La rebeli¨®n de Amaia
¡°Ahora quiero ser yo y mostrar mi camino¡±. Bajo esta premisa y con la idea de romper la imagen de ni?a buena, Amaia publica su segundo disco. Quedan atr¨¢s OT y Eurovisi¨®n. Hoy su universo musical se aleja de la escenificaci¨®n
La ni?a de la foto sonr¨ªe con los ojos bien abiertos y una tierna mezcla de excitaci¨®n y miedo: su rebeli¨®n ha tenido ¨¦xito. Con su cabeza sobresaliendo entre los fuertes brazos de protecci¨®n amarillos, est¨¢ a punto de subirse por primera vez al Dragon Khan, una de las atracciones m¨¢s c¨¦lebres y trepidantes de PortAventura. El d¨ªa anterior quiso hacerlo, pero no la dejaron. No daba la talla. Un cent¨ªmetro la separaba de la posibilidad de subirse. Un m¨ªsero cent¨ªmetro. El mu?eco que marca el 1,40 metros de estatura para acceder a la atracci¨®n se qued¨® impasible ante el desconsuelo de la ni?a, pero ella no se rindi¨®. Su padre tampoco. Por la noche, a ¨¦l se le ocurri¨® una idea: estirarla como si fuera un chicle. La ni?a puso todo de su parte: se agarr¨® a la barra de la cama y su padre tir¨® y tir¨® de los pies a ver si alargaba a su hija ese cent¨ªmetro que faltaba mientras la madre no daba cr¨¦dito. Dio resultado. Al d¨ªa siguiente, la ni?a prob¨® otra vez y se subi¨® al Dragon Khan como quien conquista una tierra lejana y desconocida. Su padre tir¨® una foto del momento. En ese instante, ella sonri¨® con cosquillas en el est¨®mago.
La ni?a es Amaia Romero Arbizu, hoy conocida como Amaia (Pamplona, 23 a?os). Se le iluminan los ojos cuando recuerda aquel momento: ¡°Quer¨ªa montar a toda costa. Me daba igual el miedo¡±. La cantante y compositora, conocida por su participaci¨®n en el programa Operaci¨®n Triunfo (OT) y en Eurovisi¨®n en 2018, ha sacado su m¨®vil del bolsillo y ha buscado r¨¢pidamente en su archivo para ense?ar esta imagen que se hizo cuando fue al parque de atracciones de la Costa Dorada. Amaia estaba contando que, despu¨¦s de comer, tiene que coger un tren para ir a Pamplona a visitar a su familia cuando, de repente, con una sonrisa, ha confesado que en la ¨²ltima parte de la Semana Santa se ir¨¢ con sus amigos a PortAventura porque le ¡°flipa¡±. ¡°Era el ¨²nico lujo que pod¨ªan permitirse mis padres cuando ¨¦ramos ni?os. ?bamos todos los veranos¡±, explica. Su hermano, Javier Romero, asiente con la cabeza. Est¨¢ sentado en la mesa, frente a ella. De 31 a?os, Javier, mano derecha de Amaia para todo, es el mayor de tres hermanos. La mediana, de 27 a?os, es ?ngela y, luego, est¨¢ Amaia, la ¡°peque?a virtuosa¡±, tal y como la califica Javier.
La peque?a virtuosa que ya no es tan peque?a, seg¨²n canta ella misma en el primer verso de Bienvenidos al show, la canci¨®n que abre Cuando no s¨¦ qui¨¦n soy, su segundo y esperado ¨¢lbum despu¨¦s de Pero no pasa nada, publicado en 2019. El nuevo trabajo se publicar¨¢ el 13 de mayo y tiene ¡°algo m¨¢s de adulto¡±, en sus propias palabras. ¡°He cambiado mucho el enfoque entre un disco y otro. El primero era hacer casi un diario personal. Hacerlo en plan cantautora y que fuera coherente con una chica que ten¨ªa 19 a?os. Ahora siento que he cambiado much¨ªsimo existencialmente en estos a?os. Como si fuera otra persona¡±, explica su autora, quien charla relajadamente en un c¨¦ntrico hotel de Madrid. Ese cambio se traduce tambi¨¦n en una participaci¨®n mayor de la cantante en el proceso de creaci¨®n del disco. Cuando no s¨¦ qui¨¦n soy cuenta con ella como productora junto a Alizzz, el talentoso productor y m¨²sico que ha insuflado al pop espa?ol un aire nuevo en sus trabajos ¡ªespecialmente, en sus colaboraciones con C. Tangana¡ª y con el que ella conect¨® ¡°much¨ªsimo¡±. ¡°Ten¨ªa que dar un paso adelante, experimentar algo y salir de mi zona de confort. Buscaba salir de las canciones naif¡±, afirma la cantante.
