Muere Vangelis, el gran compositor de m¨²sica con evocaciones gal¨¢cticas
El artista griego, autor de docenas de ¨¢lbumes electr¨®nicos y de bandas sonoras como ¡®Carros de fuego¡¯ o ¡®Blade Runner¡¯, ha fallecido a los 79 a?os
Fue el autor de docenas de bandas sonoras, algunas celeb¨¦rrimas, pero su gran m¨¦rito radica en haberle puesto m¨²sica al subconsciente mel¨®dico de millones de mel¨®manos. Es un m¨¦rito enorme para un sintesista que nunca ejerci¨® de cantante y que labr¨® el grueso de su trayectoria en torno a la m¨²sica instrumental, en teor¨ªa siempre m¨¢s alejada de los gustos mayoritarios. Con Vangelis no fue as¨ª: su popularidad, en particular en la transici¨®n entre los a?os setenta y ochenta, fue colosal por medio...
Fue el autor de docenas de bandas sonoras, algunas celeb¨¦rrimas, pero su gran m¨¦rito radica en haberle puesto m¨²sica al subconsciente mel¨®dico de millones de mel¨®manos. Es un m¨¦rito enorme para un sintesista que nunca ejerci¨® de cantante y que labr¨® el grueso de su trayectoria en torno a la m¨²sica instrumental, en teor¨ªa siempre m¨¢s alejada de los gustos mayoritarios. Con Vangelis no fue as¨ª: su popularidad, en particular en la transici¨®n entre los a?os setenta y ochenta, fue colosal por medio mundo.
El compositor griego, que en marzo hab¨ªa cumplido 79 a?os, falleci¨® el martes por causas que no han sido concretadas. Su oficina de abogados no comunic¨® la p¨¦rdida hasta dos d¨ªas despu¨¦s, para una mayor sensaci¨®n desangelada. Durante el nuevo siglo se hab¨ªa prodigado muy poco, pero la publicaci¨®n en 2021 del extenso ¨¢lbum Juno to Jupiter, donde retomaba la fascinaci¨®n por la tem¨¢tica espacial, hac¨ªa concebir esperanzas de que volv¨ªa a la actividad y llegar¨ªan nuevas entregas.
Durante su ¨¦poca dorada, Ev¨¢ngelos Odyss¨¦as Papathanass¨ªou (Agria, Grecia, 1943) despunt¨® como un autor no solo innovador y personal¨ªsimo, sino tambi¨¦n extraordinariamente pr¨®spero. El mundo le descubri¨® como integrante y gran cerebro en la sombra de Aphrodite¡¯s Child, un espl¨¦ndido tr¨ªo griego de pop psicod¨¦lico que a principios de los setenta entreg¨® canciones hermosas y admiradas en c¨ªrculos selectos, en particular Rain and Tears o Spring, Summer, Winter and Fall. Todas las miradas apuntaban hacia su carism¨¢tico vocalista, Demis Roussos, luego famos¨ªsimo en su algo manierista carrera en solitario y desaparecido en 2015. Pero Vangelis mov¨ªa los hilos y ten¨ªa demasiadas inquietudes en la cabeza como para restringirse al universo del pop, por muchas ¨ªnfulas progresivas que incluyera.
En 1973 llegar¨ªa Earth, el primer ¨¢lbum oficial en solitario del artista de Agria, un pueblito hoy desaparecido e integrado en la ciudad de Volos. Ah¨ª aparec¨ªan ya las grandes constantes de su obra: pasi¨®n por ambientes planetarios, m¨²sica de vocaci¨®n sinf¨®nica pero con dimensiones mel¨®dicas muy accesibles, un dominio efectista de los sintetizadores de ¨²ltima generaci¨®n. Imposible que aquel universo pasara inadvertido entre los ap¨®stoles del rock sinf¨®nico. El grupo Yes ofreci¨® a Vangelis integrarse en la banda para cubrir la vacante de Rick Wakeman, pero el griego declin¨® in extremis la tentadora oferta para centrarse en su producci¨®n propia, a partir de entonces muy copiosa. ?lbumes como Heaven and Hell (1975), Albedo 0.39 (1976) o Spiral (1977) eran accesibles y adictivos, y le llevaron a protagonizar a ojos de los aficionados una rivalidad con el compositor franc¨¦s Jean-Michel Jarre, de caracter¨ªsticas relativamente similares, por el cetro de la entonces llamada m¨²sica electr¨®nica. Porque la denominaci¨®n de new age no llegar¨ªa hasta a?os despu¨¦s, siempre ensombrecida por connotaciones peyorativas de trascendencia espiritual.
