La gran bestia de la guerra cumple cien a?os
El tanque, icono de la violencia moderna, apareci¨® por primera vez hace un siglo, en la batalla del Somme
Es la gran bestia de la guerra terrestre, heredero del elefante que hizo temblar a la falange de Alejandro y a las legiones romanas, y del caballo, al que envi¨® al matadero de la historia militar. El tanque, tenido durante buena parte del siglo XX como el arma decisiva de la guerra moderna, la combinaci¨®n perfecta de movilidad, protecci¨®n y potencia de fuego, y a¨²n en el siglo XXI con un importante papel en los conflictos, cumple cien a?os. Un siglo de sembrar el terror con su artiller¨ªa y sus orugas en los campos de batalla pero tambi¨¦n en las ciudades, en la guerra y en la paz, en la Blitzkrieg -la guerra rel¨¢mpago de Hiter-, y en tantos golpes de Estado.
El d¨ªa 16 de septiembre de 1916 el tanque hizo su irrupci¨®n en la historia durante la batalla del Somme: eran los Mark I brit¨¢nicos, unas bestias extra?as con forma romboidal que parec¨ªan casamatas andantes, y que se presentaban como la soluci¨®n al estatismo de la guerra de trincheras. H. G. Wells los hab¨ªa imaginado y descrito muy parecidos en un relato publicado en 1903 en el que los denominaba land ironclads, acorazados terrestres, aunque en su caso funcionaban a vapor, llevaban troneras y no marchaban sobre orugas. La aportaci¨®n de los primeros tanques -con desastres t¨¢cticos como en Cambrai (1917), donde se combinaron con la caballer¨ªa tradicional y Amiens (1918), donde cargaron medio millar de unidades- fue controvertida, pero hab¨ªan llegado para quedarse: eran, sin duda, una realidad aplastante.
"Nadie sab¨ªa qu¨¦ eran, excepto que eran de los nuestros", recordaba un soldado brit¨¢nico
Desde entonces, su presencia no dej¨® de multiplicarse y el carro de combate pas¨® a convertirse en uno de los grandes iconos de la violencia de la humanidad. S¨ªmbolo del poder militar y tambi¨¦n pol¨ªtico, el tanque, ha sido sujeto del arte, la literatura -de Keith Douglas al Curzio Malaparte de La piel y Kaputt, sin olvidar a Sven Hassel-, el cine -La batalla de las Ardenas, Patton, La bestia, Corazones de acero, de Brad Pitt- y los videojuegos, y se ha inmortalizado en im¨¢genes arquet¨ªpicas arraigadas profundamente en la conciencia de la modernidad. Ah¨ª est¨¢n las columnas de panzers invadiendo Polonia en 1939, los T-54 sovi¨¦ticos en Hungr¨ªa en 1956 y en Checoslovaquia en el 68, los M 41 Walker Bulldog cercando el palacio de la Moneda chileno el 11 de septiembre de 1973, los Merkava israel¨ªes apedreados por los chicos palestinos en las Intifadas, la columna de carros Norinco Tipo 69/59 chinos detenida ante un hombre solitario en la plaza Tiananmen en 1989, los Abram estadounidenses en el desierto iraqu¨ª en 1991... O, claro, los M-47 de Milans del Bosch circulando por las calles de Valencia el 23-F.
El tanque, asociado desde sus inicios a Behemot, la criatura b¨ªblica de miembros como barras de hierro, era un largo sue?o b¨¦lico de invulnerabilidad en movimiento que ya dibuj¨® Leonardo da Vinci, pero, aunque hubo precedentes en forma de carretas y autom¨®viles blindados, su plasmaci¨®n real y efectiva no lleg¨® hasta la I Guerra Mundial. Brit¨¢nicos y franceses lo desarrollaron paralelamente para romper las tablas con los alemanes en el devastado frente y fueron los primeros los que lo hicieron debutar. El Mark I, que ten¨ªa versi¨®n "macho", con ca?¨®n, y "hembra", solo con ametralladoras, fue desarrollado a partir de tractores agr¨ªcolas estadounidenses. Las orugas, patentadas por la firma Holts, ya hab¨ªan probado su funcionalidad en terrenos escabrosos y Scott los hab¨ªa empleado en sus expediciones a la Ant¨¢rtida. El nombre de "tanque" proviene de que a los primeros prototipos se los camufl¨® bajo ese nombre como si fueran inofensivos dep¨®sitos de agua. La denominaci¨®n se hizo popular, aunque el ej¨¦rcito espa?ol siempre ha preferido denominarlos "carros de combate" y de hecho en la vieja Brunete te arrestaban si los llamabas tanques.
La primera aparici¨®n de los Mark I -de los 50 previstos solo pudieron atacar 20- en el campo de batalla en 1916, en el sector de Flers Courcelette del Somme, sorprendi¨® a propios y extra?os. "Eran enormes monstruos mec¨¢nicos, algo como no hab¨ªamos visto nunca", describi¨® un soldado ingl¨¦s al verlos lanzarse hacia las trincheras enemigas. "Nadie sab¨ªa qu¨¦ eran, excepto que eran de los nuestros". Al desmoronar las paredes de una trinchera propia, un oficial trat¨® de hacerlos detenerse golpeando el flanco de uno con su fusta. Desde el otro bando, un servidor de ametralladoras alem¨¢n los vio como "grandes monstruos de acero que se acercaban lentamente, dificultosamente, tambale¨¢ndose, oscilando, pero siempre avanzando". Tras romper el frente, cont¨® luego un prisionero b¨¢varo, alguien grit¨®: "?Qu¨¦ viene el diablo!".
