Laura Restrepo: ¡°La gente nos trata con mucho cari?o, pero no dejamos de ser sudacas¡±
La novelista colombiana, que form¨® parte de la guerrilla del M-19 junto al presidente Gustavo Petro, lleva siete a?os viviendo en una mas¨ªa catalana tras d¨¦cadas de vida n¨®mada
Hace siete a?os Laura Restrepo (Bogot¨¢, 72 a?os) decidi¨® sentar la cabeza y se instal¨® en una vieja mas¨ªa cercana a Borred¨¤, en el Prepirineo barcelon¨¦s. All¨ª vive con su hijo, Pedro, de 42 a?os, y dos perros: Azul y Dante. Restauraron la casa habitaci¨®n por habitaci¨®n y la rebautizaron con el nombre de Lejan¨ªas. La escritora, que acaba de publicar la novela Canci¨®n de antiguos amantes (Alfaguara), est¨¢ a punto de marcharse dos meses a M¨¦xico y Colombia. Entusiasmada con Gustavo Petro, que este domingo tom¨® posesi¨®n de la presidencia de su pa¨ªs, detiene la entrevista con frecuencia para preguntar qu¨¦ opinan su hijo, el fot¨®grafo o el redactor.
Pregunta. Se ha pasado la vida fuera de sitio: M¨¦xico, Estados Unidos, Italia, Espa?a varias veces... ?Este es su lugar fijo?
Respuesta. Cuando Pedro ten¨ªa nueve a?os puso un cartel en su habitaci¨®n que dec¨ªa: ¡°No quiero ir a ninguna parte¡±. Le toc¨® vivir en la selva, armar maletas de un d¨ªa para otro, huir¡ Eran ¨¦pocas movidas, pero han dado sus frutos.
P. ?Con Petro como presidente?
R. ?l y yo formamos parte del M-19. Hasta el final, durante la campa?a, tem¨ª que lo asesinaran. Como hab¨ªan hecho antes con todos los candidatos de izquierda con posibilidades de ganar. ?Un exguerrillero presidente? Milagroso.
P. Usted particip¨® en los procesos de paz de los a?os ochenta.
R. De correveidile. Ten¨ªa 33 a?os. Iba de los campamentos guerrilleros al palacio presidencial. Belisario Betancourt apost¨® por la paz con mucho br¨ªo, pero se le voltearon en contra la clase dirigente y los militares. Y empezaron a matar a los que entregaban las armas. Le dije que era un ba?o de sangre y me contest¨®: ¡°No puedo hacer nada, no tengo a nadie¡±. ¡°Tiene al pueblo¡±, le respond¨ª. Y me dijo una frase que no olvido: ¡°El que tiene al pueblo no tiene a nadie¡±.
P. ?Ahora es diferente?
R. Petro tiene a Francia M¨¢rquez, una l¨ªder social. ?l tendr¨¢ que negociar con los poderosos de Colombia, que suelen ser traicioneros, pero ella le garantiza el apoyo popular. Con la fuerza de la calle es posible que aguanten. Si consiguen que cese la violencia, ser¨¢ mucho. Se habla de nueve millones de v¨ªctimas.
Pablo Escobar mand¨® un sicario a que me matara por escribir un art¨ªculo
P. ?No pas¨® miedo usted?
R. (Interviene su hijo, riendo) ?Qu¨¦ va! Ella corr¨ªa el riesgo y el miedo lo pasaba yo.
P. Pero se tuvo que exiliar.
R. A M¨¦xico. Y all¨ª segu¨ª trabajando para reabrir el proceso de paz. Ahora Colombia ha perdido el miedo.
P. ?C¨®mo?
R. Pablo Escobar fue toda una escuela. Con ¨¦l nadie ten¨ªa la vida asegurada: volaban los centros comerciales, tumbaban los aviones¡ Ninguna serie de televisi¨®n lo entendi¨® nunca porque hab¨ªa que entenderlo a partir de su gran inteligencia. Dec¨ªa que gustaba su dinero, pero no ¨¦l no. Una de sus frases m¨¢s tremendas fue: ¡°Yo voy a hacer llorar a este pa¨ªs¡±. Y lo hizo. Ten¨ªa un ej¨¦rcito dedicado a hacernos sufrir. En eso viv¨ªamos. Y aprendimos a vivir.
P. A usted tambi¨¦n la amenaz¨®.
R. Porque escrib¨ª en la revista Semana el primer art¨ªculo que habl¨® de los sicarios que mataban en moto. Nadie sab¨ªa qui¨¦nes eran. Me fui a las comunas, habl¨¦ con ellos, con sus novias, con sus madres. Eran ni?os de 12 a?os entrenados por Escobar. Era un art¨ªculo social, humanista. Fue un fen¨®meno en Colombia.
P. ?C¨®mo lo recibieron?
R. Ante el ¨¦xito, la revista envi¨® a un reportero que habl¨® con la polic¨ªa, que se?al¨® gente. Y Pablo me mand¨® a un tipo de derechos humanos para decirme que no le hab¨ªa gustado el art¨ªculo: ¡°Dio la orden de que te mataran¡±. Yo respond¨ª que el segundo no era m¨ªo, que si me iban a matar lo hicieran por el que firm¨¦. El mediador se fue con el mensaje y yo me llev¨¦ al ni?o a casa de mi mam¨¢ porque una piensa que en casa de su mam¨¢ no le puede pasar nada. Volvi¨® en una semana y me dijo: ¡°Pablo entendi¨®, pero te manda decir que esa moto ya sali¨® y no tiene radiotel¨¦fono¡±.
Rompimos con una situaci¨®n colonial respecto a Espa?a. Ahora nos falta romper con el neocolonialismo
P. ?Y qu¨¦ hizo?
R. Nos fuimos tres meses a Miami, hasta que pararan al sicario. Pero aqu¨ª estoy. La cantidad de periodistas que mataron es incontable. Pese a todo, Colombia no es solo eso.
P. ?Siente que es el t¨®pico que pervive en Espa?a?
R. La gente nos trata con mucho cari?o, pero no dejamos de ser sudacas. El hecho de reconocernos como rep¨²blicas que ganaron su independencia no es f¨¢cil para los espa?oles. Se ha visto cuando el Rey no se levant¨® al paso de la espada de Bol¨ªvar en la posesi¨®n de Petro. Veo mucho paternalismo, pero no somos solo el atraso y la violencia: somos pueblos dignos que lograron romper una situaci¨®n colonial. Nos falta romper con el neocolonialismo.
P. La dignidad es clave en su ¨²ltima novela, un viaje extremo a Yemen y Etiop¨ªa.
R. Se basa en un viaje que hice con M¨¦dicos sin Fronteras. Fue visitar el fin del mundo. Es un drama humanitario y, sin embargo, las mujeres me dec¨ªan: ¡°No tengo nada, pero mi estirpe es la de la reina de Saba¡±.
P. ?Pas¨® por los mismos sentimientos que su narrador: l¨¢stima, compasi¨®n, embeleso, fastidio?
R. Nos cansamos de las malas noticias. Lo estamos viendo con la guerra de Ucrania.
P. ?Vivir en la monta?a le da fuerza?
R. Esto tambi¨¦n es un fin del mundo. Me acostumbr¨¦ a vivir en el viento, pero aqu¨ª se construye la estabilidad. Viajo mucho y el que mantiene esto es Pedro. La diferencia es que ahora siempre vuelvo.
Babelia
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