Del triunfo de Ib¨¢n al vergonzante fracaso de Cebada en Vic

El segundo d¨ªa de la Feria del Toro de Vic-Fezensac fue una jornada de contrastes. Sobre todo, a nivel ganadero. Si por la ma?ana se lidi¨® una seria y buena corrida de Baltasar Ib¨¢n, todo cambi¨® en el festejo de la tarde, con una impresentable y descastada corrida de Cebada Gago.

Y ya van dos d¨ªas. Primero fueron algunos novillos de Raso de Portillo, luego algunos toros de Valdell¨¢n y, esta vez, pr¨¢cticamente todo el encierro de Cebada. Y es un asunto verdaderamente indignante e incomprensible. Si esta feria es conocida mundialmente es por el toro. Si cientos de aficionados se desplazan cada a?o miles de kil¨®metros para venir hasta esta peque?a localidad francesa es por el toro. Por el toro serio, ¨ªntegro y encastado. Entonces, ?c¨®mo se pudo rese?ar, embarcar y aprobar la corrida de Cebada?

La del m¨ªtico hierro gaditano fue una sucesi¨®n de animales sin cuajo, seriedad ni remate. Y eso que la mayor¨ªa eran cinque?os. Casi ninguno se salv¨®, pero verdaderamente escandaloso fue lo del segundo y el sexto: el primero, un novillo en miniatura; y el otro, una raspa. Adem¨¢s, todos anduvieron faltos de casta y clase. Como el quinto, que se ech¨® al final de la faena. Solo el primero, un sardo de bella estampa, tuvo movilidad y cierta transmisi¨®n en el ¨²ltimo tercio.

No fue mejor la actuaci¨®n de la terna. Jos¨¦ Cabrera tom¨® la alternativa ¡ªcon 29 a?os¡ª, pero no demostr¨® las condiciones art¨ªsticas o lidiadoras necesarias para mantenerse muchos a?os en el escalaf¨®n mayor. Discreto con capote y banderillas, con la muleta anduvo desconfiado y con la espada dio un mitin.

Algunos detalles dej¨® Morenito de Aranda ante el cuarto, pero a la faena le falt¨® la ligaz¨®n y emoci¨®n imprescindibles para llegar al tendido. Alberto Lamelas, por su parte, no pas¨® de aguerrido y encimista.

Notable corrida

Muy diferente fue la corrida matinal, en la que se lidi¨® una buena corrida de Baltasar Ib¨¢n, seria y en tipo, pero sin exageraciones. Un sexteto bajo de agujas y fino de cabos que cumpli¨® sobradamente en el caballo y embisti¨® con encastada nobleza en el ¨²ltimo tercio.

Tres puyazos tomaron los cinco primeros y cuatro el bravo sexto, que se emple¨® de verdad bajo el peto. Ese ¨²ltimo, al igual que el quinto, se desfond¨® en varas y lleg¨® al tercio final con el poder justo.

Desafortunadamente, como suele ocurrir en estos casos, ¡°cuando hay toros¡­¡±. Pese a que la corrida no se comi¨® a nadie, tanto Rub¨¦n Pinar, como Javier Cort¨¦s y Dami¨¢n Casta?o no se confiaron nunca y dejaron escapar una oportunidad de oro para reivindicarse. Casi siempre despegados, metieron pico a destajo y, encima, fallaron estrepitosa y repetidamente con la espada.

La imagen del d¨ªa fue, pues, la de Domingo Gonz¨¢lez, veterano mayoral de Baltasar Ib¨¢n, dando la vuelta al ruedo, feliz, entre los aplausos del p¨²blico al final del festejo.