?Tienen que desnudarse las artistas para que hablen de ellas?
Guerrilla Girls celebra 30 a?os de activismo feminista en Matadero Madrid En el Reina Sof¨ªa, Carla Zaccagnini denuncia un mundo cultural dominado por hombres

Una ma?ana del mes de marzo londinense a comienzos del siglo pasado, una mujer menuda irrumpe en una sala de la National Gallery, se aproxima silenciosa al lienzo La Venus del espejo, de Vel¨¢zquez, lo observa detenidamente, extrae un hacha de cocina escondido en su abrigo y en pocos segundos lo golpea incesantemente hasta rajarlo.
La historia de Mary Richardson se escucha junto a otras en el audi¨®fono que forma parte de la magn¨ªfica instalaci¨®n Elements of Beauty: a Tea-Set is Never Only a Tea Set, de la artista Carla Zaccagnini, incluida en la exposici¨®n colectiva Un saber realmente ¨²til en el Museo Reina Sof¨ªa. Con ella, la artista reflexiona sobre la representaci¨®n de la mujer a lo largo de la historia en un exhaustivo trabajo de investigaci¨®n que parte de los ataques que las sufragistas ejecutaron entre 1913 y 1914 a diferentes cuadros de la historia del arte que denigraban simb¨®licamente a la mujer, im¨¢genes asumidas a lo largo de los siglos por la imperante mirada masculina. La instalaci¨®n, compuesta por los 29 huecos de los cuadros que aquellas pioneras en la lucha por los derechos de la mujer atacaron, es un ejercicio de imaginaci¨®n y memoria al servicio del espectador con el que la artista construye un discurso sobre las relaciones entre belleza y violencia.
La escasa importancia que han tenido las mujeres y otras minor¨ªas en el relato oficial tambi¨¦n forma parte de nuestra historia. Las mujeres, vinculadas casi siempre al entorno dom¨¦stico, han tenido que pelear por hacerse visibles en el espacio p¨²blico, desestabilizando la mirada omnipresente del patriarcado para desmontar las concepciones de ¡°genio¡± otorgado exclusivamente al hombre occidental, blanco, heterosexual y de clase media.
Sin olvidar que, en muchos casos, las mujeres han sido consideradas primero musas inspiradoras y luego artistas, como lo fueron Georgia O¡¯Keeffe, Frida Kahlo, Anni Albers o Lee Krasner, que, por no ser, no fue ni musa, sino una aguerrida defensora de la obra de su marido, Jackson Pollock. Y es que gracias a muchas de ellas, como Johanna Van Gogh ¡ªcu?ada del artista holand¨¦s¡ª, nos ha llegado, impoluto y cuidado, el legado de la obra maestra para la formalizaci¨®n del relato oficial. Recordemos tambi¨¦n a aquellas que estuvieron all¨ª junto a ellos, aunque desenfocadas o fuera de c¨¢mara, ignoradas y en segundo plano: en las surrealistas noches toledanas junto a algunos de los insignes alumnos de la Residencia de Estudiantes, como Maruja Mallo; las que se divirtieron en silencio en el Cabaret Voltaire, como Sophie Taeuber-Arp, o las que se entregaron concienzudamente al proyecto de la Bauhaus, como Gunta St?lzl. Y est¨¢n ellas, las ¡°diferentes¡±, las que ni siquiera necesitaron ir acompa?adas de hombres, esas que se asentaron al otro lado del Sena en el Par¨ªs de entreguerras convertido en capital de la vanguardia y que la historia ha denominado como las mujeres de la otra orilla ¡ªNatalie Barney, Romaine Brooks o Tamara de Lempicka¡ª.
Como vemos, la historia s¨ª tiene su genealog¨ªa feminista, como apuntaron los comisarios e investigadores Juan Vicente Aliaga y Patricia Mayayo en una gran exposici¨®n realizada en 2012 en el Musac, sus nombres propios y su lucha colectiva. Y en esta constelaci¨®n de interconexiones, partimos de las sufragistas como uno de los primeros colectivos de activismo feminista que utilizaron no s¨®lo el espacio sacro del museo como el lugar de la protesta, sino que hicieron del uso del cartel el arma arrojadiza de su lucha, como despu¨¦s har¨ªan las Guerrilla Girls irrumpiendo en la escena del arte neoyorquino a mediados de los ochenta con el ya m¨ªtico p¨®ster que rezaba: ¡°?Tienen que desnudarse las mujeres para entrar en el Metropolitan Museum? Aunque menos del 5% de los artistas de las seccionesdedicadas al arte moderno son mujeres, el 85% de losdesnudos son femeninos¡±.

