraya que ¡°ni su vida ni su muerte fueron normales¡±. ¡°Ten¨ªa la man¨ªa obsesiva de escribirlo todo sobre los asuntos de gobierno, era muy fr¨ªo, desconfiado; y su fallecimiento estuvo precedido de una agon¨ªa larga y espantosa, en la que le llevaron todo tipo de reliquias¡±. A esto suma ¡°el episodio de la muerte de su hijo, que se ha querido blanquear¡±. Don Carlos fue ¡°un ni?o col¨¦rico, cruel con los animales, maltrataba a los criados¡±. ¡°Loco y furioso¡±, lo describi¨® el embajador franc¨¦s. El llamado rey prudente ¡°orden¨® encerrarlo en el castillo de Ar¨¦valo por traici¨®n, debido a sus conversaciones con los independentistas de los Pa¨ªses Bajos; lleg¨® a escribir a otros reyes justificando la medida¡±. A los seis meses, el pr¨ªncipe de Asturias, que vagaba desnudo y se com¨ªa objetos, fue hallado muerto. Gonz¨¢lez Duro se?ala en el libro que la desatenci¨®n consentida por su padre aceler¨® su muerte a los 23 a?os.
El caso de Carlos II, el Hechizado, ¡°fue por la endogamia [sus padres eran t¨ªo y sobrina], era alguien que hoy calificar¨ªamos de discapacitado¡±. El autor cuenta los intentos de deshechizarlo, alguno incluso a distancia de la Corte madrile?a, y recupera el testimonio del nuncio del Papa cuando visit¨® al rey cuando este ten¨ªa 18 a?os: ¡°Mira con expresi¨®n melanc¨®lica y asombrada. [...] Se muestra ab¨²lico, ap¨¢tico e irascible, torpe e indolente y parece que atontado¡±.
Su sucesor, el primer Borb¨®n, Felipe V, tambi¨¦n merece un comentario: ¡°Obsesionado con el sexo y la religi¨®n¡±, ¡°de rasgos depresivos y esquizoides¡±, lleg¨® a vestir casi un a?o la misma ropa, rehu¨ªa el sol porque dec¨ªa que le traspasaba la espalda y sufr¨ªa ataques en los que prorrump¨ªa en espantosos alaridos. El rey llamado El Animoso, que pasaba horas y horas en la cama con las dos esposas que tuvo ¡ªincluso parece que usaba afrodisiacos para su desatado apetito sexual¡ª abdic¨® en 1724, pero muri¨® el heredero [Luis I, que rein¨® 229 d¨ªas] y lo repusieron en el trono, ¡°cuando claramente estaba incapacitado¡±.
Una revoluci¨®n francesa
El reinado de Carlos IV coincide con la Revoluci¨®n Francesa, ¡°que es cuando se crea la psiquiatr¨ªa cient¨ªfica, la especialidad m¨¦dica para tratar a los locos¡±. ¡°En Francia se preguntan qu¨¦ hacer con los que no han matado a nadie ni han cometido delitos, pero son raros, no cumplen las normas. La soluci¨®n es crear manicomios y ponerles m¨¦dicos. Ah¨ª es cuando se les empieza a considerar enfermos. En Espa?a se hizo una copia p¨¢lida y tard¨ªa de este modelo ya en el XIX, as¨ª como se importaron t¨ªmidamente las ideas de Alemania¡±.
El esbozo de una psiquiatr¨ªa moderna en Espa?a lleg¨® con la Segunda Rep¨²blica, favorecida por un decreto de 1931 y la inspecci¨®n de los psiqui¨¢tricos. ¡°El embri¨®n en espa?ol del psicoan¨¢lisis surge en Madrid de un grupo formado en Alemania, pero con la Guerra Civil, esa inmensa locura colectiva, mueren o son depurados o se van al exilio, sobre todo a Argentina, y por eso all¨ª se forma un movimiento psicoanal¨ªtico importante. Freud estuvo prohibido aqu¨ª hasta 1948. El franquismo se opon¨ªa porque tocaba el tema del sexo¡±. Lo que no cambi¨® en d¨¦cadas fue la s¨®rdida situaci¨®n de los manicomios. ¡°La psiquiatr¨ªa espa?ola, la respuesta del Estado a la locura, ha sido siempre una frustraci¨®n¡±.
Sobre ese r¨¦gimen Gonz¨¢lez Duro ha publicado Los rojos no estaban locos (2008) y Las rapadas. El franquismo contra la mujer (2012). De c¨®mo era la mente del dictador, expone: ¡°Franco era un mis¨®gino, acomplejado porque los compa?eros de clase se re¨ªan de ¨¦l por su voz y su estatura, mediocre, odiaba a su padre y estaba obsesionado con el poder¡±. Este psiquiatra concluye que la locura ¡°ha existido siempre y est¨¢ por todas partes, no solo en los manicomios¡±. Ya lo sugiri¨®, con mucho humor, Woody Allen en el final de Annie Hall:
-Doctor, mi hermano est¨¢ loco. Se cree una gallina.
-?Y por qu¨¦ no lo mete en un manicomio?
-Lo har¨ªa, pero necesito los huevos.
De algo m¨¢s de 2.000 ingresados en manicomios en 1859 a 20.000 en 1910
A mediados del siglo XIX, el Ministerio de la Gobernación publicó las primeras estadísticas oficiales en España sobre el número de dementes: 7.277, de los que solo estaban ingresados poco más de mil. Una década después, en 1859, había 17 establecimientos públicos “dedicados entera o parcialmente al tratamiento de alienados”, pero lastrados por los pocos medios que les daba el Estado. Sumaban 2.217 internos. En 1879 eran 26 establecimientos, con 3.790 enfermos mentales. Esto motivó, a finales de siglo, la expansión de los manicomios privados. En 1910, los 35 psiquiátricos públicos sumaban ya casi 20.000 ingresados.
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