?Toreros y aficionados, esos locos chiflados...!
Honor y gloria para Emilio de Justo y Jos¨¦ Chac¨®n, dos grandes entre todos los del Domingo de Ramos en Las Ventas
Dicen que el toreo es una barbaridad; seguro que s¨ª. Y que los toreros est¨¢n locos; sin duda. Quiz¨¢ por eso la tauromaquia sigue vida a pesar de los a?os; porque todos, toreros y aficionados, est¨¢n chiflados, y se emocionan, sufren, lloran y sonr¨ªen, se enfadan o disfrutan cuando un se?or enfundado en un ropaje extra?o se juega la vida de verdad ante un animal irracional.
Todav¨ªa se erizan los poros de la piel cuando se recuerdan los intens¨ªsimos instantes acaecidos el Domingo de Ramos en la plaza de Las Ventas. Un hombre, Emilio de Justo, se present¨® en la puerta de cuadrillas y se encamin¨® solo hacia un destino elegido por ¨¦l sin necesidad alguna de afrontar un compromiso cargado de arriesgada incertidumbre.
Y Madrid lo recibi¨® como se merecen los aut¨¦nticos h¨¦roes, con una viva expresi¨®n de cari?o, envuelta en admiraci¨®n y profundo respeto. Y poco tard¨® en demostrar que es uno de los grandes, y veronique¨® a su primer toro, un guapo ejemplar, Romano de nombre, con la disposici¨®n y la hondura que se irradian al momento a los tendidos.
De Justo lleg¨® a por todas. Tom¨® la muleta, brind¨® al cielo, momento ¨ªntimo y solemne donde los haya; y tore¨® por naturales sin m¨¢s pre¨¢mbulo que su necesidad de convencerse que ¨¦l era m¨¢s poderoso que el riesgo asumido, como una forma de autoafirmaci¨®n personal para ahuyentar el miedo esc¨¦nico. Y un escalofr¨ªo se contagi¨® como una ola a los m¨¢s de veinte mil cuerpos que clavaron su mirada en el ruedo.
Cuando el torero se perfil¨® para la suerte suprema, nadie pens¨® en lo que estaba a punto de suceder. Nadie imagin¨® que el torero estaba decidido a entregar su vida con tanto descaro. Y lleg¨® la voltereta brutal. Ese cabezazo espantoso contra el suelo, los pitones astifinos del toro que buscan con furia el cuerpo desmadejado de su presa y lo levantan como un pa?uelo. El hombre escapa, busca un refugio, corre sin saber a d¨®nde, y el toro lo persigue con inusitada fiereza, dispuesto a ensartarlo de nuevo.
Jos¨¦ Chac¨®n coloc¨® el capote casi en la frente del toro, a modo de pa?o salvador de la Ver¨®nica
Es entonces que el milagro se hace presente en la forma de un caballero vestido de verde y azabache, su nombre es Jos¨¦ Chac¨®n, con una capa en sus manos, quien sin saber c¨®mo, coloca al animal casi en su frente, a modo de pa?o salvador de la Ver¨®nica, pero no para secar el sudor y la sangre, sino para refrenar el instinto del toro y evitar lo que, qui¨¦n sabe, hubiera sido un final fatal.
Todo transcurri¨® en un tiempo casi imperceptible para los sentidos; aquella escena fue una mezcolanza de congoja, miedo, dramatismo, angustia y conmoci¨®n, mientras que el torero, l¨ªvido el semblante y la mirada perdida, roto, quiz¨¢, por un dolor penetrante, no era capaz de encontrar una explicaci¨®n razonable, ca¨ªdo junto a las tablas.
Se rompi¨® la tarde, el sue?o se transform¨® en pesadilla, la expectaci¨®n en desaliento y el ¨¢nimo en preocupaci¨®n.
Pero la corrida continu¨®. ?lvaro de la Calle, un digno sobresaliente, se encontr¨® con la oportunidad m¨¢s importante y dif¨ªcil de su vida, y la super¨® con la verg¨¹enza de quien se viste de luces. Y con ¨¦l, todas las cuadrillas, toreros de una pieza, merecedores de ser protagonistas en una tarde trascendental.
¡®?C¨®mo son los toreros!¡¯ titula un precioso art¨ªculo el periodista Andr¨¦s Verdeguer en su p¨¢gina embestidas.com, y resume en una frase acertada la actuaci¨®n de Emilio de Justo: ¡°Era el primer toro de una tarde para la historia, pero como si fuera el ¨²ltimo en el d¨ªa del fin del mundo¡¡±
Locos los toreros; locos los aficionados¡ Todos contagiados de una bendita locura que el Domingo de Ramos, inesperadamente, mostr¨® su cara m¨¢s amarga.
Pero como esta suerte de locura es incurable, Emilio de Justo volver¨¢ al ruedo y se colocar¨¢ de nuevo de frente al toro para entregar otra vez su vida, si es preciso. Y all¨ª estar¨¢n unos locos dispuestos a gozar y sufrir, con la piel de gallina desde que se abra la puerta de cuadrillas.
Honor y gloria para Emilio de Justo, Jos¨¦ Chac¨®n y todos los toreros chiflados de un domingo inolvidable¡
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