Este colectivo de feministas estadounidenses celebrasus 30 a?os de activismo con una gran muestra en Matadero, Guerrilla Girls 1985-2015, comisariada por Xabier Arakistain, que re¨²ne m¨¢s de una veintena de carteles con los que cuestionan no s¨®lo la desigualdad de la mujer en esta sociedad falocr¨¢tica, sino las sangrantes diferencias en sectores supuestamente m¨¢s liberales, como es el del propio sistema del arte. Estas creadoras, que cubren sus rostros con m¨¢scaras de gorilas para mantener el anonimato y se hacen llamar por el nombre de artistas fallecidas, se centran en la dimensi¨®n pol¨ªtica de su pr¨¢ctica para se?alar las injustas jerarquizaciones sociales. Ya en 1971 la profesora Linda Nochlin se preguntaba por la inexistencia de grandes mujeres artistas en el c¨¦lebre art¨ªculo publicado por la revista Art News ¡®?Por qu¨¦ no ha habido grandes mujeres artistas?¡¯. A partir de este texto fundamental de la cr¨ªtica de arte de orientaci¨®n feminista se abr¨ªa una l¨ªnea de investigaci¨®n que pretend¨ªa demostrar c¨®mo la presencia de mujeres artistas se hab¨ªa visto silenciada sistem¨¢ticamente por la historiograf¨ªa dominante, coincidiendo, adem¨¢s, con la profunda renovaci¨®n del movimiento feminista.
Las Guerrilla utilizan la estad¨ªstica en sus reivindicativos carteles y otros documentos que conforman el contexto en el que llevan a cabo sus procesos de producci¨®n. Y lo advierten con punzante iron¨ªa en uno de ellos centrado en remarcar las ventajas de ser mujer artista, entre otros: ¡°Saber que tu carrera profesional puede repuntar cumplidos los ochenta a?os. Tener la garant¨ªa de que, no importa el tipo de arte que hagas, se etiquetar¨¢ siempre como femenino. Tener la oportunidad de elegir entre una carrera profesional y la maternidad o no tener que pasar por el bochorno de que te llamen genio¡±. La muestra de estas feministas asentadas en el maistream oficial, por otra parte, visibiliza la controversia que supone la lucha por la aceptaci¨®n de la desigualdad desde la propia instituci¨®n que las cobija para hacer visible desde ella los puntos ciegos del sistema.
¡°Pero, sobre todo, el trabajo de Guerrilla Girls¡±, se?ala el comisario de la exposici¨®n, ¡°nos recuerda que los diferentes objetivos pol¨ªticos planteados por el feminismo de finales de los sesenta no se han alcanzado a¨²n y nos invitan a continuar la lucha para conseguirlos. En este sentido, el cartel de 1988 Until Feminism has Achieved Its Goals, There is no Post-Feminism (hasta que el feminismo no haya alcanzado sus objetivos no habr¨¢ posfeminismo) es una firme declaraci¨®n de intenciones¡±.
La teor¨ªa feminista va ¨ªntimamente unida al feminismo como movimiento social que opera transformando la sensibilidad ante determinados fen¨®menos de desigualdad, sin olvidar que todo activismo pertenece a una genealog¨ªa de resistencia micropol¨ªtica que pasa por las sufragistas, las WomanHouseProject o las Pussy Riot.
Las lecturas feministas desde el arte son muy diversas, dos ¨¢mbitos han centrado fundamentalmente su atenci¨®n: el estudio de las mujeres en las artes pl¨¢sticas y la investigaci¨®n sobre las mujeres artistas ignoradas. Y junto a estas teor¨ªas existen otras insertadas en los discursos de g¨¦nero que reconstruyen y descategorizan los estereotipos, como el trabajo de Cabello/Carceller, que emergen en el panorama del arte espa?ol en los noventa y centran su pr¨¢ctica en interrogar sobre los modos de representaci¨®n hegem¨®nicos en las pr¨¢cticas visuales a partir de la teor¨ªa de g¨¦nero, tomando como referencia los dictados de Judith Butler en el ¨¢mbito de la cr¨ªtica feminista. Y ellas ser¨¢n, conlos artistas Pepo Salazar y Francesc Ruiz junto al comisario Mart¨ª Manen, quienes representar¨¢n a Espa?a en la pr¨®xima edici¨®n de la Bienal de Venecia, pero, una vez m¨¢s, bajo la sombra de un genio: Salvador Dal¨ª, sin Elena Ivanovna Diakonova, Gala.
Guerrilla Girls 1985-2015. Del 30 de enero al 26 de abril. Matadero Madrid. Un saber realmente ¨²til. Hasta el 9 de febrero. Museo Reina Sof¨ªa. Madrid.
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