Eugenia Tenenbaum: ¡°Que vendan a Isabel la Cat¨®lica como feminista me pone los pelos de punta¡±
A sus 25 a?os, esta gallega es una de las divulgadoras de arte con perspectiva de g¨¦nero m¨¢s seguidas en castellano entre milenials y generaci¨®n Z
?D¨®nde est¨¢n las artistas en los libros de historia? ?Por qu¨¦ el profesor vien¨¦s Ernst Gombrich no incluy¨® a ninguna en su tomo can¨®nico que public¨® en 1950 y todav¨ªa sirve como manual de estudio? Eugenia Tenenbaum (Santiago de Compostela, 25 a?os) empez¨® a cuestionarse esto cursando tercero de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, cuando su profesora Eva Fern¨¢ndez del Campo plante¨® estas dudas a su clase.
Varios a?os despu¨¦s, esta gallega afincada en Madrid es una de las divulgadoras de arte m¨¢s seguidas de la Red en castellano entre la generaci¨®n Z y milenial. Tenenbaum publica La mirada inquieta (Temas de Hoy), un ensayo sobre qu¨¦ falla en la organizaci¨®n de ¡°unos museos que nos generan frustraci¨®n y nos ense?an a tener prisa¡± ¡ªpara poder el Louvre entero tendr¨ªamos que pasar 100 d¨ªas dentro dedicando 30 segundos a cada obra¡ª y donde se explora la representaci¨®n de la mujer, la clase y la raza en el arte europeo.
Pregunta. ?Hay un salto generacional en la manera de acercarse al arte?
Respuesta. Sin duda. Los j¨®venes tenemos muchas ganas de perderle el respeto. Se ha sacralizado demasiado.
P. ?Y c¨®mo se desacraliza?
R. Exigiendo una actualizaci¨®n de los curr¨ªculos educativos. Se lleva ense?ando Historia del Arte de la misma forma en 2022 que en 1970. Tampoco puede ser que la perspectiva de g¨¦nero, raza y clase se estudie residualmente o como una novedad. No hay lecturas contrahegem¨®nicas. Y, por supuesto, debemos regenerar los organismos de poder en las instituciones, tanto en universidades, como museos o galer¨ªas.
P. Elvira Dyangani Ose dirige el Macba y hay m¨¢s mujeres comisariando exposiciones, ?no supone un avance?
R. S¨ª, pero no s¨¦ hasta que punto hay intenci¨®n o es puro marketing.
P. ?D¨®nde ha pasado?
R. En el Prado. No tiene sentido programar Invitadas, una exposici¨®n feminista, que estuvo muy bien porque rescataron fondos que estaban cogiendo polvo en los dep¨®sitos, y acto seguido pasar a Pasiones mitol¨®gicas, comisariada por el propio director, Miguel Falomir. Fue muy criticada por la falta de enfoque y contexto: aquellas pasiones en realidad eran ¡°posesiones¡±, como bien record¨® la historiadora Emma Trinidad. ?D¨®nde est¨¢ el compromiso real m¨¢s all¨¢ de la acci¨®n puntual? No lo percibo.
?C¨®mo vas a demostrar que dos monjas del siglo XV que se enviaban encendidas cartas eran mucho m¨¢s que ¡°amigas intensas¡± y que en realidad se com¨ªan la boca?
P. Divulga desde una aproximaci¨®n feminista y anticolonial, ?hemos invisibilizado tambi¨¦n lo LGTBQI?
R. S¨ª. Necesitamos revisar los archivos con esa mirada. Pienso en el episodio Pecado nefando, del podcast de revisi¨®n barroca Las hijas de Felipe, o en el libro de Cristina Domenech, Se?oras que se empotraron hace mucho. Ahora podemos hacer divulgaci¨®n con sentido del humor, pero es muy duro luchar con los esquemas f¨¦rreos de la academia: ?c¨®mo vas a demostrar que dos monjas del siglo XV que se enviaban encendidas cartas eran mucho m¨¢s que ¡°amigas intensas¡± y que en realidad se com¨ªan la boca?
