Tanques en el museo: Sherman contra Tiger en la sala de exposiciones
El nuevo libro de James Holland sobre el regimiento blindado Sherwood Rangers inspira una muestra temporal en el National Army Museum de Londres
¡°Tiger!¡±. La palabra gritada resuena en la sala entre una cacofon¨ªa de ametralladoras y provoca la natural alarma en las dos ¨²nicas personas (un anciano veterano de guerra y el autor de estas l¨ªneas) que se encuentran en un mediod¨ªa londinense visitando la exposici¨®n temporal Brothers in Arms en el National Army Museum (NAM), el otro gran museo militar de la ciudad junto al Imperial War Museum. El NAM no tiene p¨¦rdida porque es el ¨²nico museo en Chelsea que tie...
¡°Tiger!¡±. La palabra gritada resuena en la sala entre una cacofon¨ªa de ametralladoras y provoca la natural alarma en las dos ¨²nicas personas (un anciano veterano de guerra y el autor de estas l¨ªneas) que se encuentran en un mediod¨ªa londinense visitando la exposici¨®n temporal Brothers in Arms en el National Army Museum (NAM), el otro gran museo militar de la ciudad junto al Imperial War Museum. El NAM no tiene p¨¦rdida porque es el ¨²nico museo en Chelsea que tiene un tanque en la puerta (un Challenger 2 de 70 toneladas y ca?¨®n de 120mm). Y precisamente de tanques va Brothers in Arms: una peque?a pero emocionante exposici¨®n (hasta el 6 de mayo) sobre uno de los regimientos blindados m¨¢s legendarios de la historia, el Sherwood Rangers Yeomanry, que pele¨® bravamente en la Segunda Guerra Mundial, y se hizo acreedor a un n¨²mero de honores de batalla superior a los de cualquier otra unidad del ej¨¦rcito brit¨¢nico. La cruz de ese ¨¦xito fue una espantosa cantidad de bajas. Hubo un momento, en el coraz¨®n de la lucha contra los nazis en Europa, en que la posibilidad de un tanquista del Sherwood Rangers de salir indemne era literalmente cero. Curiosamente, la mayor¨ªa de los que cayeron fueron alcanzados fuera del tanque, generalmente, ¡ªy no es broma¡ª mientras tomaban el t¨¦.
La exposici¨®n, con objetos originales, armas, uniformes, fotos, mapas, cartas, filmaciones y un audio en el que se puede escuchar una intensa conversaci¨®n por radio entre blindados en pleno combate (¡°Tiger!, Tiger!¡±, se oye chillar a un comandante al descubrir uno de esos temibles carros alemanes emboscado; y a un artillero: ¡°Give me more ammo!¡±), resigue las experiencias de ocho destacados miembros del regimiento y da testimonio de lo que era luchar en tanques en la segunda contienda. Destaca la muestra, que cobra inesperada actualidad con la nueva guerra en Europa (aunque aqu¨ª no hay T-90 rusos), el valor que hac¨ªa falta para estar metido en un claustrof¨®bico espacio met¨¢lico lleno de municiones de alto poder explosivo, esperando recibir en cualquier momento el impacto de un proyectil enemigo que convertir¨ªa tu carro en un horno y a ti te abrasar¨ªa o te reducir¨ªa a pedazos. A veces literalmente desaparec¨ªas, como le paso al carrista Ronnie Hill mientras conversaba subido al tanque de un amigo y le alcanz¨® un proyectil convirti¨¦ndolo en una lluvia de sangre y v¨ªsceras que cubri¨® a su interlocutor de la cabeza al ombligo. ¡°Terrible trabajo ir recogiendo trozos en los tanques a¨²n calientes y humeantes, junt¨¢ndolos para la identificaci¨®n y poni¨¦ndolos en mantas para enterrarlos¡±, escribe conmocionado un tanquista en la exposici¨®n.