Esa otra persona, fuera de las canciones na¨ªf, es una Amaia que ya no quiere ser la ni?a buena de OT, el programa musical de la televisi¨®n p¨²blica que convirti¨® su rostro en uno de los m¨¢s famosos de Espa?a. Fue un verdadero pelotazo. Como antes hab¨ªa pasado con Rosa en la primera edici¨®n del concurso, Amaia pas¨® de ser una adolescente de Pamplona, con ganas de gustar a la gente con una guitarra bajo el brazo o sentada en un piano, a convertirse en Amaia de Espa?a, una nueva estrella pop de voz dulce, emp¨¢tica y con un gran talento para el canto, que lleg¨® a conquistar millones de corazones de una inmensa audiencia televisiva.
El fervor por ella fue propio de los fen¨®menos medi¨¢ticos. Amaia gan¨® el concurso y represent¨® a Espa?a en Eurovisi¨®n junto a Alfred Garc¨ªa, con el que empez¨® una relaci¨®n sentimental. Aquel revuelo, como aquel enganche que ten¨ªa que ver m¨¢s con los chismes de Gran Hermano que con una verdadera escuela de m¨²sica, fue como un cuento de hadas. Un cuento de hadas, cierto, pero dentro de la paranoia televisiva. Fuera de la pecera del programa, Amaia choc¨® de bruces contra una realidad teledirigida. Al acabar Eurovisi¨®n, se quej¨® de la falta de libertad y del excesivo control sobre su figura.
Al contrario de lo que los ejecutivos discogr¨¢ficos hac¨ªan con cada int¨¦rprete nacido de ese lujoso escaparate de la televisi¨®n p¨²blica que era OT, ella no se aprovech¨® de la ola promocional con la que hacer una caja r¨¢pida. Se rebel¨® a su manera: decidi¨® parar y retrasar un a?o la salida de su primer disco, Pero no pasa nada, en el que ya mostr¨® que estaba dispuesta a buscar un camino distinto al establecido para los productos salidos de OT. ¡°Antes me dejaba llevar y era como si todo lo viviera otra persona que no fuera yo¡±, recuerda. ¡°Por eso, ahora quiero ser yo y mostrar mi camino, un camino en el que soy una persona de 23 a?os que puede decir las cosas como las piensa¡±. Y a?ade: ¡°Con mi primer disco, no era la mitad de consciente de lo que soy ahora¡±.
?Y qui¨¦n es Amaia ahora? Esa es la pregunta que la propia artista se hace a s¨ª misma en el t¨ªtulo de su nuevo ¨¢lbum, o en ¡°la conversaci¨®n consigo misma¡±, como ella llama a un disco de canciones en primera persona, cantadas con ¡°la voz muy cerca¡± e instrumentaci¨®n minimalista, como si el oyente estuviese dentro de su cabeza. Un ¨¢lbum en el que se refleja una chica con dudas y reproches, capaz de enamorarse de la persona equivocada, ¡°caerse y hacer el tonto¡±, vivir intensamente con sus amigos y tener ¡°noches de baj¨®n¡± y ¡°descontrol¡±. Tambi¨¦n de hacerle la vida imposible a alguien si es necesario o de decirle a un chico que, si quiere ser su amigo, le coma ¡°el higo¡±, tal y como canta en La canci¨®n que no quiero cantarte, junto a Aitana, la otra gran estrella salida de su misma promoci¨®n de OT.
Aitana y Amaia compitieron en la final del programa televisivo y gan¨® la segunda. De alguna forma, ambas representan dos modelos distintos de ser estrellas. Juegan dos roles bien diferenciados. Aitana, que parece m¨¢s consciente de su estrellato, se atiene m¨¢s al molde cl¨¢sico de figura pop, jugando un papel m¨¢s sensual y lanzando mensajes m¨¢s expl¨ªcitos. Es la chica lanzada de la clase. Amaia, sin embargo, como reconoce ella y como muestra en su nuevo disco, anda buscando su lugar, ese espacio que le pertenezca por sus errores y aciertos, pero en el que pueda dejar atr¨¢s la imagen de chiquilla que agrada a todo el mundo en esa misma clase. ¡°Quiero ser consciente de todo lo que me rodea y de lo que estoy haciendo, aunque lo haga mal¡±, apunta.
