Emilio de Justo vuelve a la vida

Despu¨¦s de un largo calvario de 133 d¨ªas, el matador de toros Emilio de Justo volvi¨® a vestirse de luces en la plaza de Almer¨ªa, que lo acogi¨® con cari?o y entusiasmo, de forma que lo oblig¨® a saludar en solitario tras el pase¨ªllo. Roca Rey declin¨® robarle aplausos al protagonista de la tarde.

El primer toro de esta vuelta a la vida fue tan noble como flojo, un animal ideal para que el diestro extreme?o disfrutara en una faena templada, llena de aroma torero, muy expresiva, en la que sostuvo en pie a un animal de poco fuelle. Realiz¨® con acierto la suerte suprema y pase¨® las dos orejas entre el entusiasmo popular.

El que se lidi¨® como tercero fue un toro inc¨®modo, que humill¨® pero se fren¨® mucho en la muleta. Se lo brind¨® a Enrique Ponce y comenz¨® con doblones poderosos, pero la faena no pudo levantar el vuelo por la condici¨®n del Cuvillo. Un feo metisaca acab¨® por evaporar cualquier posibilidad de premio.

Lo mejor de esta vuelta lleg¨® en el quinto, un gran toro con m¨¢s de seiscientos kilos, al que cuaj¨® desde los muletazos por bajo del comienzo hasta el final. Hubo toreo muy templado con mucho gusto. El torero estaba plet¨®rico, el toro fren¨® sus ¨ªmpetus, pero el af¨¢n de triunfo del diestro se sobrepuso.

Roca Rey le brind¨® el primer toro de su lote a Emilio de Justo. Fue un toro encastado y repetidor, que cumpli¨® de bravo en el caballo y embisti¨® con emoci¨®n, a pesar de que se vio algo mermado por una costalada. Roca Rey sac¨® todo su poder de muleta en una faena por ambos pitones, muy valiente, para ligar circulares muy emotivos y quedarse a mil¨ªmetros de los pitones. Fue una labor propia del peruano, que se meti¨® a la plaza en el bolsillo.

El segundo de su lote le plante¨® muchos problemas porque ech¨® la cara arriba al final de los muletazos. Roca puso todo su talento a contribuci¨®n para dominar la ¨¢spera embestida del animal. Cuando se meti¨® en su terreno, al dar un pase por la espalda fue cogido de forma aparatosa en dos volteretas. Encorajinado volvi¨® sin mirarse para pasarlo por bajo con la diestra. La emoci¨®n de la cogida, que al final qued¨® en un varetazo en el muslo derecho, propici¨® la oreja.

El sexto fue un toro de poco trap¨ªo. Roca lo tore¨® por delantales en el saludo. La faena fue otro compendio de la tauromaquia de este torero. Pases cambiados por la espalda, derechazos, buenos de pecho, naturales y el arrim¨®n final para gozo de la plaza. El torito de Cuvillo se quiso ir siempre a tablas, pero el peruano lo fij¨® a su poderosa muleta para culminar su tarde con un arrollador toreo de rodillas. La espada no funcion¨® en esta ocasi¨®n.