Una lista provisional de bajas que recoge los muertos en acci¨®n (KIA) el 16 de agosto del 44 anota cinco nombres con la terrible apostilla ¡°se supone que son¡± y descripciones como ¡°quemado m¨¢s all¨¢ de la identificaci¨®n¡±, ¡°roto y esparcido por dentro del tanque¡±, o ¡°completamente despedazado¡±. Combatir en tanques, se recalca en una atm¨®sfera digna de Corazones de acero, la pel¨ªcula con Brad Pitt (el Sherwood Rangers us¨® en Europa especialmente carros Shermans estadounidenses), era una manera brutal de luchar en una guerra.
La gracia de la exposici¨®n ¡ªsi se puede decir as¨ª, visto el tema¡ª es que est¨¢ basada en un libro, el ¨²ltimo del historiador James Holland, de mismo t¨ªtulo, tan Dire Straits, Brothers in Arms (Bantam Press, 2021). La exhibici¨®n sigue el planteamiento del libro e incluye objetos propiedad de Holland, notable coleccionista de material de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos chaquetas y monos originales de los tanquistas brit¨¢nicos. El museo ofrece la posibilidad de realizar visitas virtuales guiadas por el propio historiador.
La verdad, cuando, antes de saber que hab¨ªa una exposici¨®n, vi el libro en la edici¨®n original (lo publicar¨¢ ?tico de los libros en castellano el a?o que viene) en las mesas de novedades de Come In, la librer¨ªa inglesa de Barcelona, tuve mis dudas de si comprarlo. Acababa de leer el extraordinario Sicilia 1943 del propio Holland, ten¨ªa el eco de las bombas a¨²n en los o¨ªdos y otro libro del historiador seguido me parec¨ªa un exceso de Segunda Guerra Mundial; ll¨¢menle fatiga de combate. Adem¨¢s, un libro de medio millar de p¨¢ginas sobre un regimiento de ¨¦lite de tanques brit¨¢nico¡ yo siempre he sido m¨¢s de Panzer (Tigers, Panthers, King Tigers).
Pero cuando iba a dejarlo pasar se me ocurri¨® abrirlo al azar y me sali¨® un cap¨ªtulo titulado Tiger, Tiger, burning bright (Blake nunca hubiera imaginado que lo mezclar¨ªan con un tanque). ?C¨®mo no vas a comprarte un libro con un cap¨ªtulo as¨ª? Y est¨¢ lleno de fotos, mapas, una galer¨ªa de retratos de miembros de la unidad, y un sensacional esquema infogr¨¢fico a doble p¨¢gina de la composici¨®n de un regimiento blindado brit¨¢nico de la ¨¦poca. El Sherwood Ranger (cuatro de cuyos Sherman llevaban los nombres de Robin Hood, Lady Marian, Little John y Friar Tuck) era adem¨¢s, claro, el regimiento de Keith Douglas, el poeta tanquista, autor de las memorables memorias De El Alamein a Zem Zem que public¨® Javier Mar¨ªas en Reino de Redonda en 2012. Douglas muri¨® en Normand¨ªa al pisar una mina cuando baj¨® de su carro para hacer un reconocimiento.
Brothers in Arms es por supuesto puro Holland: una excelente combinaci¨®n de investigaci¨®n, informaci¨®n de primera mano (entrevistas con veteranos supervivientes) y una prosa emocionante. Aunque va explicando las peripecias del regimiento y arranca con su lucha en el Norte de Africa contra el Afrika Korps, no se pretende una historia exhaustiva al uso del Sherwood Rangers (creado en 1794 como unidad territorial) sino un ¡°snapshot¡±, una instant¨¢nea, como dice su autor, y se centra sobre todo en la parte m¨¢s dram¨¢tica que es el per¨ªodo 44-45 que va desde el desembarco de Normand¨ªa a la entrada de los Aliados en Alemania y el final de la guerra. En esa ¨¦poca el regimiento ¡ªque empez¨® la contienda como caballer¨ªa en Palestina en 1939, fue convertido en unidad de artiller¨ªa (as¨ª luch¨® en Tobruk) y luego de blindados sobre todo con los Crusader¡ª ya estaba masivamente equipada con Shermans.