?Cu¨¢l es su secreto entonces? M¨¢s all¨¢ de un talento innato para emocionar con su voz, Amaia es una chica de clase media muy normal. Muestra una normalidad tan aplastante que termina por ser una anomal¨ªa en un negocio cargado de escenificaciones. Es su gran atractivo: una normalidad natural, sin artificios, tierna y directa, propia de una veintea?era a la que le gusta estar con su familia y sus amigos y que reconoce ¡°sentirse muy conectada¡± con su infancia. Una normalidad personal¨ªsima, como cuando aparece en videoclips y actos p¨²blicos con pelos en las axilas o las piernas sin depilar, un asunto que todav¨ªa la persigue y por el que no le gusta que le pregunten porque, dice, considera superado. ¡°Para m¨ª, es algo natural. Da un poco de v¨¦rtigo que, por ejemplo, parezca que hay que tener un discurso trabajad¨ªsimo del feminismo porque me guste estar as¨ª con mi cuerpo. No me siento portavoz de nada por esto. M¨¢s a¨²n cuando me considero una persona que no tengo buena labia y me da respeto hablar de temas importantes¡±. Dentro del mundo del espect¨¢culo actual, Amaia va a contracorriente. No solo por su forma de ser y porque no se ajuste al patr¨®n de la pirotecnia del pop de coreograf¨ªas, sino porque est¨¢ en la acera contraria a la l¨®gica de los tiempos, en la que triunfan el reguet¨®n, el trap y lo suburbial, con sus mensajes cargados de sexo y drogas y su apolog¨ªa del consumo y la glorificaci¨®n quinqui. Amaia representa un mundo bien distinto al de Yung Beef, La Zowi o Bad Gyal.
El mundo de Amaia viene condicionado por OT. Ella no reniega del concurso televisivo, pero sabe que su sombra es alargada como para poder salirse f¨¢cilmente de aquella imagen proyectada. ¡°Recuerdo con mucho cari?o el programa. S¨¦ que es una de las cosas m¨¢s importantes y locas que me van a pasar en toda mi vida. Me gusta mucho haberlo vivido. Todo pas¨® muy r¨¢pido, pero me hizo coger mucha experiencia. Fue como un m¨¢ster¡±, cuenta. Como dice, su historia se construy¨® muy r¨¢pida. Dice que ha necesitado todo este tiempo para ser consciente de su vida. Para valorar d¨®nde est¨¢ y qu¨¦ quiere hacer.
No muchos saben que OT no fue el primer programa en el que particip¨®. Al igual que Rosal¨ªa, Amaia, quien empez¨® a cantar antes que a hablar, seg¨²n sus familiares, particip¨® en un concurso televisivo de talentos musicales infantiles. Ambas fueron rechazadas en el plat¨® por los jurados correspondientes. Ten¨ªan aptitudes, pero no eran v¨¢lidas. Son v¨ªdeos que ahora se pueden ver en YouTube subidos por sus fans. Toda una paradoja que demuestra que los concursos musicales son solo concursos. Ahora, Rosal¨ªa y Amaia son dos de las estrellas m¨¢s importantes del panorama espa?ol. Sus vidas guardan esa coincidencia que muestra a personas muy talentosas que buscaban destacar desde ni?as, dispuestas a esforzarse al m¨¢ximo por alcanzar su objetivo. Sin embargo, sus carreras son distintas. Rosal¨ªa se maneja en los c¨®digos de ese otro mundo art¨ªstico m¨¢s urbano y quinqui y ha ido escalando con independencia hasta lo m¨¢s alto mientras que Amaia, que admira a Marisol ¡ªa la que conoci¨® en su casa hace unos meses¡ª, tiene una forma de ser diferente y se encontr¨® en lo m¨¢s alto sin haber publicado una sola canci¨®n. Ella empez¨® desde arriba del todo. Su presi¨®n es diferente.
