Spielberg: ¡°John Williams es atemporal y va camino de ser eterno¡±
El cineasta y los m¨²sicos Yo-Yo Ma y Anne Sophie Mutter celebran en Washington el 90? cumplea?os del compositor de bandas sonoras como ¡®Tibur¨®n¡¯, ¡®Star Wars¡¯ o ¡®Superman¡¯
Las reglas de etiqueta que se le suponen a la m¨²sica cl¨¢sica saltaron por los aires pronto este jueves en el concierto de celebraci¨®n del 90? cumplea?os de John Williams en el Kennedy Center de Washington. El p¨²blico aplaud¨ªa a destiempo, re¨ªa a carcajadas, aullaba, lloraba a moco tendido y brindaba una ovaci¨®n en pie tras otra. A la vuelta del intermedio, hasta le hicieron un pasillo al compositor de Superman o Jurassic Park, que eligi¨® sentarse a...
Las reglas de etiqueta que se le suponen a la m¨²sica cl¨¢sica saltaron por los aires pronto este jueves en el concierto de celebraci¨®n del 90? cumplea?os de John Williams en el Kennedy Center de Washington. El p¨²blico aplaud¨ªa a destiempo, re¨ªa a carcajadas, aullaba, lloraba a moco tendido y brindaba una ovaci¨®n en pie tras otra. A la vuelta del intermedio, hasta le hicieron un pasillo al compositor de Superman o Jurassic Park, que eligi¨® sentarse a la izquierda de la orquesta en la sexta fila, bien lejos de los palcos de honor.
Luego, la locura se desat¨® definitivamente al t¨¦rmino del recital, cuando ese hombre, cuya m¨¢xima ambici¨®n parec¨ªa ser pasar desapercibido, subi¨® al escenario, le arrebat¨® la batuta a St¨¦phane Den¨¦ve, que hab¨ªa dirigido a la National Symphony Orchestra en un programa de dos horas con algunas de sus m¨¢s c¨¦lebres composiciones, y regal¨® a la audiencia una en¨¦rgica interpretaci¨®n de La marcha imperial, de La guerra de las galaxias. Confirmada la condici¨®n de gigante de la m¨²sica sinf¨®nica del anciano de la sexta fila, una lluvia de confeti dorado, entonces ya s¨ª, estall¨® sobre los asistentes.
El lugar, el imponente centro de artes esc¨¦nicas a orillas del r¨ªo Potomac dedicado a la memoria del presidente Kennedy, la convocatoria de gala, y los invitados ¨Cde Steven Spielberg a los m¨²sicos Yo-Yo Ma y Anne Sophie Mutter, o la atleta Jackie Joyner-Kersee¨C dieron a la celebraci¨®n un aire de cumplea?os de Estado.
Y no era para menos. Williams ¡ªautor de 109 bandas sonoras y de un pu?ado de conciertos y de piezas de c¨¢mara y ganador de cinco Oscar, premios a los que ha estado nominado en 52 ocasiones (una marca en la que solo le supera un tal Walt Disney)¨D es uno de los compositores estadounidenses, con o sin cine de por medio, m¨¢s importantes del ¨²ltimo siglo, as¨ª como el firmante de algunas de las melod¨ªas m¨¢s reconocibles de nuestro tiempo. Cuenta con un privilegio a la altura de unos pocos: la clase de trascendencia que otorga la popularidad sin atajos, como prueba el hecho de que algunos de sus magistrales motivos (como el ostinato de dos notas de Tibur¨®n o la persecuci¨®n de las bicicletas de E. T.) se hayan incrustado en la memoria de centenares de millones de personas.
