Alfonso X, el primer arque¨®logo medievalista de la historia
El monarca excav¨® las tumbas de los godos Wamba y Recesvinto, cuyos restos se guardan en un cofre de terciopelo en la catedral de Toledo, aunque solo se pueden ver durante una hora al d¨ªa
Alfonso X el Sabio nunca olvid¨® lo que le hab¨ªa contado su padre, el rey Fernando III: en el convento de San Vicente, en Pampliega (Burgos) ¨Dse lo hab¨ªa confesado Rodrigo Jim¨¦nez de Rada, arzobispo de Toledo¨D, estaba enterrado el rey godo Wamba, ¡°sennor de las Espannas¡±. As¨ª que a?os despu¨¦s, cuando Alfonso ya se hab¨ªa convertido en monarca de Castilla y aspiraba al trono del Sacro Imperio Romano-Germ¨¢nico, se present¨® en ese peque?o municipio y decidi¨®, en mitad de la noche y con el m¨¢ximo sigilo, llevarse el cuerpo del visigodo a Toledo, la capital del reino. Fue el ¡°primer arque¨®logo medievalista¡± de la historia, seg¨²n lo califica Ricardo Izquierdo Benito, catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad de Castilla-La Mancha y comisario de la ambiciosa exposici¨®n Alfonso X el Sabio: el legado de un rey precursor, que puede visitarse hasta el 19 de junio en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Las actividades pol¨ªticas, culturales, sociales, militares o cient¨ªficas del monarca que escribi¨® Cantigas de Santa Mar¨ªa fueron tantas que cuatro alas del museo se quedan cortas para relatar su faceta como arque¨®logo. No obstante, s¨ª se expone en la muestra un documento original de Pedro I, descendiente de Alfonso X, donde se cuenta la historia del subrepticio traslado.
Cuando Fernando III el Santo pas¨® por Pampliega en torno a 1243, record¨® lo que le hab¨ªa comentado el arzobispo y pregunt¨® a los aldeanos. Le respondieron que Wamba estaba enterrado en la puerta de la iglesia, un lugar que no le pareci¨® decoroso para un rey, porque todos los que entraban y sal¨ªan del templo pisaban obligatoriamente su tumba. As¨ª que el monarca decidi¨® en aquel momento tapiar la puerta. Ya volver¨ªa por el real cuerpo, pero muri¨® en 1252.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, el 11 de junio de 1274, Alfonso X, volviendo de unas cortes celebradas en Burgos (Pampliega est¨¢ a unos 45 kil¨®metros), tambi¨¦n atraves¨® el peque?o municipio burgal¨¦s, por lo que ¡°decidi¨® satisfacer su curiosidad y saber si su antecesor godo segu¨ªa enterrado en la iglesia tal y como le hab¨ªa contado su padre¡±, relata Izquierdo. Orden¨® entonces a un grupo de cl¨¦rigos ¨Das¨ª evitaba que se hablase de profanaci¨®n¨D que excavasen la tumba en mitad de la noche ¨Dpara sortear las quejas vecinales¨D. Y, efectivamente, el cuerpo del visigodo segu¨ªa all¨ª. Decidi¨® entonces llevarse el f¨¦retro a Toledo ¡°que fue en tienpos de los godos cabes?a de Espanna, porque este fue uno de los sennores que nunca ovo que m¨¢s la onrr¨® et mayores fechos fizo por della¡± (¡±que fue en tiempos de los godos cabeza de Espa?a, porque este fue uno de los se?ores que m¨¢s la honr¨® y que mayores hechos hizo por ella¡±), se lee en un documento redactado al efecto, y que tambi¨¦n evitaba la mala conciencia de dejar al municipio sin su rey.
Los restos de Wamba fueron depositados en una cripta pr¨®xima al alc¨¢zar, donde tambi¨¦n reposaban los huesos de Recesvinto, tra¨ªdos igualmente por Alfonso X de Gertic¨®s, una poblaci¨®n vallisoletana. Estos dos traslados documentados hacen suponer al catedr¨¢tico que el monarca santo quer¨ªa levantar una especie de pante¨®n de reyes en la ciudad del Tajo
Tres siglos despu¨¦s, en 1565, Felipe II, con ¡°cierta curiosidad necr¨®fila¡±, decidi¨® que se abriera en su presencia los f¨¦retros que hab¨ªa trasladado Alfonso X a la cripta. Y all¨ª segu¨ªan en buen estado los cuerpos de los monarcas visigodos, incluso ¡°Wamba envuelto en un pa?o de seda colorada¡±. Sin embargo, durante la invasi¨®n napole¨®nica, las tropas francesas incendiaron el alc¨¢zar, profanaron los cuerpos reales y robaron todo lo que hab¨ªa en el interior de sus sepulturas. Acabada la guerra declarada en nombre de la libertad, igualdad y fraternidad, se recogieron los peque?os trozos ¨®seos que se fueron encontrando y se guardaron en una urna met¨¢lica cubierta de terciopelo. El 23 de febrero de 1845, se trasladaron a la catedral, donde permanecen.
Sin embargo, el acceso a la urna funeraria ¨Dque se guarda en la capilla Moz¨¢rabe¨D est¨¢ vetado al p¨²blico la mayor parte del d¨ªa. Solo se puede ver, entre las 9 y las 10 de la ma?ana, cuando se celebra misa. De hecho, varios de los gu¨ªas de la catedral, preguntados por este peri¨®dico, ignoraban que los restos mortales de los dos reyes visigodos se encontrasen en el templo y aseguraron que las piezas arqueol¨®gicas correspondientes a este rey estaban depositadas temporalmente en la exposici¨®n del Museo de Santa Cruz. Sin embargo, en esta instituci¨®n rechazan que haya alguna pieza de Wamba y remiten al interesante Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda, tambi¨¦n en Toledo. Pero en este ¨²ltimo tampoco cuentan con ninguna pieza relacionada con el monarca. ¡°Tenemos una reproducci¨®n del tesoro de Guarrazar [colecci¨®n de coronas votivas y otras piezas de orfebrer¨ªa visigodas halladas en la segunda mitad del siglo XIX a las afueras de la localidad toledana de Guadamur y cuyos originales se conservan en el Museo Arqueol¨®gico Nacional, en Madrid], pero tampoco podemos asegurar que una de ellas corresponda a ese rey. Le falta las letras de oro que lo identificar¨ªan. Ya sabe... Se vendi¨® tras su descubrimiento antes de que muchas piezas fuesen desarmadas para venderlas al peso...¡±.
¡°La excavaci¨®n de Alfonso X corresponde a la primera apertura conocida de la tumba de un rey godo¡±, se?ala Izquierdo. ¡°Se trataba de una figura real, aunque el momento de su muerte llevase siete a?os destronado. Pero aparece en la famosa lista de los reyes godos, de los que muy pocos conocemos su lugar de enterramiento, y de ninguno de ellos se ha podido abrir recientemente sus tumbas, que se encontrar¨ªan en alguna parte de Toledo y que fueron saqueadas por los musulmanes¡±, tras la toma de la ciudad en el 711.
¡°No obstante¡±, sostiene el especialista en historia medieval, ¡°es posible que alguna quede intacta y que alg¨²n d¨ªa la podamos descubrir, lo que resultar¨ªa un hallazgo excepcional con el que cubrir las muchas lagunas de la arqueolog¨ªa del reinado de los visigodos¡±. Al fin y al cabo, la lista de los reyes llegados del norte de Europa incluye 33 nombres y solo se sabe d¨®nde se hallan dos, los de la catedral, aunque no se puedan ver a todas horas.
Babelia
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