Narcocapitalismo: por qu¨¦ el sistema nos necesita colocados y anestesiados
La exposici¨®n ¡®Narcohumanismo¡¯ en Girona y varios ensayos de reciente publicaci¨®n indagan en la ¡°sociedad de la anestesia¡± o c¨®mo el tr¨¢fico e ingesta de sustancias nos organiza socialmente
Dice el ensayista belga Laurent de Sutter (Bruselas, 44 a?os) que para entender lo bien que se llevan las drogas con el orden capitalista basta con retroceder a la crisis econ¨®mica global de 2008. ¡°Cuando todo el mundo se asust¨® con predicciones sobre el inminente desmoronamiento del sistema porque nadie aportaba capital a los bancos, la inyecci¨®n masiva de liquidez la aport¨® el narcotr¨¢fico. Parece un chiste, pero fue real: los narcos salvaron el sistema capitalista¡±. Que el dinero de la droga rescatara al sistema bancario, un hecho que denunci¨® la ONU en 2009, no sorprende al autor de Narcocapitalismo: para acabar con la sociedad de la anestesia (Reservoir Books, 2021).
Escritor prol¨ªfico de ensayo ¡ªlleva 25 libros en 10 a?os¡ª y miembro del Colegio Internacional de Filosof¨ªa, De Sutter asegura que desde que se patent¨® la anestesia en 1848, el sistema y el mercado se han aliado para mantenernos ordenadamente narcotizados, ya sea como estrategia de supervivencia y biohackeo en una sociedad que demanda siempre m¨¢s de nuestro rendimiento o como m¨¦todo de control de masas para mantener el statu quo. ¡°La anestesia cambi¨® el curso de las operaciones quir¨²rgicas, pero se ha infiltrado en todo tipo de contextos y usos que tambi¨¦n han sostenido el control social¡±, explicaba el pensador el mi¨¦rcoles pasado en Girona, invitado a un seminario en el marco de la exposici¨®n Narcohumanismo: farmacias y estupefacientes en las pr¨¢cticas art¨ªsticas actuales, que se puede visitar en el B¨°lit, el centro de arte contempor¨¢neo de la ciudad catalana. Una muestra que se podr¨¢ ver hasta el 22 de mayo y que est¨¢ comisionada por la acad¨¦mica N¨²ria G¨®mez Gabriel y el autor Eloy Fern¨¢ndez Porta, con los que el belga comparti¨® mesa redonda.
Rendir para el sistema
Para De Sutter, la noci¨®n de ¡°salud mental¡± que tenemos hoy en d¨ªa no ser¨ªa la misma sin el impacto de la experimentaci¨®n con anest¨¦sicos de Emil Kraepelin, padre de la psiquiatr¨ªa moderna, quien empez¨® a usarlos como tratamiento a lo que etiquet¨® como ¡°locura-man¨ªaco-depresiva¡± a principios del siglo XX. ¡°Kraepelin practic¨® la eugenesia sin contemplaciones. Como estaba obsesionado con la idea de calmar la man¨ªa dentro de la depresi¨®n, entendi¨® que el cuerpo se mantendr¨ªa tranquilo administrando anestesia porque, en su cabeza, el buen man¨ªaco-depresivo era el depresivo¡±, apunt¨® sobre la ra¨ªz de los cimientos de una cultura que nos mantiene sedados como soluci¨®n a los problemas. ¡°Se foment¨® esa salida contra la exaltaci¨®n personal, se asumi¨® que es mejor estar colgado que ir errando por la vida¡±.
Junto a la psiquiatr¨ªa farmacol¨®gica que instaur¨® Kraepelin, De Sutter culpa a la cultura de la autoayuda de la deriva narc¨®tica de la sociedad contempor¨¢nea. ¡°El ideal de la felicidad que tantos libros vende, esa necesidad de retener al yo y de llevarlo por el buen camino, es lo que nos ha llevado hasta aqu¨ª¡±, denunci¨®. Un ansia de perfeccionamiento que explosionar¨ªa en un siglo XX en el que se estandariz¨® la ingesta de antidepresivos, sedantes, drogas evasoras en la cultura de club y esa idea de control sobre la masa como mecanismo de autorregulaci¨®n social. ¡°Desde esos soldados alemanes drogados en sus tanques para fomentar su agresividad en la Segunda Guerra Mundial hasta los trabajadores de la Bolsa puestos hasta las cejas de coca¨ªna para soportar las exigencias del mercado, hemos conseguido enga?ar a ese cuerpo que nos dice: ¡¯Por favor, para¡¯, y as¨ª seguir sosteniendo el sistema¡±, sentenci¨® el belga.
