Los falsos mitos de las brujas espa?olas
Adela Mu?oz P¨¢ez desmonta en un ensayo la creencia de que las hechiceras eran mujeres transgresoras o que Espa?a fue el principal escenario de su caza, pero confirma que las mujeres fueron el chivo expiatorio de una misoginia larvada a lo largo de los siglos
Entre Circe, la hechicera de la mitolog¨ªa griega que Homero recoge en La Odisea, escrita en el siglo VIII antes de Cristo, y el episodio de canibalismo por el que una mujer fue detenida en Sevilla en 2021 tras comerse los dedos de una compa?era de piso se entretejen varios hilos con hebras en com¨²n: el pensamiento m¨¢gico y la fascinaci¨®n por la brujer¨ªa, por un lado, y siglos de misoginia larvada e impulsada desde el poder, ejercido por hombres. En ese dilatado interludio hubo un...
Entre Circe, la hechicera de la mitolog¨ªa griega que Homero recoge en La Odisea, escrita en el siglo VIII antes de Cristo, y el episodio de canibalismo por el que una mujer fue detenida en Sevilla en 2021 tras comerse los dedos de una compa?era de piso se entretejen varios hilos con hebras en com¨²n: el pensamiento m¨¢gico y la fascinaci¨®n por la brujer¨ªa, por un lado, y siglos de misoginia larvada e impulsada desde el poder, ejercido por hombres. En ese dilatado interludio hubo una ¨¦poca especialmente oscura, la caza de brujas que tuvo lugar en Europa durante la Edad Moderna. Una sinraz¨®n que, tres siglos despu¨¦s, se ha desplazado a pa¨ªses de ?frica, Latinoam¨¦rica o el Sudeste asi¨¢tico. De ese telar milenario y de las razones que provocaron esa persecuci¨®n atroz se ocupa la catedr¨¢tica de qu¨ªmica inorg¨¢nica y ensayista Adela Mu?oz P¨¢ez en su ¨²ltimo libro: Brujas. La locura de Europa en la Edad Moderna (Debate).
Sus 414 p¨¢ginas encierran aquelarres, conjuros, ejemplos de hostigamiento cruel, tortura, muerte y mucho miedo. Pero sobre todo contienen una aproximaci¨®n razonada y exhaustivamente fundamentada de una realidad que acab¨® con la vida de 60.000 personas, la mayor¨ªa mujeres, entre los siglos XV y XVIII ¡ªy cuyas v¨ªctimas exceden esa cantidad en el siglo XXI en pa¨ªses como Tanzania¨D, fruto de un profuso y profundo estudio en el que Mu?oz ha empleado nueve a?os. El libro destierra mitos, como que Espa?a fuera la cuna de esa caza de brujas, cuyo epicentro estuvo en realidad en Alemania, o que sus protagonistas fueran mujeres rebeldes y sabias a las que se castig¨® por transgredir el orden establecido. Pero tambi¨¦n confirma la evidencia de que a lo largo de la historia se han ido sentando las bases para asociar lo mal¨¦fico a lo femenino y que las mujeres, principalmente las que viv¨ªan al margen de la sociedad, han sido chivo expiatorio de los temores de sus vecinos.
¡°Cuando empec¨¦ a trabajar en el libro buscaba esas mujeres fuertes, rebeldes¡ pero no las encontr¨¦. Era imposible porque en esa sociedad ocupaban un papel absolutamente subalterno. Las brujas no fueron rebeldes, ni fueron sabias, fueron v¨ªctimas¡±, explica Mu?oz a EL PA?S. ¡°Hoy hay cierta reivindicaci¨®n de las brujas, pero cuando se habla de ellas se asocian con alguien malo que tiene un poder conferido por un ser maligno. Podemos divagar sobre el origen de ese poder, pero siempre est¨¢ asociado al miedo de los hombres por la atracci¨®n que pod¨ªan ejercer sobre ellos, era una forma de conjurarlo¡±, abunda.
De c¨®mo se ha ido construyendo esa narrativa a lo largo de las civilizaciones para atribuir a lo mal¨¦fico un gran componente femenino se encarga Mu?oz en la primera parte del libro. Ah¨ª ahonda en los escritos de los padres de la Iglesia y la literatura eclesi¨¢stica. ¡°No pens¨¦ que me iba a detener tanto, pero la Iglesia ten¨ªa a las mentes m¨¢s brillantes, las m¨¢s instruidas y, en una sociedad eminentemente analfabeta, ten¨ªa todo el poder para modelar a la poblaci¨®n¡±, explica. De hecho, fue Tom¨¢s de Aquino el primero que dio cr¨¦dito a los cr¨ªmenes de brujer¨ªa.