Algunas preocupaciones que sobrevuelan Cuando no s¨¦ qui¨¦n soy tienen que ver con esta presi¨®n. En La persona, Amaia canta: ¡°Despu¨¦s de todo eres una persona m¨¢s¡±. En esa composici¨®n tambi¨¦n habla de su psicoanalista y de la que ella fue. ¡°Ir a la psic¨®loga desde hace un par de a?os me ha ayudado mucho a entender qu¨¦ quiero¡±, cuenta. ¡°Intento trabajar el hecho de estar a gusto conmigo misma. Saber conocerme y aceptarme. No es algo que dependa de c¨®mo me ven los dem¨¢s, sino de c¨®mo me veo yo a m¨ª misma. Me exijo bastante en todo. Con la m¨²sica, me gusta ser perfeccionista y me gusta estar muy c¨®moda. Si veo que no lo estoy, pues ya no paro de darle vueltas¡±, explica. Muchas de sus inseguridades, sostiene, vienen desde antes de que estuviese todos los d¨ªas en la televisi¨®n, pero la fama las agrav¨®. La histeria por OT fue de tal calibre que llegaron a publicar fotos de ella haciendo la compra en un supermercado y algunos medios de comunicaci¨®n analizaron su carrito de la compra como si fuese su propia alma. Si compraba un paquete de pasta de medio kilo, dec¨ªan los analistas del carro, significaba que ¡°era una persona solitaria que no compart¨ªa su vida con otros individuos¡±. Y si hab¨ªa cogido dos botes de gel de ducha La Toja, a?ad¨ªan, era ¡°un intento de gustar a todo el mundo y de no posicionarse para evitar el conflicto¡±. ¡°Todo muy loco¡±, sentencia ella. ?Qu¨¦ har¨ªa entonces si hoy se encontrase a la Amaia de OT? ¡°Le dar¨ªa un abrazo por encima de todo¡±, suelta con una risita. ¡°Luego, le dir¨ªa que no se preocupe y que eso no va a ser as¨ª siempre. Y tambi¨¦n le dir¨ªa que lo aproveche¡±.
La Amaia de hoy, que vive en Barcelona, ha aprovechado todo ese ¡°viaje loco¡±, peleando a la vez por no desprenderse de su esencia, de la ni?a que fue y que le gusta ¡°tener muy presente¡±. Tanto es as¨ª que en la contraportada del nuevo disco se ve un colgante con una foto suya de peque?a. Hoy, habla con la psic¨®loga de todo ello y le gusta mucho pensar en la vida ordenada de esos a?os. En aquellas rutinas de ir al colegio en el autob¨²s, ver a sus amigos e ir por la tarde a las extraescolares del conservatorio y de flamenco. O en aquellos fines de semana en los que com¨ªa los s¨¢bados en casa de su abuela Javiera y los domingos en la de su abuela Tere. O en las Navidades y en las reuniones familiares con sus padres, hermanos y primos. ¡°Soy muy familiar¡±, explica. ¡°Me encanta buscar y disfrutar de mi nostalgia de agradecimiento¡±.
Reconoce que tuvo una infancia y una adolescencia ¡°superfelices¡± en Pamplona, la ciudad que ahora la considera una hija pr¨®diga, donde ha dado el preg¨®n de fiestas populares, donde de ni?a maravillaba a los transe¨²ntes cantando en la calle en plenos sanfermines y donde el Diario de Navarra informa de cada detalle de su vida. La misma ciudad en la que le gustar¨ªa morir, a la que viaja a menudo a ver a su familia y donde visita sus lugares favoritos, como El Caballo Blanco, el parque de la Media Luna y el jard¨ªn Yamaguchi, al que dedica la ¨²ltima canci¨®n del ¨¢lbum. ¡°Es un parque muy bonito, con un lago, donde pasaba mucho tiempo de ni?a y donde luego hice mis primeros botellones con la cuadrilla. En la caseta del jard¨ªn me di mi primer beso. Fue en un d¨ªa lluvioso y el chico con el que hab¨ªa quedado para besarme no aparec¨ªa y estaba muy nerviosa. Ten¨ªa unos 12 o 13 a?os¡±. Esa ni?a de Pamplona fue encontr¨¢ndose un mundo adulto a medida que fue creciendo, pero, en su caso, adem¨¢s, ese mundo se transform¨® en todo un show, como cuenta en la canci¨®n que abre el ¨¢lbum. Un reality show, para ser m¨¢s exactos.
Yamaguchi es tambi¨¦n una ciudad japonesa con un parque llamado Pamplona. Una rara conexi¨®n entre ambas ciudades. Cuando los japoneses conocieron su canci¨®n, estrenada hace unas semanas, pusieron una placa con la cara de la cantante en su honor en el jard¨ªn. Amaia no deja de despertar admiraci¨®n, pasi¨®n. En la imagen, mantiene el mismo gesto de cuando era ni?a. Esa ni?a que a los nueve a?os les cantaba a todos en casa y en el colegio y le lloraba a su madre porque no quer¨ªa dejar de ser una ni?a. ¡°Era muy peliculera¡±, confiesa sonriendo. Amaia no ha dejado de ser esa ni?a. La misma que se subi¨® al Dragon Khan de PortAventura cuando no era posible y experiment¨® el mayor de los v¨¦rtigos. ¡°Esa soy yo¡±, dijo, se?alando con su dedo a la foto del m¨®vil. Vaya si lo era: sus ojos casta?os le brillaron igual.
Cr¨¦ditos
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.