La pastilla como utop¨ªa
Espa?a es el mayor consumidor de benzodiazepina del mundo, uno de cada cuatro mayores de 65 a?os la toma y las espa?olas consumen el doble de psicof¨¢rmacos que los hombres. ¡°La benzodiazepina nos quiere m¨¢s seguras y m¨¢s tranquilas, pero nos ha colapsado. Vivimos una crisis de benzos, de capitalismo y de forma de vida¡±, expuso G¨®mez Gabriel, una de las comisarias de Narcohumanismo. En la muestra que organiza junto a Fern¨¢ndez Porta, m¨¢s de una decena de artistas reflexionan sobre ¡°la cuesti¨®n de la droga como una deuda que tenemos con el placer y con nuestro cuerpo enfermo. La adicci¨®n es un grito sordo: no me basto. Y las drogas nos completan porque nunca es suficiente para completar el modo de vida neoliberal¡±.
Doctora en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB) y profesora de la ESCAC, G¨®mez Gabriel cree que la pastilla funciona como s¨ªmbolo de la utop¨ªa capitalista. ¡°Una pastilla es un l¨ªmite. Como dice la investigadora Julia Ram¨ªrez Blanco, tenemos una pastilla contra el dolor, contra la vejez o contra las estaciones del a?o, como toda esa fruta que siempre est¨¢ disponible sin importar si es temporada o no. Es la idea de una abundancia sin fin, porque lo que mejor hace el capitalismo es poner l¨ªmites mientras la acumulaci¨®n de valor siga sucediendo: m¨¢s tomates, m¨¢s naranjas, m¨¢s amor¡±, cont¨®.
La comisaria subray¨® que vivimos en una sociedad que grita, como escribi¨® la dramaturga Ang¨¦lica Liddell, ¡°sostenme, voy a caerme¡±. Todos al borde del colapso. ¡°Pienso qu¨¦ hacer con las estudiantes que veo hiperventilando en la facultad. Tienen que rendir cuentas con las m¨¦tricas del capital. Viven la gran depresi¨®n, la gran renuncia: el tiempo que han pasado confinadas les ha hecho replantear su vida, pero es una vida que revienta por los aires¡±, dijo, y denunci¨® c¨®mo la l¨®gica del capital ha fagocitado la rebeli¨®n lis¨¦rgica comunal por la que abog¨® la contracultura de los sesenta y de ese ¡°comunismo ¨¢cido¡± que reivindicar¨ªa despu¨¦s el te¨®rico Mark Fisher. De la revuelta ps¨ªquica que profetizaba Timothy Leary, la coca¨ªna y otras sustancias han acabado ganando la partida en una cultura rendida al consumo de estupefacientes para poder rendir socialmente: ¡°Sobran celebrities tomando microdosis o terapias de ketamina en cl¨ªnicas de salud mental car¨ªsimas. Se multiplican las personas que hablan de las setas m¨¢gicas, cada vez hay m¨¢s empresas psicod¨¦licas. La pregunta hoy ser¨ªa si estas tecnolog¨ªas se pueden aplicar y superar el individualismo de la sociedad neoliberal¡±, a?adi¨® G¨®mez Gabriel.
¡°Sentirse in¨²til sin serlo¡±
La propia experiencia que propone la exposici¨®n Narcohumanismo parte de la premisa de convertir el museo en un ¨¢cido comunal. Dividida en dos zonas, la muestra ofrece un recorrido tradicional en el que se exponen obras sobre las cartograf¨ªas de la droga sobre los espacios ¡ªdesde las fotos de construcciones de los narcos del cartel de Cali por Luis Molina Pant¨ªn o las 500 sustancias de todo tipo que compr¨® en la deep web Daniel G. And¨²jar¡ª y, por otro lado, una sala en la que la iluminaci¨®n, las frecuencias de sonido y las propias obras inducen al visitante a experimentar y verse afectado por un estado alterado de la conciencia.
Para el otro comisario de la exposici¨®n, el ensayista Eloy Fern¨¢ndez Porta, que acaba de publicar Los brotes negros. En los picos de la ansiedad (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2022), vivimos en la era del sentimiento del cuerpo improductivo, la de la ansiedad ¡°de sentirse in¨²til sin serlo¡±. Fern¨¢ndez Porta remite a ensayos como Sedados (Capitan Swing, 2022), en el que el antrop¨®logo James Davies relata c¨®mo en el Reino Unido existe una relaci¨®n entre el endeudamiento social y el consumo de antidepresivos. ¡°Son dos fen¨®menos que crecen en paralelo y que siguen una l¨®gica neoliberal despu¨¦s de desmantelar los servicios sociales y lo p¨²blico. La ansiedad y el estr¨¦s del yo por ese sentimiento de falla entre la vida privada y la p¨²blica¡±, apunt¨®. El escritor record¨® a autoras que narran su colapso como Olivia Sudjic en Expuesta (Alpha Decay, 2019) o Almudena S¨¢nchez en F¨¢rmaco (Literatura Random House, 2021), de la que rescat¨® una cita para entender esta epidemia de ansiedad narc¨®tica: ¡°Si tuviera que compararme con algo, ser¨ªa con esos mu?ecos de juguete a los que hay que dar cuerda. Est¨¢n muertos, les das cuerda y resucitan¡±.
Babelia
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