Mayores y marginales
El perfil de la bruja es muy similar al que describi¨® Fernando de Rojas en La Celestina. Mayor, de unos 50 o 60 a?os, soltera o viuda sin hijos. Un tipo de mujer mucho m¨¢s desvalida en aquella ¨¦poca que la que estaba casada y que, para poder encontrar su encaje en una sociedad que le daba la espalda, ten¨ªa que buscarse la vida. A menudo hac¨ªa uso del conocimiento curativo o alucin¨®geno de las plantas, ayudaba en los partos, cuidaba de los hijos de las mujeres que acababan de dar a luz. ¡°Mujeres como la Celestina no ten¨ªan otras herramientas que buscarse la vida con sus retortas, sus alambiques remendando virgos... Claro, estas tareas marginales se pod¨ªan volver contra¡±, se?ala Mu?oz.
Aunque la sociedad no dispon¨ªa de un lugar donde ubicar a este tipo de mujeres, en un ambiente pre?ado de credulidad, realizaban una funci¨®n muy ¨²til porque consolaban a las malcasadas, daban esperanzas a los enamorados, a los militares que buscaban un talism¨¢n que les salvara la vida¡ Pero, como se?ala Mu?oz, al estar abocadas a los trabajos menos prestigiosos tambi¨¦n eran el blanco de las iras y frustraciones de sus vecinos. ¡°En una ¨¦poca en la que la mortalidad infantil era del 25%, ante la desesperaci¨®n de ver morir a tus hijos y no tener herramientas para entender por qu¨¦, era m¨¢s f¨¢cil pensar que la responsable era la que estuvo en el parto, lo mismo en el caso de p¨¦rdidas de cosechas, las granizadas¡¡±.
La b¨²squeda de mujeres sabias, fuera de lo com¨²n, es lo que movi¨® en un primer momento a Mu?oz a adentrarse en el mundo de las brujas. Esas pesquisas fueron infructuosas, precisamente porque el perfil que se asociaba con las hechiceras era el de mujeres marginales y analfabetas, que no pudieron dejar constancia escrita de sus vivencias. Esta caza particular de Mu?oz ha sido mucho m¨¢s complicada que la recopilaci¨®n de cient¨ªficas que recogi¨® en su libro Sabias. La cara oculta de la ciencia (2017, Debate). ¡°Fueron muy excepcionales, pero tambi¨¦n contaron con el apoyo de hombres y por distintas circunstancias pudieron acceder a formaci¨®n y dejar un legado propio. Las brujas, no¡±, zanja.
En esa labor de indagaci¨®n s¨ª se encontr¨® con dos excepciones, dos mujeres cuyos testimonios s¨ª han quedado consignados por escrito. Uno pertenece a la granadina Elena o Eleno de C¨¦spedes. Su historia, singular, apasionante y extraordinaria, merece un espacio especial en el libro porque rompe con la construcci¨®n de que las mujeres eran inferiores a los hombres. Hija de una esclava negra, ejerci¨® como m¨¦dico y se cas¨® con una mujer. Ella aleg¨® en el juicio que era hermafrodita. ¡°La labia, la capacidad de convicci¨®n, el bagaje intelectual y m¨¦dico que deb¨ªa tener para convencer a un tribunal de la Inquisici¨®n tuvo que ser impresionante¡±, remarca Mu?oz. ¡°Las denuncias por brujer¨ªa resultaron muy ¨²tiles para excluir a las mujeres del ¨¢mbito del conocimiento¡±, advierte.
Escepticismo frente a superstici¨®n
Con todo, De C¨¦spedes no fue ajusticiada. En Espa?a solo fueron asesinadas por brujer¨ªa por la Inquisici¨®n entre 20 y 30 personas, la mayor¨ªa mujeres. Una cifra insignificante ¡ªsi se except¨²an los procesos en Catalu?a, que depend¨ªan de tribunales locales donde, al menos, se condenaron a muerte a 400¨D si se compara con las 25.000 que mataron en el tri¨¢ngulo formado por Alemania, Suiza, Luxemburgo y el sudeste franc¨¦s. Y tambi¨¦n, contrariamente a lo que la leyenda negra ha propagado, fue el Santo Oficio quien fren¨® su persecuci¨®n.
