Natalia Verbeke: ¡°Me gusto m¨¢s que a los 20¡å
La actriz, que estrena la funci¨®n ¡®El tercer cuerpo¡¯, de Claudio Tolcachir, ¡°m¨¢s feliz que nunca¡± a los 47 a?os tras haber sido madre, confiesa que sufri¨® anorexia de adolescente y que, pese a su m¨ªtico optimismo, sabe del dolor y la p¨¦rdida desde ni?a
Cuando se r¨ªe, atruenan las carcajadas. Cuando se emociona, caen las l¨¢grimas a plomo. Cuando habla, te taladra los ojos con sus ojazos y te agarra el brazo para remachar el clavo. S¨ª. En vivo, la Verbeke es tan expresiva o m¨¢s que en escena. Estamos en el ambig¨² del teatro donde apura los ensayos de su pr¨®xima funci¨®n y, preguntada por si hay nervios, te suelta sin ambages que, adem¨¢s de con la regla, anda ¡°con la caca blanda¡± de las v¨ªsperas de los grandes estrenos. Llevamos 25 a?os viendo en ella la viva estampa de la naturalidad en pantalla. De cerca, sus filtros, de haberlos, que siempre los hay, son invisibles.
?Por qu¨¦ creo conocerla de siempre si no la he visto nunca?
Porque empec¨¦ muy joven, me met¨ª en casa de los espectadores y crecieron conmigo. Era una cr¨ªa reci¨¦n salida de la escuela de Arte Dram¨¢tico. Con much¨ªsima ilusi¨®n, pero muy, muy insegura, con muchos miedos. Han pasado los a?os, tengo una hija, pero te juro que sigo siendo esa cr¨ªa. Con menos inseguridades, eso s¨ª.
?Profesionales o f¨ªsicas?
De las dos. Ahora me gusto mucho m¨¢s que a los 20 a?os. Creo que tiene que ver con mi momento vital, el haber sido madre, que me ha empoderado extraordinariamente. No me doy tanta importancia. Tengo en qui¨¦n volcar mi atenci¨®n, ya no me fijo tanto en m¨ª. Ya no creo que tengo que gustarle a todo el mundo, y tampoco quiero. Pero entonces cre¨ªa que ten¨ªa que ser perfecta, y no lo era.
Pero si era la novia de Espa?a.
Ahora miro a esa cr¨ªa, la de El otro lado de la cama, por ejemplo, y veo que estaba preciosa, delgad¨ªsima, pero yo me ve¨ªa gorda. ?Qui¨¦n se gusta a esa edad? Recuerdo llegar un d¨ªa con un grano a un rodaje y el director de fotograf¨ªa me dijo que era poco profesional. Estar¨ªa con la regla y ten¨ªa que haberlo mandado a la mierda, ahora lo har¨ªa, pero, en vez de eso, me hice peque?ita. Nos venden una imagen que no es real y al final te pasas la vida metiendo tripa. Qu¨¦ pena que haya tenido que haber llegado a esta edad para darme cuenta de cosas que igual hubiera disfrutado m¨¢s siendo m¨¢s joven. Pero imagino que la vida va de eso. Soy una mujer muy normal con una vida muy normal
?Y un oficio extraordinario?
Todas las profesiones lo son si las amas. Mi padre fue dentista, y para ¨¦l era la profesi¨®n m¨¢s maravillosa. Para m¨ª lo es la m¨ªa. No entiendo por qu¨¦ no se dedica a esto todo el mundo. Pero tambi¨¦n es superdif¨ªcil, y duele. No hay proceso de creaci¨®n de un personaje que no entra?e dolor. El actor es experiencia, sin experiencia vital no puedes dar riqueza al personaje. La gente que vive en una burbuja poco tiene que aportar. Al actor no le queda otra que ahondar en su mierda. Si interpreto odio, miedo, violencia, tengo que buscar en m¨ª d¨®nde est¨¢ eso. Y eso duele, pero tambi¨¦n hace que tengas empat¨ªa con los dem¨¢s.
?Es usted lo que se dice una actriz org¨¢nica? ?Tira de tripas?
S¨ª, a ver, yo somatizar no somatizo, pero para actuar lo tengo que sentir, no s¨¦ trabajar de otra manera. Cuando lloro en escena, estoy llorando de verdad, y lo siento de verdad. Acabo agotada, pero lo disfruto, porque en ese dolor tambi¨¦n est¨¢ el placer creativo.
?Nota cuando est¨¢ ¡®cumbre¡¯ en escena?
F¨ªjate que yo creo que mi mejor papel fue el de Nati en El hijo de la novia, porque es el que m¨¢s se me parece y pas¨¦ mucha verg¨¹enza, porque, cuando te interpretas casi a ti misma, te desnudas completamente. Y, aunque no lo parezca, soy una gran t¨ªmida, muy pudorosa.
?Le da m¨¢s pudor el desnudo emocional o el f¨ªsico?