Llegar¨ªan tambi¨¦n trabajos de corte m¨¢s vanguardista y experimental, en especial Beaubourg (1978), que para muchos de sus seguidores resultaba inaudible y provoc¨® un aluvi¨®n de devoluciones en las tiendas. Tambi¨¦n cay¨® por su peso la irrupci¨®n de Papathanass¨ªou en el universo audiovisual, en vista del car¨¢cter ambiental, evocador y envolvente de sus partituras. La ¨¢rida Ignacio (1975) y la selv¨¢tica La fiesta salvaje (1976) significaron su estreno con las bandas sonoras, pero la gran eclosi¨®n en esta faceta llegar¨ªa, evidentemente, con Carros de fuego (1981), la pel¨ªcula de Hugh Hudson que se hizo con los Oscar a la mejor cinta y mejor m¨²sica. El tema central, inolvidable y reproducido hasta el infinito, traduc¨ªa a corcheas la ¨¦pica de los atletas y supuso, de paso, el homenaje de Vangelis a su progenitor, que hab¨ªa ejercido como tenaz corredor aficionado.
A la gloria f¨ªlmica se sum¨® la sorprendente aventura de Jon & Vangelis, el d¨²o con el cantante Jon Anderson, que en aquellos tiempos hab¨ªa abandonado de manera moment¨¢nea las filas de Yes. Era un t¨¢ndem at¨ªpico e inesperado, pero permaneci¨® en activo durante tres elep¨¦s muy interesantes, sobre todo el imprescindible The Friends of Mr Cairo, tambi¨¦n de 1981. Aquella f¨®rmula de pop vocal con envoltorios sintetizados result¨® tan llamativa que State of Independence, uno de los cortes de The Friends¡ acabar¨ªa conociendo una inimaginable versi¨®n discotequera a manos de Donna Summer. Los a?os de m¨¢xima esplendor llegan hasta la banda sonora de Blade Runner (1982), de Ridley Scott, donde su Love Theme (dominado por un saxo tenor) y los cr¨¦ditos finales forman parte esencial en la historia de la m¨²sica para cine.
El ascendente de Vangelis fue perdiendo fuelle al retomar su actividad solista, con un pu?ado de discos bien recomendables (Soil Festivities, Mask, Direct¡), pero enmarcados en una ¨¦poca de menor fascinaci¨®n por la m¨²sica instrumental y los ¨¢lbumes tem¨¢ticos. Sin embargo, el nombre del griego regresar¨ªa a todos los titulares cuando recibi¨® el encargo de escribir la m¨²sica para 1492: La Conquista del Para¨ªso, la megaproducci¨®n de Scott en torno al quinto centenario del desembarco de Col¨®n en Am¨¦rica. La pel¨ªcula dist¨® mucho de convencer a la cr¨ªtica, pero los 55 minutos de composiciones originales figuran entre las obras cumbre de su firmante.
Aquellos a?os noventa ser¨ªan ya de menor notoriedad en su producci¨®n, pese a que sigui¨® manteniendo un ritmo vigoroso y alcanz¨® hitos como un disco con vocalistas invitados (Voices, 1995) o el neocl¨¢sico El Greco (1998), en el que aparec¨ªa Montserrat Caball¨¦. El siglo XXI le ser¨ªa a¨²n menos propicio, pero el ascendente de la obra de Vangelis se antoja, nunca mejor dicho, estratosf¨¦rico. Y no solo por sus bandas sonoras m¨¢s c¨¦lebres. Es casi imposible no haber escuchado temas en solitario como Pulstar, utilizado hasta la saciedad en anuncios y sinton¨ªas. O el movimiento de Heaven and Hell que Carl Sagan aprovech¨® para su serie Cosmos. Nunca el sonido de las esferas celestiales estuvo tan bien representado.