El caso m¨¢s paradigm¨¢tico de la caza de brujas en Espa?a es el de las brujas de Zugarramurdi, donde fueron ajusticiadas seis personas, y este adem¨¢s fue el proceso que puso el punto final de su persecuci¨®n por el Santo Oficio en Espa?a. ¡°La Inquisici¨®n mantuvo una visi¨®n prudente y esc¨¦ptica sobre este fen¨®meno. Se trataba de una instituci¨®n que funcionaba de una manera muy legal, ten¨ªan tambi¨¦n la figura de un abogado defensor y era efectiva porque ten¨ªa la autoridad del Papa, pero tambi¨¦n la del Rey¡±, explica Mu?oz.
Detr¨¢s de la exoneraci¨®n de las brujas de Zugarramurdi est¨¢ la figura del inquisidor Alonso de Salazar, apodado el abogado de las brujas, que opuso la raz¨®n frente al pensamiento m¨¢gico y supersticioso de la poblaci¨®n y cuya historia tambi¨¦n recoge Mu?oz profusamente en el libro. Pero, como apunta la autora, el hecho de que la Inquisici¨®n fuera un tribunal centralizado fue tambi¨¦n clave para contener la locura persecutoria en Espa?a, frente a Catalu?a o a Alemania, donde eran tribunales locales, sin un control superior, los que impart¨ªan justicia.
La credulidad de muchos de los jueces y la excepcionalidad de este tipo de tribunales locales, que imped¨ªan a las acusadas de brujer¨ªa defenderse por el hecho de ser mujeres o menores de edad, explican episodios de caza de brujas tan conocidos como el de Salem. Como se se?ala en el libro: ¡°No hay un motivo para un fen¨®meno tan complejo, al igual que no hay un ¨²nico episodio representativo de la persecuci¨®n¡±.
El cambio del modelo productivo de la Edad Media, que pasa de una organizaci¨®n basada en campos comunales, donde las mujeres mayores y sin recursos pod¨ªan encontrar sustentos, a la propiedad privada, que da lugar tambi¨¦n a la avaricia entre los vecinos y acusaciones de brujer¨ªa para hacerse con tierras; la tensi¨®n entre la Reforma y la Contrarreforma o la misoginia impulsada por la propia Iglesia son algunas de las causas que Mu?oz aporta en la ¨²ltima parte del libro.
No hay episodios representativos, pero en todos ellos la mujer, como eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena, aparece como chivo expiatorio. Desde las endemoniadas, a las que se sol¨ªa aislar en conventos bajo la direcci¨®n de un confesor espiritual, hasta las alcahuetas. Si bien tambi¨¦n se ajustici¨® a hombres y la persecuci¨®n alcanz¨® a la alta sociedad. ¡°La caza de brujas es como un incendio, que cuando toma br¨ªo, arde todo. Las que se se?alan primero son las mujeres marginales, pero luego en esa din¨¢mica perversa en la que para liberarse hay que acusar a otros acaban arrasados hombres y mujeres de todas las clases sociales, incluso pueblos¡±, apunta Mu?oz.
El fen¨®meno de las brujas ha sido plasmado de distintas formas a lo largo de la historia en el arte y la literatura a trav¨¦s de pintores como Goya o escritores como Shakespeare, Cervantes, Fernando de Rojas, Arthur Miller o Aldous Huxley, pero recientemente se ha desatado un boom de libros que muestran a estas mujeres como ejemplo de empoderamiento femenino. Pero el desconcierto ante el dolor y el sufrimiento; el miedo, si no el odio, a las personas diferentes; la venganza o la supresi¨®n de las cautelas legales antes supuestos considerados excepcionales fueron los factores que realmente desencadenaron esa caza de brujas y que en algunos casos siguen vigentes. Como apunta Mu?oz en el libro: ¡°Aunque hoy parecen inconcebibles los vuelos de las brujas, si hubi¨¦ramos vivido en los siglos XVI y XVII [¡] probablemente hubi¨¦ramos preferido estar en el bando de aquellos que quemaban a las brujas que en el de estas ¨²ltimas¡±.