El historiador militar Max Hastings no tiene ninguna duda sobre el mejor: "El T-34 sovi¨¦tico"
Los primeros tanquistas trataban de evitar los cuerpos ca¨ªdos, pero pronto lo dejaron por imposible inaugurando una espantosa tradici¨®n de aplastamientos, que tendr¨¢ un sanguinolento rastro a trav¨¦s de la historia y la literatura del carro de combate. El tanque propaga la muerte -entre los famosos que han ca¨ªdo bajo sus cadenas, la fot¨®grafa Gerda Taro, atropellada durante la Guerra Civil espa?ola por un T-26 republicano-, pero asimismo las tripulaciones est¨¢n siempre bajo la amenaza de un final espantoso: los carros son susceptibles de devenir hornos y ata¨²des de acero. En Cambrai, se perdieron 39 el primer d¨ªa de ofensiva y uno de los "recuperadores" -una tarea muy desagradable- explic¨® que al abrir las puertas de la casamata de uno de los carros alcanzados e incendiados encontraron varios pares de piernas de pie, sin nada sobre ellas: el resto de los cuerpos de los tripulantes se hab¨ªa volatilizado.
Curiosamente, los alemanes, que no hab¨ªan confiado en los tanques en la primera (construyeron muy pocos, 22, los A7V Mephisto, con tripulaciones de entre 18 y 20 hombres) fueron los artistas del carro de combate en la Segunda Guerra Mundial, inmortalizando nombres como los de Rommel o Guderian. Combinados con la aviaci¨®n y convertidos en elementos muy m¨®viles constituyeron la columna vertebral de acero de la guerra rel¨¢mpago. La guerra del 39 al 45 supuso la apoteosis del tanque, con la aparici¨®n de modelos tan carism¨¢ticos como terribles, entre ellos el Tiger, el Sherman y el T-34. Los alemanes, especialmente, desarrollaron tanques pesados asombrosos. La contienda vio las batallas de tanques m¨¢s gigantescas y brutales de la historia, como Kursk, con millares de carros enfrentados (hasta seis mil seg¨²n algunas fuentes).
Al recabarle su opini¨®n sobre los tanques, el historiador militar Max Hastings no tiene ninguna duda sobre cu¨¢l ha sido el mejor: el T-34. "Fue una enorme sorpresa para los alemanes, un arma capital, el arma individual m¨¢s importante que hizo ganar la guerra a los rusos".
Los tanques medraron bien en la Guerra Fr¨ªa sobre todo en el bloque comunista, con las masas de carros del Pacto de Varsovia que amenazaban cubrir el mapa de Europa. Jugaron un papel esencial en las guerras ¨¢rabe-israel¨ªes, menor en Vietnam (los M48), y luego han vuelto a verse en masse en la Guerra de Irak. Su papel en la guerra contempor¨¢nea, est¨¢ por acabar de definirse, como lo est¨¢ el de todo el armamento en un periodo de constante y acelerada transformaci¨®n hacia la completa automatizaci¨®n (H.G. Wells los imaginar¨ªa ahora como drones terrestres). Pero sea cual sea su blindado futuro, en su siglo de historia el tanque ya se ha creado un lugar irreductible en nuestro imaginario, y en nuestras pesadillas.
6 carros de combate famosos
TIGER. Probablemente el tanque m¨¢s legendario. Pese a sus defectos mec¨¢nicos y a que era mejor el Panther, el m¨¢s temido y carism¨¢tico. Unos carristas extraordinarios y arrojados lo convirtieron en el tanque alem¨¢n por antonomasia. Otto Carius escribi¨® la obra de referencia: Tigres en el barro.
T-34. El gran tanque sovi¨¦tico. Inconfortable (hab¨ªa que ser bajito) y feo pero decisivo. ?Y sobre todo hubo muchos! Su imagen es de las m¨¢s ic¨®nicas de la II Guerra Mundial. Uno pintado de rosa en Praga en 1991 se reconvirti¨® en objeto art¨ªstico.
SHERMAN. La respuesta de los Aliados occidentales a la supremac¨ªa alemana en tanques. Fiable y vers¨¢til. Inmortalizado por Donald Oddball Sutherland en Los violentos de Kelly.
CRUSADER. El tanque m¨¢s literario. A bordo de uno hizo la campa?a del Norte de ?frica el poeta ingl¨¦s Keith Douglas, autor de De El Alamein a Zem Zem, que contiene algunas de las m¨¢s terribles descripciones del combate de tanques. Inferior a los p¨¢nzers del Afrika Korps, ello no era ¨®bice para que inspirara a Douglas grandes poemas.
CENTURION. El tanque brit¨¢nico m¨¢s famoso post-II Guerra Mundial, con perd¨®n del Chieftain. Los israel¨ªes lo rebautizaron Sho't, "flagelo", y lo convirtieron en un mito en la Guerra de los Seis D¨ªas, y sobre todo en la del Yom Kippur enfrent¨¢ndose en el Golan a los T-55 y T-62 sirios.
LEOPARD. El sofisticado tanque que aportaron los alemanes occidentales a la OTAN para frenar a las huestes mecanizadas del Pacto de Varsovia. Emblema de toda una generaci¨®n que ahora escribe piezas de opini¨®n sobre pol¨ªtica internacional.
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