Unas 2.500 de esas personas se reunieron en el Kennedy Center para escuchar una memorable m¨²sica sin el acompa?amiento de las im¨¢genes para las que fue concebida. El programa mezclaba troceadas algunas de sus composiciones m¨¢s recordadas con algunos caprichos (y ausencias, como alguna referencia a Tibur¨®n). La m¨²sica de Williams, que ha conquistado en los ¨²ltimos tiempos lugares de privilegio, como el Muskverein, de Viena, o la Philarmonie, de Berl¨ªn, sigue consumi¨¦ndose en p¨ªldoras de genio, y no en la integridad de sus piezas.
El cineasta Steven Spielberg, beneficiario de una relaci¨®n creativa de mutuo aprovechamiento, no quiso perderse la fiesta. Y puso al p¨²blico en pie con solo salir al escenario. ¡°John ha contribuido a hacer de la m¨²sica cinematogr¨¢fica un arte aut¨®nomo y tremendamente popular, m¨¢s que cualquier otro compositor en la historia¡±, sentenci¨®. ¡°Sus partituras superan las barreras ling¨¹¨ªsticas y culturales y hablan directamente a nuestros corazones. Johnny: eres atemporal, y a tus 90 a?os, vas camino de ser eterno¡±. En una entrevista con AP, publicada esta semana, Williams desliz¨® sus planes de abandonar la composici¨®n de bandas sonoras, que no la m¨²sica, tras la quinta entrega de Indiana Jones.
El padre del arque¨®logo m¨¢s famoso del cine record¨® despu¨¦s que la fiesta del jueves ocultaba en realidad una doble celebraci¨®n: hace justo 50 a?os que ¨¦l, entonces un joven aspirante a mago del s¨¦ptimo arte, pidi¨® almorzar con un compositor que hab¨ªa descubierto en la pel¨ªcula Los bribones (1969, de Mark Rydell, con Steve McQueen). ¡°Ten¨ªa claro que si alguna vez dirig¨ªa mi primer largo [que result¨® ser, en 1974, Loca evasi¨®n), contar¨ªa con ese m¨²sico¡±, a?adi¨® el autor de La lista de Schindler, cuya madre, record¨® tambi¨¦n, ¡°era concertista de piano¡±, y le hizo crecer escuchando ¡°Bach, Brahms, Chopin y Shostakovich¡±.
¡°Williams conect¨® enseguida con la generaci¨®n de nerds del cine a la que yo pertenec¨ªa, que quer¨ªamos para nuestras historias bandas sonoras de las de siempre¡±. Al conocerlo, le sorprendi¨®: ¡°que no fuera ingl¨¦s, con ese nombre¡±, que se comportara como un hombre tan modesto (la modestia fue la virtud del compositor m¨¢s aludida este jueves y tal vez por llevarle la contraria el repaso en im¨¢genes a su vida se mont¨® con el acompa?amiento de Superman) y que, ¡°con esa sofisticaci¨®n musical¡±, no resultara ser ¡°un erudito, un gru?¨®n o, al menos, un tipo con acento austriaco¡±.
Spielberg no quiso quedarse corto en reconocer el m¨¦rito del compositor, que adem¨¢s acab¨® convertido en un ¡°amigo inseparable¡±. ¡°Si no hubiera sido por ¨¦l, mi cine no ser¨ªa el mismo, y no estar¨ªa aqu¨ª subido esta noche. Yo imagin¨¦ el susto de Tibur¨®n, pero sin su m¨²sica, el tibur¨®n blanco no ser¨ªa nada; suyos son sus dientes. Harrison Ford cre¨® un icono cinematogr¨¢fico con Indiana Jones, pero John nos hizo volver a creer en la aventura. Y con La lista de Schindler cre¨® el veh¨ªculo perfecto para que sinti¨¦ramos empat¨ªa por las v¨ªctimas del Holocausto. Esa sigue siendo mi composici¨®n preferida entre las suyas¡±.