Los dos. Siempre me ha dado much¨ªsima verg¨¹enza desnudarme. Nunca me he duchado en un gimnasio, los elijo cerca de casa por no ir en bolas a la ducha. Vivo en esa dicotom¨ªa. Ahora, por ejemplo, en v¨ªsperas de estreno, pienso, por qu¨¦ diablos me tengo que dedicar a esto, si me muero de nervios y verg¨¹enza.
Resp¨®ndase usted misma. ?Por qu¨¦ se meti¨® en esto?
Porque siempre quise ser otras. Vivir vidas extraordinarias. En casa, de ni?a, me escond¨ªa a mirar libros sin saber todav¨ªa leer. Y, en cuanto supe, quise ser esas mujeres que me fascinaban. Yo no sab¨ªa que eso era ser actriz, pero eso es lo que quer¨ªa hacer.
?Recuerda qui¨¦n quer¨ªa ser, por ejemplo?
Amy, de Mujercitas, por ejemplo. Cosa curiosa, porque todas quer¨ªan ser Jo. Pero Amy era la guapa, y yo quer¨ªa ser la guapa. Y luego, Julieta. F¨ªjate: nunca he sido ni Amy, ni Jo, ni Julieta, y si me llegan ahora, se me habr¨¢ pasado...
... ?El arroz? Qu¨¦ bonita expresi¨®n, ?no? A ellos no se les pasa.
Total, porque en la maternidad llega un momento en que es verdad, y es muy doloroso. Mi gran sue?o desde ni?a, m¨¢s que ser actriz, era ser madre, y madre sola. Pero como siempre he pensado que era joven, cuando fui a congelar mis ¨®vulos me dijo el ginec¨®logo que era tarde. As¨ª que me puse a ello a destajo, y ah¨ª tienes a Chiara. La tuve a los 42, enamorada y con pareja. Estoy feliz.
En ¡®El tercer cuerpo¡¯ su personaje no sabe vivir. ?Usted sabe?
Qu¨¦ dif¨ªcil, eso. Lo que s¨¦ es que hay que atreverse a ser, a vivir, a darse una hostia. Yo me he atrevido porque me gusta sentir, amar, desear, vivir. A veces lo he pagado, me he dado much¨ªsimas, hostias, pero bueno, lloro, monto un drama, para eso soy actriz, y vuelvo a atreverme. Vivo con las tripas y me gustan mis cicatrices. Mejor eso que perderse la vida.
Dice que una actriz es experiencia, ?de qu¨¦ vivencias tiraba esa cr¨ªa insegura de 20 a?os para meterse en la piel de otras?
Bueno, a esa edad yo ya ten¨ªa experiencia. Mucha [se emociona]. Mis padres dejaron Argentina cuando yo ten¨ªa 11 a?os. Tuvimos que armar aqu¨ª una vida nueva sin tener a nadie. Ya te he dicho que, con 10 a?os, yo era igual que ahora. Una ni?a, s¨ª. Llevaba mucho dolor por la separaci¨®n de mi pa¨ªs, de mi familia, de mis amigos. Pas¨¦ una ¨¦poca muy dif¨ªcil. Tuve que crecer muy deprisa para que mis padres no sufrieran vi¨¦ndome sufrir a m¨ª.
?No lloraba para que no lloraran ellos y lloraban todos a solas?
Exacto. En el cole me llamaban sudaca, me atacaban porque no hablaba igual, me miraban de aquella manera porque estaba muy desarrollada. Sufr¨ª un trastorno alimentario, anorexia, tuve que ingresar en el hospital y lo pas¨¦ muy mal. Cr¨¦eme: a los 20, era una cr¨ªa, pero ten¨ªa experiencia del dolor y la p¨¦rdida. Ya ten¨ªa dentro mierda de la que tirar.
Igual por eso le sali¨® aquel grano.
Jajaja. Eso: encima, el grano.
LA MADRE DE CHIARA
A los 11 años, Natalia Verbeke (Buenos Aires, Argentina, 47 años) tuvo que dejar escuela, familia y amigos y venirse a Madrid con sus padres, emigrantes argentinos en España. El cambio, traumático, no alteró la vocación escénica de la niña, que empezó a actuar recién graduada en la Escuela de Arte Dramático. Aunque su primera gran película fue El hijo de la novia, de Juan José Campanella, su salto a la popularidad masiva en España se produjo con El otro lado de la cama, de Emilio Martínez Lázaro, la icónica comedia generacional que cumple ahora veinte años desde su estreno, donde cantaba y bailaba además de enamorar a la cámara. Hoy, un puñado de películas, series de televisión y funciones teatrales después, Verbeke se confiesa la "feliz" mamá de Chiara, su hija de cinco años fruto de su relación con el jugador de rugby Claudio Poggi. Ahora estrena en el teatro Infanta Isabel de Madrid la función El tercer cuerpo de su compatriota argentino Claudio Tolcachir. Interpreta a una mujer que no puede ser madre. El conflicto, en escena.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.