La feliz paradoja de Daniel Mordzinski
El fot¨®grafo de escritores repasa en una exposici¨®n en Gij¨®n el particular universo literario creado a trav¨¦s de sus im¨¢genes
Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 62 a?os) transita estos d¨ªas por Gij¨®n entre una paradoja y un sue?o cumplido. Este fot¨®grafo de escritores, que antes de nada es lector, es uno de los protagonistas de la 35? edici¨®n de la Semana Negra, un festival que ha sido, como las distintas sedes del Hay Festival o Centroam¨¦rica cuenta, su tradicional ¡°patio de juego¡±. Pero he aqu¨ª que en esta ocasi¨®n el retratado es ¨¦l. Y no de cualquier manera, sino a trav¨¦s de una selecci¨®n de su propio trabajo, m¨¢s d...
Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 62 a?os) transita estos d¨ªas por Gij¨®n entre una paradoja y un sue?o cumplido. Este fot¨®grafo de escritores, que antes de nada es lector, es uno de los protagonistas de la 35? edici¨®n de la Semana Negra, un festival que ha sido, como las distintas sedes del Hay Festival o Centroam¨¦rica cuenta, su tradicional ¡°patio de juego¡±. Pero he aqu¨ª que en esta ocasi¨®n el retratado es ¨¦l. Y no de cualquier manera, sino a trav¨¦s de una selecci¨®n de su propio trabajo, m¨¢s de 40 a?os buscando en im¨¢genes el alma de los protagonistas del universo literario, un ejercicio que toma cuerpo en la exposici¨®n Gij¨®n-mar de letras, organizada por la Fundaci¨®n Municipal de Cultura de Gij¨®n. 450 fotograf¨ªas distribuidas en 600 metros: Isabel Allende, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Marta Sanz, ?ngel Gonz¨¢lez, Ida Vitale o Jorge Luis Borges, aquel con el que empez¨® todo en 1978.
¡°Supuso mi propio Aleph. Borges me mostr¨® que el infinito se dibuja en las palabras, y esos primeros retratos, hechos entre laberintos y espejos, me se?alaron el camino¡±, recuerda por correo electr¨®nico unos d¨ªas antes de pasear junto a ¨¦l por la exposici¨®n. Al moverse este jueves entre esas im¨¢genes, muchas ya ic¨®nicas, Mordzinski mira al pasado y siente el ¡°v¨¦rtigo del superviviente¡±. ¡°Nosotros cambiamos, las fotos no¡±, reflexiona antes de pasear por ese universo literario marcado por su amistad con Cort¨¢zar. Exiliado en Par¨ªs en 1978, su b¨²squeda de libertad y de una verdad art¨ªstica se encontr¨® por el camino con el escritor argentino. ¡°Fueron las huellas de Julio Cort¨¢zar las que me llevaron a Par¨ªs. El Gran Cronopio me ense?¨® una cierta forma de ser y de habitar la literatura y su manera juguetona de contar historias inspiraron mis fotograf¨ªas y mi vida. Rayuela fue, y sigue siendo, mucho m¨¢s que un libro. Por eso, cuando pensaba en la narrativa de esta exposici¨®n, el punto de partida fueron dos rayuelas donde, desde la tierra al mar, recorro cuatro d¨¦cadas de retratos literarios¡±, explica emocionado mientras ejerce de anfitri¨®n.