El D¨ªa D, el Sherwood Rangers desembarc¨® con Shermans con flotadores, una idea que parece extravagante pero que funcion¨® bastante bien, excepto en los casos en que, como cuenta Holland, el dispositivo fall¨® o fue agujereado por disparos y los tanques se hundieron como piedras (hundirte metido en un Sherman deb¨ªa ser una experiencia de a¨²pa). La exposici¨®n del NAM exhibe algunos de los equipos de respiraci¨®n AETA (Amphibious Tank Escape Apparatus) que llevaban las tripulaciones para esos casos.
La casualidad ha querido que la semana pasada tuviera que viajar a Londres, as¨ª que me plant¨¦ en el NAM en un plis plas con el libro bajo el brazo. El NAM lleva a?os muy cambiado, desde su modernizaci¨®n, y ahora aquel museo a?ejo es un centro moderno, muy espacioso y luminoso en el que la cafeter¨ªa tiene vistas a un helic¨®ptero suspendido del techo. Se ha abierto a la sociedad, se celebran cumplea?os infantiles (hab¨ªa uno el d¨ªa que estuve) como en un chiquipark caqui y hasta puedes ver a una mujer dando el pecho a su beb¨¦, escena que generalmente no esperas encontrar en un museo militar, ni que sea ingl¨¦s. Tras un peque?o momento de confusi¨®n al no entender las indicaciones de un vigilante mayor sordo (los empleados suelen ser veteranos de guerra), encontr¨¦ la exposici¨®n, en un rinc¨®n de la primera planta. Me encant¨® el formato exposici¨®n-libro y m¨¢s llevando el libro le¨ªdo.
De entrada, te recibe un tanquista (un maniqu¨ª) con el mono del ramo y la boina negra. Me sorprendi¨® ver que el mono tiene peque?os bolsillos para bol¨ªgrafos en el pecho, a la manera de los gazires para balas de los cosacos: no parece que en un tanque en Villers-Bocage tuvieras tiempo para escribir mucho, aunque fueras Keith Douglas. Se ven tambi¨¦n las cl¨¢sicas chaquetas cortas de carrista (battledress jacket) que seg¨²n Holland son muy c¨®modas (la exposici¨®n anima a tocarlas). Tambi¨¦n hay radios, un proyectil de 1,75 mm, mensajes en papel enviados en el coraz¨®n de la batalla, listas de bajas, un cartel con un d¨ªa en la vida de un tanquista del regimiento (el bravo John Semken, comandante del Escuadr¨®n A, de 23 a?os), que incluye a las 17 horas del 26 de junio de 1944 en la rue Mathieu de Fontenay un ¡°cara a cara con un tanque Tiger, diez disparos, Tiger noqueado¡±, y un intenso v¨ªdeo del interior de un Sherman. Figura en la muestra un c¨®mic basado en las experiencias de Semken con el Tiger: ¡°A Jerry Panzer! Christ, it¡¯s a bloody Tiger!¡±. ?Boom!
La pi¨¨ce de resistence es el audio en el que resuenan el chirriar de las cadenas, el rebote de las balas en la coraza del tanque y las voces de los carristas, incluyendo el sentido ¡°Tiger!¡± que te revuelve las tripas (hay que imaginar lo que provocar¨ªa en el constre?ido espacio del Sherman). ¡°En el Sherman cuando te alcanzaban ten¨ªamos 20 o 30 segundos para escapar del infierno¡±, explica otro tanquista superviviente, Stan Perry (al que le salv¨® la vida la billetera de grueso cuero regalo de su mujer que detuvo una esquirla de metralla y que se exhibe en la exposici¨®n). Y otro m¨¢s, Bill Wharton, aporta estas sabias palabras: ¡°Mi experiencia me ha ense?ado que todo el mundo est¨¢ asustado en el combate y es solo el orgullo y la renuencia a mostrar el miedo que sientes lo que te mantiene en marcha¡±.