Tal vez porque tambi¨¦n se cumplen cuatro d¨¦cadas de E. T., los cr¨¦ditos finales de la pel¨ªcula sirvieron para abrir la celebraci¨®n de los 90 a?os, que Williams, que vive en Los ?ngeles y comparti¨® en 2020 con Ennio Morricone el premio Princesa de Asturias de las Artes, cumpli¨®, en realidad, en febrero. Por una pantalla gigante colocada tras la orquesta fueron pasando im¨¢genes de las pel¨ªculas a las que ha puesto m¨²sica en sus m¨¢s de seis d¨¦cadas de carrera, que empez¨® como m¨²sico de jazz en la Costa Oeste. Al t¨¦rmino de la primera pieza, un dicharachero Den¨¦ve, con el recuerdo fresco del viaje con la luna de fondo de Elliott y E. T., exclam¨®: ¡°John Williams es de este mundo. ?Y est¨¢ esta noche con nosotros!¡±. Den¨¦ve es director de la Filarm¨®nica de Bruselas y de la Sinf¨®nica de San Luis.
Los invitados musicales fueron la violinista Anne-Sophie Mutter, que rebaj¨® algo el entusiasmo del p¨²blico con la interpretaci¨®n de Markings, una de sus colaboraciones con Williams, y de un tema de Harry Potter, y el legendario violonchelista Yo-Yo Ma. Este ¨Dque acaba de publicar un disco con el homenajeado titulado A Gathering of Friends, grabado con la Filarm¨®nica de Nueva York, y con la participaci¨®n del guitarrista espa?ol Pablo S¨¢inz-Villegas y de la arpista china Jessica Zhou¨D toc¨® la pieza central de La lista de Schindler, antes de embarcarse en una interpretaci¨®n del duelo de Las aventuras de Tint¨ªn (Spielberg, 2011). Ambos m¨²sicos fingieron estar enfadados y pelear con los arcos de sus instrumentos antes de fundirse al final en un abrazo.
Otro de los grandes (y un tanto inesperados) protagonistas de la noche fue el deporte. Una grabaci¨®n de la viuda del baloncestista Kobe Bryant introdujo la proyecci¨®n de Dear Basketball, corto de animaci¨®n que el jugador de Los Angeles Lakers, que muri¨® a principios de 2020 a los 41 a?os en un accidente de helic¨®ptero, produjo en 2017 como una sentida carta de amor al juego en el que el peque?o que una vez fue acabar¨ªa marcando una ¨¦poca. Resulta que el atleta y el compositor fueron grandes amigos, y estuvieron ¡°unidos por el amor al cine y la m¨²sica¡±, seg¨²n explic¨® la viuda de aquel.
El otro momento deportivo lo puso la medallista Jackie Joyner-Kersee, que sali¨® al escenario para recordar que Williams tambi¨¦n compuso Olympic Fanfarre and Theme, un encargo para los Juegos de 1984 en Los ?ngeles. La orquesta lo interpret¨® con el acompa?amiento de im¨¢genes de grandes gestas deportivas. La suma de estas y de la m¨²sica dio por bueno cierto eslogan del olimpismo, y Williams son¨® ¡°m¨¢s r¨¢pido, mas alto, m¨¢s largo y m¨¢s lejos¡±.
El espect¨¢culo regres¨® al terreno del cine con la proyecci¨®n de un montaje de entrevistas con cineastas como George Lucas, Ron Howard, Lawrence Kasdan o JJ Abrams, que resaltaron las virtudes humanas y profesionales del m¨²sico. En la grabaci¨®n, Lucas contaba c¨®mo surgi¨® la idea de colaborar con ¨¦l: ¡°Le ped¨ª a Steven [Spielberg] que me recomendara un compositor de bandas sonoras de los de antes, y me pas¨® el tel¨¦fono de John¡±. De aquella llamada surgi¨® una de las m¨²sicas m¨¢s evocadoras de la historia del cine, que, como suele suceder con Williams, hoy es imposible escuchar sin sentirse transportado a una galaxia muy, muy lejana, hace mucho tiempo.