No hay nada al azar en la muestra. El material, la cronolog¨ªa, la disposici¨®n, el color de las paredes, cada detalle tiene un significado para Mordzinski quien, tras la pandemia, decidi¨® disfrutar m¨¢s de todo. El fot¨®grafo argentino asegura que no tiene m¨¦todo, pero s¨ª existen algunas claves para explicar el proceso que desemboca en cada fotinski, como llama a sus instant¨¢neas, seg¨²n un hallazgo verbal del escritor y traductor Enrique de H¨¦riz. Su ceremonia empieza antes de llegar a la cita, cuando se sumerge en la obra del escritor al que va a retratar. ¡°En cierto modo, soy un lector que culmina su lectura haciendo lo mejor que sabe: fotografiar a los autores que admira¡±, confiesa. Despu¨¦s de la preparaci¨®n, llega el show, ¡°el salto al vac¨ªo¡±. As¨ª lo describe: ¡°En lugar de fotografiar al escritor en su biblioteca, con sus libros o en sus lugares de escritura, yo apuesto por ponerlo en escena reemplazando la pose natural por una mega pose, y proponiendo situaciones que tienen que ver con ellos y con el mundo de lo que escriben. El humor y el juego han sido siempre mis aliados. En mi trabajo no hay tiempo (ni espacio, ni atm¨®sfera, ni escafandra que me ayude); tengo que improvisar y escuchar al otro siempre. No tengo recetas ni f¨®rmulas m¨¢gicas, tampoco una varita; a veces sale mal, otras bien¡±.
Cada foto tiene una historia, es un relato en s¨ª misma. El encuentro con Cor¨ªn Tellado en una peluquer¨ªa de Gij¨®n, Marcelo Luj¨¢n enterrado en la playa, Camila Sosa en la penumbra del hotel en Cartagena de Indias hace unos meses... Un relato que se hibrida con el fotogr¨¢fico y se adereza con comentarios sobre libros que se cuelan aqu¨ª y all¨¢. Mordzinski ama Gij¨®n, una ciudad que forma parte de su biograf¨ªa personal y profesional. ¡°Gij¨®n ha sido para m¨ª un im¨¢n y el talism¨¢n de much¨ªsimos encuentros. Es noria y carpa, sidra y Sporting, es el Elogio del horizonte, pero sobre todo, es Gij¨®n, mar de letras. La Semana Negra, el Sal¨®n del Libro Iberoamericano, y mi hermano Luis Sep¨²lveda¡±, cuenta. La exposici¨®n termina en una sala con las paredes en negro y fotos de Lucho, historia viva y literaria de la ciudad. El silencio que invade la conversaci¨®n en ese momento, ante la caja con recuerdos que ha fabricado para homenajear a su amigo, es elocuente. ¡°De todos los regalos que me ha dado la vida tal vez sea, junto a mis hijos, mi hermandad con Luis Sep¨²lveda lo que m¨¢s agradezco. Su dimensi¨®n como escritor solo se ve sobrepasada por su estatura moral¡±. El chileno, fallecido en abril de 2020 a los 70 a?os, no es el ¨²nico homenajeado por las palabras y las fotos de Mordzinski: Domingo Villar, Fernando Mar¨ªas, Almudena Grandes¡ todos fallecidos en los ¨²ltimos meses, todos con su trocito de posteridad arrendado en esta muestra, inmortalizados por la lente psicoanalizadora del argentino.
En 2013 Mordzinski perdi¨® 5.000 negativos porque los tiraron por error en Le Monde donde los conservaba. Las cicatrices de esa tragedia recorren, invisibles, la muestra. Hay fotos, historia de la Semana Negra, por ejemplo, que ya solo existen en su recuerdo. ¡°De eso uno nunca se recupera. So?aba con fotos que hice que no est¨¢n¡±, comenta con cierta pesadumbre. ¡°Cuando regalo una foto la estoy poniendo a salvo¡±, a?ade para explicar c¨®mo recuper¨® parte del archivo.
Inquieto e hiperactivo, prepara ahora un libro sobre la gira de Silvio Rodr¨ªguez, al que ha acompa?ado durante meses; y otro, Hotel Chile, intercambiando textos, fotos y miradas con Sep¨²lveda. ¡°Quiz¨¢ fotografiar escritores sea para m¨ª, un rec¨®ndito deseo de inmortalidad que me lleva a pensar que vivir¨¦ mientras quede un solo escritor por retratar¡±, asegura. Una manera de seguir leyendo para hablar en im¨¢genes, feliz en la paradoja.