El flamenco le canta a la memoria hist¨®rica
El cantaor David Lagos presenta en la Bienal de Sevilla una obra musical en la que los estilos denuncian hechos de nuestro pasado
Resulta dif¨ªcil definir la propuesta de un cantaor que no se limita a ofrecer un recital ¡ªlo que le ser¨ªa propio¡ª y presenta un espect¨¢culo que lo contiene (el recital), pero dentro de un concepto musical muy definido y un discurso comprometido hasta la m¨¦dula. La historia demuestra que el cante es libre y abierto, y que en ¨¦l pueden caber muchas cosas, que es cuesti¨®n de trabajarlo, de no limitarse a los esquemas prefijados y de crear con una libertad que no tiene por qu¨¦ suponer infidelidad a una tradici¨®n que se respeta. Ese dif¨ªcil equilibrio ¡ªcon su gravedad y compromiso, con sus m¨²sicas experimentales que no olvidan la ra¨ªz, con dolor y unas gotas de alegr¨ªa¡ª se pudo percibir en Cantes del silencio, el perfilado trabajo que David Lagos present¨® este domingo en la Bienal de Sevilla.
Este cantaor jerezano ya sorprendi¨® en la Bienal de 2018 con el avance de lo que iba a ser su tercera grabaci¨®n, Hodierno, un disco conceptual con fuerte presencia de m¨²sica electr¨®nica. La grabaci¨®n se convertir¨ªa en la inspiraci¨®n y sustento sonoro del espect¨¢culo ?Fandango!, de la compa?¨ªa del bailar¨ªn y core¨®grafo David Coria, que, presentado en la anterior edici¨®n de la cita sevillana, consigui¨® tres premios Giraldillo. Cuatro a?os despu¨¦s, Lagos ha vuelto a Sevilla para presentar su cuarto proyecto discogr¨¢fico, que aborda con un registro musical distinto y con una narraci¨®n que, posiblemente, suponga el m¨¢s valiente y flamenco alegato reivindicativo sobre la memoria hist¨®rica que recordamos. Todo ello construido sobre la base de una rica variedad de cantes que se encuentran insertados en un relato que no deja de sorprender.
Nada m¨¢s empezar, evoc¨® las ejecuciones a garrote vil de la Mano Negra en el Jerez de finales del XIX con una trilla que luchaba con la gravedad creciente del saxo bar¨ªtono en un ejercicio que buscaba la extenuaci¨®n. Sin apenas descanso, tras la denuncia del silencio de las cunetas, se entreg¨® a una creaci¨®n que result¨® central: rescat¨® luctuosos hechos de la Guerra Civil, como la denominada Desband¨¢ de M¨¢laga o los fusilamientos de El Saucejo (C¨¢diz), para reivindicar, en clave de sole¨¢ apol¨¢, que ¡°el Sur tiene su Guernica del que nadie quiso hablar¡±. Una nueva referencia al silencio dio paso a la danza de Isabel Bay¨®n, ¨ªntima y recogida, dolida y muy en sinton¨ªa con la atm¨®sfera creada, intensa y de emociones cruzadas.
A esa altura de la obra, se hac¨ªa necesario un respiro. La salida de Bay¨®n moviendo ya la cadera al son que le marcaba el saxo pudo ser el puente. David a?adi¨® aires alegres con fandangos del folclore de M¨¢laga y, tras el toque de Alfredo Lagos, concluy¨® la tanda con una malague?a. La distensi¨®n, sin embargo, no olvidaba el tema principal y los dos Lagos abordaron una creaci¨®n libre del autor sobre el poema No quitadme la memoria. Sorprendentemente, la interpretaci¨®n concluy¨® con un juego de voces inquietante: un extracto de discurso de Queipo de Llano posterior al golpe de Estado de la Guerra Civil. La voz del general retumbaba a¨²n en la sala cuando apareci¨® Melchora Ortega para poner por rumba un tono festivo en tiempos tan sombr¨ªos. Nadie como ella para el prop¨®sito. Pero el cantaor no cej¨® en el empe?o: con el acompa?amiento del clavicordio de Rojas-Marcos (sus cuerdas pulsadas sonaban a guitarra a?eja) se lanz¨® al cante de la seguiriya para quejarse a La Virgen Macarena y al Jes¨²s de la Sentencia por la permanencia de los restos del general franquista en su bas¨ªlica. Las canti?as acercaron el final con el sabroso baile de escuela que represent¨® Bay¨®n, un elevado trabajo de brazos que dio gusto volver a ver. Llegaron por fin las buler¨ªas de Jerez, con un juego verbal ininteligible del cantaor (Requetereich) y un alegato final contra el silencio y el miedo.
La obra hab¨ªa sido intensa, dura por momentos, pero la satisfacci¨®n art¨ªstica aliger¨® cualquier peso. Con estos Cantes del Silencio, David Lagos ha vuelto a construir una nueva obra con un concepto radicalmente distinto al anterior. Juegan en ella un papel fundamental las aportaciones de Alejandro Rojas-Marcos, Juan Jim¨¦nez y Antonio Moreno, que constituyen un sost¨¦n fundamental en un trabajo con vocaci¨®n experimental. La guitarra de Alfredo Lagos supone el ancla con la tradici¨®n y el cante, pero no solo. En su puesta en escena, las dem¨¢s contribuciones enriquecen el resultado.
Cantes del silencio
David Lagos, cante. Alfredo Lagos, guitarra. Alejandro Rojas-Marcos, piano y clavicordio. Proyecto Lorca: Juan M. Jiménez, saxofones. Antonio Moreno, percusiones. Melchora Ortega, artista invitada al cante. Isabel Bayón, colaboración al baile. Miguel Téllez, palmas. David Coria, asesoramiento escénico. Miguel González, guion, documentalista e historiador. Antonio García Barbeito, colaboración literaria. Daniel Muñoz, audios en off. José Amosa, sonido. Rubén Camacho, luces.
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