Muy peligroso y emocionante quinto encierro de San Ferm¨ªn con los toros de Cebada Gago

Los toros de la ganader¨ªa gaditana de Cebada Gago han sido fieles a su historia ¡ªlos que m¨¢s cornadas han provocado en sus 31 participaciones en San Ferm¨ªn¡ª, y han devuelto al encierro la tensi¨®n, la emoci¨®n y la peligrosidad que le es propia. Seg¨²n el primer parte m¨¦dico, tres mozos han sufrido cornadas en una pierna ¡ªdos de ellos en la plaza¡ª y otros tres han resultado contusionados en diversos tramos del trayecto, un balance muy leve para el dramatismo vivido en algunos momentos del encierro.

La carrera ha durado tres minutos y 12 segundos, y ha combinado carreras muy vistosas en la larga y recta calle de Estafeta, donde la manada rota corr¨ªa a velocidad de v¨¦rtigo, con dos secuencias dram¨¢ticas, una a escasos metros de la entrada al callej¨®n y otra en el propio ruedo.

Uno de los toros casta?os que corr¨ªa en solitario se par¨® en seco en la bajada y se puso de espaldas a la puerta de la plaza, y all¨ª, medio mareado, esper¨® sin pretenderlo a los mozos que se encontraron de bruces con los astifinos pitones del animal y se revolcaron entre sus carnes y el p¨¢nico generalizado.

Simult¨¢neamente, dos toros entraron juntos al ruedo, se acercaron sin m¨¢s intenci¨®n hacia las tablas, donde se agolpaban muchos corredores y uno de los cebadas quiso saludar a los presentes y lo hizo a su peculiar modo de tocarlos con sus pitones. Enganch¨® a dos j¨®venes, uno de ellos pudo zafarse con rapidez, pero el otro fue empitonado por el vientre, levantado en peso, y, una vez en el suelo, el toro volvi¨® a por su presa, al tiempo que el joven pudo guarecerse en un burladero. La paliza ha sido de ¨®rdago y es de suponer que ah¨ª se ha producido una de las cornadas de la ma?ana. Si ese mozo solo ha recibido una herida en una pierna, como as¨ª parece, ha tenido suerte porque han sido eternos los segundos que ha estado a merced del toro en circunstancias muy adversas para su anatom¨ªa.

Curiosamente, los instantes m¨¢s peligrosos se han producido en el tramo final del encierro.

Cuando son¨® el cohete, fue un cabestro en solitario el que tom¨® la cabeza de la carrera en la Cuesta de Santo Domingo, pero pronto pas¨® el testigo a un toro negro que lleg¨® primero y con diferencia sobre los dem¨¢s a la plaza del Ayuntamiento. A continuaci¨®n, fue alcanzado por dos compa?eros m¨¢s, mientras los cabestros se lo tomaban con filosof¨ªa, de modo que los tres toros se encontraron de pronto con los tablones de la curva de Estafeta y se estrellaron contra ellos.

La tensi¨®n del momento les hizo olvidar pronto el morrocotudo golpe y enfilaron la calle recta como si nada hubiera pasado. Corr¨ªan los tres como posesos ¡ªla manada estaba ya completamente rota y as¨ª llegar¨ªa a la plaza¡ª, sortearon a muchos entrometidos corredores, empujaron a otros, si bien es cierto que se vieron carreras muy bonitas protagonizadas por mozos experimentados que sintieron muy cerca de sus hombreras el jadeo de los animales.

Despu¨¦s llegar¨ªa la tensi¨®n, el dramatismo, ese peque?o mont¨®n a la entrada de la plaza, p¨¢nico generalizado en quienes se encontraron con el toro sin poder evitarlo en su loca carrera, y la escena violenta en la barrera del ruedo.

Cuando parec¨ªa que todo hab¨ªa acabado apareci¨® un toro rezagado y el reloj marc¨® los tres minutos y 12 segundos cuando se perdi¨® en el t¨²nel.

Superado el dramatismo, ya descansan en los corrales los seis toros de Cebada Gago, que responden a los nombres de Arquero, H¨¢bil, Cepillito, Llor¨®n, Peluqu¨ªn y Marisme?o, de 485 a 535 kilos, y que esta tarde ser¨¢n lidiados por el franc¨¦s Juan Leal, el valenciano Rom¨¢n y el venezolano Jes¨²s Enrique Colombo.