El ni?o que vio c¨®mo los adultos descuartizaban a una ballena no olvida
Manuel Vilari?o se sirve de una experiencia de la infancia para dedicar su obra a loar al mundo animal. La expone en el Museo de Bellas Artes de A Coru?a
Entre los primeros recuerdos infantiles de Manuel Vilari?o (A Coru?a, 70 a?os) hay uno que le impact¨® sobre cualquier otro. Ocurri¨® en la playa de Caneli?as (Pontevedra), cuando un grupo de hombres descuartizaba una gigantesca ballena. Los asombrados ojos del ni?o se abrieron como platos al ver que en medio de aquella carnicer¨ªa se abr¨ªa paso un ballenato que emerg¨ªa entre las grasas de la madre muerta. Mientras los cazadores desgarraban y clasificaban el bot¨ªn, la cr¨ªa intentaba escapar de la masac...
Entre los primeros recuerdos infantiles de Manuel Vilari?o (A Coru?a, 70 a?os) hay uno que le impact¨® sobre cualquier otro. Ocurri¨® en la playa de Caneli?as (Pontevedra), cuando un grupo de hombres descuartizaba una gigantesca ballena. Los asombrados ojos del ni?o se abrieron como platos al ver que en medio de aquella carnicer¨ªa se abr¨ªa paso un ballenato que emerg¨ªa entre las grasas de la madre muerta. Mientras los cazadores desgarraban y clasificaban el bot¨ªn, la cr¨ªa intentaba escapar de la masacre. Vilari?o no recuerda que pas¨® con el ballenato, seguramente muri¨® al no poder ser amamantado, pero nunca se ha desprendido del impacto que le produjo su contemplaci¨®n. La ballena protagoniza el arranque de la exposici¨®n con la que Manuel Vilari?o participa en la celebraci¨®n del centenario del Museo de Bellas Artes de A Coru?a. Es una intervenci¨®n de medio centenar de piezas (im¨¢genes visuales, literatura, poes¨ªa y m¨²sica) que bajo el t¨ªtulo After the whale. Un di¨¢logo con el museo se podr¨¢ ver hasta finales de noviembre.
En el vest¨ªbulo del edificio en el que cuelga el esqueleto de una ballena prestado por la Sociedad Gallega de Historia Natural, el artista cuenta que la visi¨®n infantil de la muerte del cet¨¢ceo determin¨® lo que ser¨ªan luego sus intereses como artista y como persona: la defensa permanente de los animales y de sus derechos como seres vivos.
Cerca del esqueleto ha instalado una pieza sonora que emite de manera ininterrumpida el canto de una ballena grabado por el artista en un lugar de la costa de Islandia. A la vez se escuchan unos versos de Ezra Pound tomados del famoso poema La tierra bald¨ªa de TS Eliot. Poeta a la par que fot¨®grafo, Vilari?o explica que era imposible que esa fusi¨®n no se produjera. Junto a sus haikus m¨¢s recientes, la exposici¨®n (que ha comisariado Fernando Castro Fl¨®rez) est¨¢ llena de la presencia y de referencias a autores como Jos¨¦ ?ngel Valente o Antonio Gamoneda.
Acompa?ando al esqueleto de la ballena muerta cuelga una de las series m¨¢s conocidas del artista, la dedicada a los acantilados, titulada Al despertar (2011). Alejado de la vida urbanita de su A Coru?a natal desde hace m¨¢s de 25 a?os, cuenta que estos paisajes que ha retratado en blanco y negro recogen lugares solitarios por lo inaccesibles para la gente. ¡°Aqu¨ª solo mandan el mar, las rocas, la tierra y un cielo que nos habla de una amenaza desconocida¡±. Manuel Vilari?o toma las fotograf¨ªas de estos paisajes solitarios hacia las 6.00 de la ma?ana, con luz auroral, cuando la obscuridad del oc¨¦ano est¨¢ empezando a suavizar. Son zonas pedregosas a las que suele ir acompa?ado de su amigo Manolo para que le ayude con los equipos fotogr¨¢ficos. El clima es luego el que determina si la foto va a ser posible o tendr¨¢n que intentarlo en otro momento. Reconoce que ha pasado alg¨²n momento de peligro en costas de pa¨ªses del norte de Europa. Las suyas, las gallegas, parece tenerlas m¨¢s controladas.
A la fascinaci¨®n por los paisajes de acantilados se suman los primeros planos de una fauna en la que el cuervo aparece como el personaje protagonista de un cuento de Edgar Allan Poe. ¡°El cuervo es para m¨ª el animal m¨¢s inteligente de todos. Comparten con nosotros el gen del canto¡±. No est¨¢n aqu¨ª los p¨¢jaros carboneros o los petirrojos que le han acompa?ado en otras exposiciones, aunque cuenta que les sigue retratando porque est¨¢n en el entorno de Bergondo, el peque?o pueblo coru?¨¦s en el que vive en pleno bosque.
El premio Nacional de Fotograf¨ªa en 2007 no es partidario de hacer muchas exposiciones. De hecho, la anterior estuvo vinculada al galard¨®n del Ministerio de Cultura y rot¨® por diferentes museos durante m¨¢s de un a?o. Vinculado a cualquiera de los cuatro galeristas internacionales que representan su obra, ha celebrado algunas peque?as exposiciones. La que se acaba de inaugurar en A Coru?a es una excepci¨®n que posiblemente no repita en mucho tiempo. Por eso, el proyecto no se ha limitado a una intervenci¨®n reducida en la que unas obras sustituyen temporalmente a otras y se acab¨®. En este caso, tanto el artista como el comisario se plantearon una presencia integral. La directora del museo, ?ngeles Pernas, no puso ning¨²n inconveniente al planteamiento art¨ªstico.
En aras de ese deseo de hacer suyo el museo, Vilari?o ha querido demostrar que la supremac¨ªa del arte occidental es un invento interesado. Para ello, en la sala dedicada al barroco espa?ol, ante una selecci¨®n de Inmaculadas, el artista ha colocado un Buda del siglo X, procedente de su colecci¨®n personal. En una esquina ha colocado una instalaci¨®n de crines de caballo sujetas con clavijas de violonchelo. Al lado, en una pared se proyecta un v¨ªdeo en el que una adolescente africana toca al piano una pieza de Takemitsu inspirada en el compositor franc¨¦s Olivier Messiaen. ¡°Oriente y Occidente. Asia, ?frica y Europa al mismo nivel. Nada menos¡±, resume Vilari?o.
Sobre ese espacio de convivencia cultural y religiosa pende una de las m¨¢s famosas obras del artista gallego: Seda de caballo (2007). Es una esfera de 125cm de di¨¢metro, compuesta por madera de cedro y crines de caballo. A Vilari?o se le ocurri¨® durante una celebraci¨®n de la Rapa das Bestas, una fiesta rural durante la que los ganaderos cortan las crines de los caballos. ¡°Ped¨ª que me guardaran una selecci¨®n con colores diferentes. As¨ª surgi¨® la idea del poder del animal sobre todo lo dem¨¢s¡±.
El mundo animal prosigue extendido por el museo en numerosas piezas. Hay un p¨¢jaro recostado sobre una piedra, escarabajos o reptiles. Y tambi¨¦n un tr¨ªptico que representa una figura que podr¨ªa ser una rata o un hur¨®n. El artista dice que es un autorretrato de la persona en la que ¨¦l se ha convertido en unos tiempos tan inciertos en los que solo cabe el refugio de la poes¨ªa.