Una oreja con sabor a gloria

La oreja que cort¨® Rafaelillo al primero de la tarde le debi¨® de saber a gloria. No era para menos despu¨¦s de una trayectoria tan dura como la suya y, sobre todo, tras una faena atinada y solvente a un noble toro de Adolfo Mart¨ªn, al que tumb¨® de un estoconazo de premio en toda la yema.

La vuelta al ruedo fue de las que hacen ¨¦poca; con una sonrisa de oreja a oreja, Rafaelillo se lo tom¨® con calma, fue saludando a los amigos que encontr¨® en los tendidos, se recre¨® en el despacioso paseo, disfrut¨® como un ni?o con zapatos nuevos y salud¨® con solemnidad desde los medios para despedirse hasta el siguiente toro.

Ciertamente, ten¨ªa motivos para estar contento; no aparec¨ªa por esta plaza desde 2019, el a?o de su grav¨ªsima cogida en los Sanfermines a manos de un imponente de Miura que lo estrell¨® contra las tablas y no lo desbarat¨® de milagro. Necesitaba Rafaelillo un golpe en la mesa, y mucho mejor si pod¨ªa ser en Las Ventas, para relanzar su carrera.

Y lo ha dado con suficiencia. Le toc¨® el mejor toro de la blanda, apagada y deslucida corrida de Adolfo Mart¨ªn, el primero, de escasa fortaleza pero henchido de nobleza y clase en la muleta. El torero murciano lo entendi¨® muy bien desde el inicio con la mano derecha y se gust¨® en una magn¨ªfica tanda de naturales largos y desbordantes de empaque, que llegaron con fuerza a los tendidos. Crecido ante el eco de su toreo, firm¨® otro ramillete de buenos derechazos, incluido un cambio de manos, muy jaleado por el p¨²blico. Sab¨ªa que el triunfo no se le pod¨ªa escapar, se perfil¨® para matar y cobr¨® un estoconazo de ley que tumb¨® de manera inmediata al toro. La plaza se pobl¨® de pa?uelos y Rafaelillo sonri¨® abiertamente durante su lenta y clamorosa vuelta al ruedo.

El cuarto ya no fue igual; el toro no pod¨ªa con su anatom¨ªa y el torero dio reiteradas pruebas de su valor seco y sincero que el p¨²blico le agradeci¨®.

A su lado estuvo otro h¨¦roe, Manuel Escribano, que ha firmado una tarde extraordinaria sin cortar ning¨²n trofeo. Su primero, apagado y triste, no le permiti¨® atisbo alguno de lucimiento; y el quinto fue el m¨¢s manso y peligroso del encierro. A los dos los banderille¨® con suficiencia, espectacularidad y tino. Protagoniz¨® dos tercios de gran altura ¡ªmucho mejor de lo que en ¨¦l es habitual¡ª, especialmente en los terceros pares, al viol¨ªn y al quiebro en su primero y por los adentros en el segundo.

Y al m¨¢s complicado y astifino, el quinto, lo recibi¨® de rodillas con una larga cambiada en los medios y, despu¨¦s, le plant¨® cara, se jug¨® los muslos sin cuento, mostr¨® una firmeza absoluta, insisti¨® una y otra vez a pesar de la extrema peligrosidad del animal y se gan¨® el respeto de los tendidos.

Del respeto y el cari?o al abucheo; esa fue la triste trayectoria de Alejandro Talavante en la corrida que cerraba su paso por la feria. El p¨²blico estaba con ¨¦l, quer¨ªa cantarle cualquier detalle, pero al final lo despidi¨® con una bronca porque la actitud del torero dej¨® clara que su situaci¨®n es muy preocupante. Aburri¨® con el soso y de corto recorrido que hizo tercero, al que mulete¨® en tono desabrido, desconfiado y sin sitio. Y desesper¨® al respetable ante el sexto. Ese toro sobrero de Garcigrande empuj¨® incansable en el caballo, y fue coleado por un monosabio, lo que provoc¨® un conato de esc¨¢ndalo. El animal lleg¨® agotado a la muleta, noble y con calidad, pero sin ¨¢nimo para repetir las embestidas. Talavante estuvo all¨ª sin estar, con las ideas fundidas. Pero la sorpresa may¨²scula lleg¨® a la hora de matar. La verdad es que ya hab¨ªa protagonizado un mitin con la espada en su primero, pero en este sexto se ech¨® fuera con descaro, precavido en exceso, con los papeles perdidos y acompa?ado por los gritos de ¡°fuera, fuera¡±.

El que volvi¨® a sonre¨ªr con todo merecimiento fue Rafaelillo cuando cruz¨® el ruedo camino de la furgoneta. Lo merec¨ªa¡­