El Primavera Sound vuelve a la normalidad con la m¨²sica imponi¨¦ndose a las colas
The National y Beck se llevaron la palma en una jornada en la que brill¨® la rapera Little Simz
Tras la tormenta perfecta del d¨ªa inaugural, la calma tom¨® ayer el recinto del Primavera en el F¨®rum y la segunda jornada se desarroll¨® con completa normalidad. Ni asomo de colas, eficiente gesti¨®n de las riadas de p¨²blico, zonas de restauraci¨®n a pleno funcionamiento e incluso el sol, con su ausencia, se sum¨® a la jornada benefici¨¢ndola con una temperatura agradable.
As¨ª las cosas, la m¨²sica, esa prota...
Tras la tormenta perfecta del d¨ªa inaugural, la calma tom¨® ayer el recinto del Primavera en el F¨®rum y la segunda jornada se desarroll¨® con completa normalidad. Ni asomo de colas, eficiente gesti¨®n de las riadas de p¨²blico, zonas de restauraci¨®n a pleno funcionamiento e incluso el sol, con su ausencia, se sum¨® a la jornada benefici¨¢ndola con una temperatura agradable.
As¨ª las cosas, la m¨²sica, esa protagonista a la que a veces se oculta como ayer el sol, volvi¨® a reinar en el recinto. Y hubo para todos los gustos, pero en t¨¦rminos de cantidad, un criterio por cierto poco musical, triunfaron dos propuestas opuestas. Por un lado, un se?or con cara de atribulado que canta al frente de The National. Por otro, otro se?or con m¨¢s vitalidad y colorido que responde por Beck. Ambos tuvieron frente a sus escenarios centrales a una multitud no agobiada por ella misma, permitiendo que estos conciertos fuesen seguidos por no pocas personas que, en plan picnic, se sentaron sobre la hierba artificial de la Plataforma Mar¨ªtima. Otras estaban tumbadas, pero ni ve¨ªan ni escuchaban. S¨ª, las barras funcionaban.
Lo de The National tiene guasa, aunque su m¨²sica no tiene nada de alegre. La apesadumbrada banda encabezada por Matt Berninger propone un rock de palpitaci¨®n baja, melod¨ªas que se antojan huidizas y un tono de voz que parece recitar solo concatenaciones de angustias. Berninger lo acent¨²a hasta la parodia con su puesta en escena. Manda su aspecto de profesor de filosof¨ªa con un micro que, al estar m¨¢s bajo, le obliga a cantar mirando al suelo, como si all¨ª estuviese la soluci¨®n de sus problemas. O el punto de fuga. Su forzada gestualidad, mes¨¢ndose los cabellos, inclinando teatralmente el micro en This Is The Last Time o abandon¨¢ndolo para pasear por escena, como si su presencia le agotase. Es la propia de un mal actor al que se le nota que est¨¢ haciendo un papel dram¨¢tico, y redondea una estampa que se fundi¨® en una veintena de canciones. Parece que lo triste, eso que se llama bajonazo, a¨²n cotiza al alza. Y lo llaman sobriedad.
Antes, un Beck que abr¨ªa gira europea ¡ªy que el domingo repetir¨¢ en la sala Razzmatazz¡ª, puso la nota de colorido. Concierto con groove, ritmos de hip hop, saltos y sonrisas para un espect¨¢culo, no nos llevemos a enga?o, m¨¢s blanco que el traje que luci¨®, propio de un nuevo rico vestido para ligar en Puerto Ban¨²s. Fue as¨ª un concierto con cierto trasfondo negro, debidamente suavizado para no herir, para no sudar m¨¢s de la cuenta y para envolver a la multitud en el colorido de una puesta en escena resultona en la que la imagen se desdoblaba en pantalla. Una prueba de la apertura del Primavera a territorios m¨¢s amenos que hace unos a?os eran anatema. La multitud, menos militante que anta?o, abierta como una lista de reproducci¨®n, bail¨® con ¨¦xitos a?ejos como The New Polution, Jack Ass o el inevitable Loser.
Hubo otros nombres menores, pero que marcaron un excelente nivel art¨ªstico en el festival. Por ejemplo, la avasalladora Little Simz, una actriz y recitadora de amplio registro que hizo temas cargados de sensualidad, funk, groove y samplers de soul, con gui?os tambi¨¦n al grime servidos por una banda de apoyo que entroniz¨® el dinamismo y fuerza de esta mujer, londinense de origen nigeriano. Su empoderamiento, los mensajes antirracistas y su fuerte presencia esc¨¦nica, dominadora, segura, exuberante, tocada con una gorra de punto perfil rastafari que ocultaba su entrelazada cabellera, fue uno de los recuerdos que perdurar¨¢n en la jornada. Los ingleses, y en particular las inglesas, enloquecieron, dejando claro que ven en ella un nuevo perfil femenino, mestizo, orgulloso y din¨¢mico, musicalmente capaz de besar y tambi¨¦n de golpear con sa?a. Hab¨ªa que ver y escuchar a sus seguidoras cantar con ella ¡°lo dije con el pecho y no me importa a quien ofendo¡±. Y no es flor de un d¨ªa, cuatro son los discos largos que ya ha publicado.
En las ant¨ªpodas de Little Simz est¨¢ Helado Negro, el proyecto del norteamericano de origen ecuatoriano Roberto Carlos Lange, que tiene el encanto de quien no es guapo. Sus canciones, pop con s¨ªncopa, fluir lento, tacto melanc¨®lico y suave, retoques electr¨®nicos y ra¨ªces eventualmente latinas, brill¨® bajo las nubes encandilando al p¨²blico de su escenario, al que conquist¨® con canciones con t¨ªtulos tan indicados como Pa¨ªs nublado, de su excelente ¨¢lbum This Is How You Smile o There Must Be A Song Like You ¡ªDebe haber una canci¨®n como t¨²¡ª, una simple delicia. Incluso una pareja se ci?¨® por el talle y se puso a bailar.
Volviendo a las mujeres, chispearon Wet Leg, un grupo de indie rock que, sin inventar la p¨®lvora, hacen que la suya explote con gracia. Saben hacer sencillos, sin duda. Guitarras y melod¨ªas con algo de pimienta y actitud, actitud poco avasalladora y algo tierna pese al restallido de las guitarras. En la otra punta del festival, la zona de electr¨®nica, reinaba la calma a media tarde, ol¨ªa a hierba, la de las vacas, y el espacio estaba despejado, abierto a la playa y el mar. En las barras el triple de servicio que de usuarios. El puente que comunica con el F¨®rum no se lleg¨® a abrir a todo el p¨²blico, solo acreditados, ya que las autoridades portuarias temen la peligrosidad de los embudos que se pueden producir durante la noche. Este espacio lo llen¨® la voz de Mariah The Scientist, una mujer de Atlanta con una voz portentosa, un timbre excelente y una ductilidad que le permite abordar cualquier repertorio en el ¨¢mbito del R&B. Actu¨® sola, con todo pregrabado, y canciones como The Church, Always Forever o 2 you resplandecieron ante un escaso centenar de espectadores.
Otras mujeres como Amaia o Rigoberta Bandini, ¨¦sta ya en la noche, dejaron alguna sombra tras su paso por escena. La primera, t¨ªmida, sincera y entra?able, llen¨® la escena con candor, a veces insuficiente para grandes escenarios. La segunda, una excelente creadora de ideas y conceptos de completa pertinencia, ha de tomarse en serio una mejora de su directo para evitar que la fama acabe desportill¨¢ndola. Triunf¨®, por supuesto, pero con un torrencial entusiasmo que ya de saque aporta su entregado p¨²blico.