?A qu¨¦ huele el Museo del Prado?
La serie de alegor¨ªas de ¡®Los cinco sentidos¡¯, pintada por Brueghel el Viejo junto con Rubens, inspira una intervenci¨®n pionera en la instituci¨®n
Cuatro monitores t¨¢ctiles piden al espectador que escoja una de las 10 fragancias creadas a partir del cuadro El Olfato, de Brueghel el Viejo y Rubens. En la pantalla aparece la historia de la planta escogida (flor de naranjo, higuera, lirio...) e inmediatamente despu¨¦s de leer hay que acercar la nariz al difusor y respirar hondo. En tres segundos el visitante puede escoger un nuevo olor para disfrutar m¨¢s a fondo de la muestra La esencia de un cuadro. Una exposici¨®n olfativa, que hasta el 3 de julio se puede ver en el Museo del Prado. Realizada en colaboraci¨®n con las firmas Samsung y Puig, esta es una de las primeras veces que se invita a apreciar un cuadro con el olfato. Hubo un experimento similar en el Museo Mauritshuis de La Haya (Pa¨ªses Bajos) y otra propuesta en Roma ligada a la comida, seg¨²n recuerda Alejandro Vergara, uno de los dos comisarios de la muestra. El otro es Gregorio Sola, perfumista s¨¦nior de Puig, miembro de la Academia del Perfume ¡ªfundaci¨®n nacida en 2007¡ª y creador de las 10 fragancias accesibles al visitante.
Vergara, jefe de Conservaci¨®n de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Prado, incide en la importancia de las pinturas que dan pie a la intervenci¨®n. El Olfato, realizada por los amigos Jan Brueghel el Viejo y Rubens entre 1617 y 1618, es la obra principal a partir de la que naci¨® hace un a?o la idea de la exposici¨®n. Forma parte de la serie de Los cinco sentidos, firmada por ambos pintores, que se muestra al completo en la misma sala. Las figuras aleg¨®ricas fueron realizadas por Rubens. Se cree, a?ade Vergara, que la serie fue un encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia y su esposo, Alberto de Austria, soberanos de los Pa¨ªses Bajos meridionales, para quienes Brueghel trabaj¨® como pintor de corte. En 1636 los cinco cuadros se encontraban en Madrid como parte de la colecci¨®n del rey Felipe IV, quien los instal¨® en una sala decorada con dos estanter¨ªas de ¨¦bano y bronce junto a cuadros atribuidos a Durero, Tiziano y Patinir, entre otros.
¡°La exposici¨®n podr¨ªa haber girado en torno a Las meninas¡±, reflexiona Vergara, ¡°o a alguna otra obra maestra del museo, pero nos fijamos en El Olfato por su preciosismo y detalle para recrear las 80 especies bot¨¢nicas que investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) han contabilizado en la tela. Los olores en el mundo antiguo ten¨ªan una gran importancia. Eran intensos y poderosos; algo tan envolvente como la cadencia de la voz de Ella Fitzgerald¡±.
El mago que ha trabajado con los aromas ha sido Gregorio Sola. El experto cuenta que primero hab¨ªa que identificar cada especie y despu¨¦s seleccionar. Los perfumes obtenidos son de lirio, rosa, jazm¨ªn, narciso, nardo, higuera, naranjo y alegor¨ªa (una combinaci¨®n de varias flores), civeta (el animal del que se obten¨ªa el fijador de las fragancias) y la piel de los guantes (las ¨¦lites los perfumaban para obtener un olor agradable).
Sola ha elaborado las recetas siguiendo indicaciones de manuales de historia, contemplando las obras y recurriendo al sentido com¨²n. ¡°A veces, las anotaciones realizadas en un franc¨¦s del siglo XVII, no se entend¨ªan. Ellos hablan de onzas, no de gramos, o recomiendan el uso del agua de rosas a voluntad, sin especificar cantidad alguna¡±. Sin embargo, ninguna receta o investigaci¨®n ha presentado dificultades insalvables, explica Sola, aunque todo ha sido m¨¢s complicado de lo que cabr¨ªa imaginar. ¡°La rosa es la m¨¢s reconocible de todas las flores, pero solo en la pintura de Jan Brueghel vemos que pint¨® ocho variedades de rosas, entre ellas la centifolia y la damascena, las m¨¢s utilizadas en perfumer¨ªa. Por cierto, se necesitan trescientas mil flores, recogidas a mano al amanecer, para obtener un kilo de su esencia¡±.
A prop¨®sito del lirio, tres veces representado en el cuadro, Sola cuenta que se trata, probablemente, de la materia prima m¨¢s cara de la perfumer¨ªa, con un valor superior al doble del oro debido a su complejo y lento proceso de elaboraci¨®n. Uno de los principales lugares de cultivo es la regi¨®n de Florencia, que adem¨¢s adopt¨® esta planta como s¨ªmbolo desde la Edad Media. Plinio el Viejo escribi¨® en el siglo I que su ra¨ªz se utilizaba para obtener ung¨¹entos y que su nombre derivaba de la variedad de colores de su especie, como el arco¨ªris.
Uno de los aromas m¨¢s chocantes puede ser el de la civeta. Sola explica que este animal tiene una bolsa entre las patas traseras de la que se extra¨ªa una sustancia resinosa, la algalia, usada antiguamente en perfumer¨ªa. ¡°Es un ingrediente poco vol¨¢til que se empleaba como fijador, vincul¨¢ndolo a otras fragancias para prolongar su duraci¨®n en la piel o en un objeto. Su olor es fuerte, a animal, casi a excremento. Los perfumistas del siglo XVII lo enmascaraban visti¨¦ndolo con esencias de flores, maderas, especias y b¨¢lsamos¡±.
Conseguidos los olores, ahora es posible conocerlos y disfrutarlos sin pausas demasiado largas ni sufrir una intoxicaci¨®n de aromas. Camila Tom¨¢s Verdaguer, vicepresidenta de Nuevas Tecnolog¨ªas de Puig, explica que en el museo se aplica un sistema llamado AirParfum, desarrollado por la firma, una exclusiva en el mundo de la perfumer¨ªa. Permite oler hasta 100 fragancias distintas sin saturar el olfato, respetando la identidad y matices de cada perfume. As¨ª no hay peligro de marearse con los olores del siglo XVII.
Babelia
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