Una caricatura de s¨ª misma
La plaza de la capital vizca¨ªna ha perdido el prestigio de anta?o y volvi¨® a conceder trofeos inmerecidos

En contra de lo que cabr¨ªa suponer, Roca Rey no pudo comparecer en la corrida de esta tarde despu¨¦s de la tremenda paliza que recibi¨® el jueves a manos de un toro de Victoriano del R¨ªo. Pas¨® la noche en un hospital vizca¨ªno y los m¨¦dicos le han recomendado reposo absoluto despu¨¦s de que las pruebas radiol¨®gicas detectaran ¡°policontusiones craneofaciales y contusiones en la parrilla dorsal costal¡±, y descartaran lesiones ¨®seas en columna vertebral, aunque queda pendiente un nuevo estudio traumatol¨®gico para valorar la acusada tendinopat¨ªa que presenta en la rodilla derecha.
Decepci¨®n, pues, en el ambiente taurino bilba¨ªno y se supone que, especialmente, en la empresa que esperar¨ªa estrenar hoy el cartel de ¡®no hay billetes¡¯ con la vuelta del torero que tanto enardeci¨® a los tendidos con su entrega y disposici¨®n.
En su lugar, volvieron a contratar a Alejandro Talavante, quien, al parecer, estaba en Badajoz cuando lo llamaron sobre las once de la ma?ana y tuvo que darse prisa para reunir a la cuadrilla y llegar a la capital vizca¨ªna a tiempo que para hacer el pase¨ªllo, que no lleg¨®. Hubo que aplazar la corrida siete minutos hasta que la furgoneta apareci¨® en la plaza.
Y los tendidos acusaron la ausencia del torero peruano; algo m¨¢s de media entrada sin alcanzar los tres cuartos del d¨ªa anterior para ver a una terna de primeras figuras, lo que ratifica que la crisis de esta plaza es seria y exige una urgente revisi¨®n.
Pero no fue eso lo peor. Hoy se ha confirmado que el prestigio de Bilbao pertenece ya a la historia. Hoy, Bilbao es una plaza de segunda, donde se pide la m¨²sica para espantar el aburrimiento, se aplauden tandas que merecen palos y se conceden orejas que bien deber¨ªan llegar al desolladero.
Talavante, por ejemplo, pase¨® una de su primero, el toro de m¨¢s calidad de la corrida, tras una labor de mero acompa?amiento, tristona, desordenada, sin aplomo ni reuni¨®n, salpicada de algunos detalles de inter¨¦s, como el lento inicio de ayudados por alto y alg¨²n largo pase de pecho, pero lejos, muy lejos, de lo que merec¨ªa la clase del animal. Fue una faena cogida con alfileres, que supo a muy poco, y que indic¨® la verdadera medida del torero en este momento: est¨¢ en un periodo de adaptaci¨®n en el que destaca su falta de convicci¨®n en la cara del toro. Pero le pidieron una oreja con fervor triunfalista. Soso y parado fue el quinto, y Talavante anduvo despegado y sin el ¨¢nimo suficiente para superar decorosamente la prueba.
Dos orejas consigui¨® Ure?a; la primera, merecida tras una pelea -eso es la lidia- en buena lid con un toro fiero y violento que ¨¦l hab¨ªa dejado sin picar y le cost¨® un mundo dome?ar.
Pero lo consigui¨® a base de firmeza, inteligente sometimiento, una muleta poderosa y una firmeza encomiable. El toro embest¨ªa con la cara por las nubes y derrotaba a la salida de cada embestida, pero la entrega y el arrebato del torero permitieron que la faena alcanzara la emoci¨®n imprescindible. Fue una tarea ¨¢spera, dificultosa y vibrante. Al entrar a matar, Ure?a se qued¨® en la cara del toro, que lo prendi¨® por la ingle y lo lanz¨® violentamente contra el suelo. El torero se ech¨® mano a la parte alta del muslo derecho, entre grandes gestos de dolor, pero, por fortuna, el pit¨®n no hab¨ªa calado como parec¨ªa en un principio. El presidente concedi¨® una oreja, pero la plaza pidi¨® con insistencia la segunda, que no ten¨ªa sentido.
Sali¨® de la enfermer¨ªa para lidiar al sexto, blando, noble y soso en el tercio final. Estuvo Ure?a decoroso, insistente, bien colocado, y traz¨® algunos buenos muletazos por ambas manos, pero la faena no cogi¨® el necesario vuelo para ser merecedora de trofeo. A pesar de que la espada cay¨® baja, los tendidos volvieron a te?irse de blanco.
Y Morante pech¨® con el peor lote, aplomado el que abri¨® plaza y muy ¡®esabor¨ªo¡¯ el cuarto. Se justific¨® con capote y muleta, esparci¨® detalles sueltos de su personal torer¨ªa y abrevi¨®, que era lo correcto.
Pero, lo dicho: tres orejas son multitud para una plaza del prestigio que esta ostent¨®, y que hoy se ha convertido en una caricatura de s¨ª misma.
San Lorenzo/Morante, Talavante, Ure?a
Cuatro toros de Puerto de San Lorenzo, bien presentados, cumplidores en los caballos; nobles y sosos primero y quinto; con calidad, segundo y sexto: Y dos -tercero y cuarto- de La Ventana del Puerto, manso y fiero el primero, y soso y descastado el otro.
Morante de la Puebla: casi entera (ovación); media estocada (silencio).
Alejandro Talavante, que sustituyó a Roca Rey: estocada y un descabello (oreja); estocada caída (silencio).
Paco Ureña: estocada (oreja); estocada caída (oreja). Fue cogido al entrar a matar a su primero, sufrió un fuerte varetazo en la parte alta del muslo derecho y deberá pasar por el quirófano. Álvaro López Azuquita, subalterno de su cuadrilla, fue atropellado contra las tablas al banderillear al tercero y sufre una posible fractura de dos costillas.
Plaza de toros de Bilbao. 26 de agosto. Séptimo festejo de la Semana Grande. Más de media entrada.
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