P. Lejos de censurar, pide contextualizar a los artistas y sus obras.
R. Necesitamos deconstruir y desacralizar la figura del genio. Para conseguirlo, hay que contextualizarlo. Los museos no son solo espacios expositivos, son entornos educativos.
Violencia epist¨¦mica es que le preguntes a un profesor en clase por qu¨¦ no hay mujeres artistas en un libro y te conteste que si no est¨¢n es porque no exist¨ªan
P. ?Tienen que desnudarse las artistas para que hablen de ellas o entrar al museo?
R. Como denunciaron las Guerrilla Girls, s¨ª. Varios informes de Mujeres en las Artes Visuales (MAV) de los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n han criticado que en el museo del Prado, casi las tres cuartas partes de las obras adquiridas en este siglo son de hombres. Y que, aunque las mujeres son las que m¨¢s se matriculan en las carreras de Bellas Artes, en el terreno laboral, su representaci¨®n es inferior al 30%. Es decir, entre el 20 y el 40% de los hombres que estudian Bellas Artes obtienen entre el 60% y el 80% de los puestos de trabajo. Somos las m¨¢s preparadas y las que menos conseguimos trabajar de lo nuestro.
P. En el libro analiza la violencia epist¨¦mica del arte, ?qu¨¦ es y cu¨¢ndo se aplica?
R. Violencia epist¨¦mica es utilizar el terreno del conocimiento y el saber como autoridad para invisibilizar, para humillar y restar capacidad, omitiendo informaci¨®n o malvers¨¢ndola. Violencia epist¨¦mica es que le preguntes a un profesor en clase por qu¨¦ no hay mujeres artistas en un libro y te conteste que si no est¨¢n es porque no exist¨ªan. Tambi¨¦n que la mayor¨ªa no sepa nombrar a una artista negra exitosa en Espa?a.
P. Escribe sobre la dicotom¨ªa del imaginario art¨ªstico de las mujeres: v¨ªrgenes o medusas.
R. Es un patr¨®n tan antiguo como la historia misma. El cuerpo de la mujer es un mecanismo de control: Eva y Lilith contra la Virgen Mar¨ªa. Son dos estereotipos monol¨ªticos que, aunque se han ido diversificando, siguen ah¨ª: o santas o putas. Las buenas y las malas feministas. Las buenas y las malas madres. Son im¨¢genes que apelan a nuestra corporabilidad, que nos encierran en la funci¨®n reproductora y que tambi¨¦n se pueden aplicar a lo social. Da igual que seamos buenas personas, amables o que tengamos ¨¦xito en el trabajo. Basta un desliz para que nos metan de nuevo en esa caja tan estrecha.
El cuerpo de la mujer es un mecanismo de control: Eva y Lilith contra la Virgen Mar¨ªa. Son dos estereotipos monol¨ªticos que, aunque se han ido diversificando, siguen ah¨ª: o santas o putas
P. Rescata historias como la de Elisabetta Sirani, una pintora del Renacimiento a la que vigilaban sus clientes porque no cre¨ªan que aquellas obras de arte las pintase una mujer.
R. Su historia es muy paradigm¨¢tica. ?C¨®mo iba a pintar aquello una chica! Estaba continuamente vigilada y fue una figura muy prol¨ªfica. En diez a?os pint¨® m¨¢s de 200 obras. Tambi¨¦n es otro ejemplo de otra mujer quemada por el sistema. La mataron de agotamiento. Otro caso m¨¢s en el que las mujeres tenemos que estar ah¨ª todo el rato, demostrando a los dem¨¢s nuestra val¨ªa sin descanso.
P. Pide que ¡°no mordamos el anzuelo con la cr¨ªtica feminista en el revisionismo¡±, ?por qu¨¦?
R. No todo lo que hizo una mujer tiene que ser feminista. La capitalizaci¨®n del movimiento de la ¨²ltima d¨¦cada, estas ganas de reivindicarnos y resituarnos, tambi¨¦n se ha hecho de forma despolitizada. Que nos vendan que Isabel la Cat¨®lica era feminista, cuando le daban igual las mujeres musulmanas y jud¨ªas, me pone los pelos de punta. Debemos recuperar referentes, pero hay que saber darles su lugar en la historia.
Babelia
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