Fiesta de la Buler¨ªa de Jerez: m¨¢s de medio siglo a comp¨¢s
El municipio gaditano clausur¨® la 55? edici¨®n de su festival con espect¨¢culos de Manuel Li?¨¢n y Antonio El Pipa
Por la propia naturaleza de la buler¨ªa, este estilo flamenco y la fiesta son t¨¦rminos asociados y complementarios. Si a?adimos al conjunto el nombre de Jerez, la idea se refuerza: desde 1967 se viene celebrando en esa ciudad la Fiesta de la Buler¨ªa (del 15 al 20 de agosto este a?o) creada por la C¨¢tedra de Flamencolog¨ªa y Estudios Folcl¨®ricos Andaluces, 55 a?os de un evento pensado para la exaltaci¨®n de un estilo eminentemente jerezano que en su planteamiento y programaci¨®n siempre ha gozado de una indisimulada mirada local.
Desde su fundaci¨®n, esta magna celebraci¨®n del comp¨¢s ha experimentado una notable transformaci¨®n. Aquellas reuniones multitudinarias en la plaza de toros, que llenaban los tendidos de miles de personas con neveras de playa, son parte de una nostalgia evitable, pues fueron el origen de su decadencia y a punto estuvieron de hacer desaparecer esta fiesta. En 2016, el ayuntamiento de Jerez, responsable de la cita desde 1986, ejecut¨® un dr¨¢stico cambio de modelo. La Fiesta de la Buler¨ªa pas¨® a tener tres d¨ªas (posteriormente se ha prolongado a una semana) con un prop¨®sito definido para cada noche. Una primera dedicada a los j¨®venes artistas locales, la segunda con vocaci¨®n de apertura al exterior y la tercera centrada en el concepto original.
El hecho de que la direcci¨®n de cada una de las noches se encargue a un artista concreto ha ido configurando una buler¨ªa de espect¨¢culos con unidad propia. Se impone ahora un planteamiento esc¨¦nico donde haya espacio para el cante, el toque y, sobre todo, el baile. El reclamo a la fiesta, a la celebraci¨®n coral, no puede, sin embargo, faltar. Y ya no tiene por qu¨¦ ser en el tradicional fin de fiesta: insertada en cualquier momento del espect¨¢culo, su llama prender¨¢ entre los asistentes que parecen esperar ese momento de alegr¨ªa a comp¨¢s.
Es algo que no ignoraba el bailaor y core¨®grafo, Premio Nacional de Danza, Manuel Li?¨¢n, encargado de dirigir la gala del pasado viernes, dedicada a la ciudad de Londres y coproducida por el Flamenco Festival de Miguel Mar¨ªn. De entrada, toda la compa?¨ªa: cante, toque¡ ?y a bailar! Esas breves r¨¢fagas con sello personal que llaman pata¨ªtas, pero que, dentro de un espect¨¢culo grupal, exigen un orden y una simetr¨ªa que no tiene por qu¨¦ enfriar la fiesta. El dominio esc¨¦nico del director se hace palpable tambi¨¦n en la elecci¨®n de la cantaora Dolores Agujeta como ancla con la tradici¨®n. Sus apariciones ponen pausa y gitaner¨ªa. Destacada fue su intensa seguiriya, en el centro de la escena con la guitarra de Francisco Vinuesa. Una estampa que parec¨ªa tan antigua como lo es su cante.
El espect¨¢culo cobr¨® formato de gala, que es de lo que se trataba, con una impecable sucesi¨®n encadenada de intervenciones en solitario: la del jerezano Miguel ?ngel Heredia y la del propio Li?¨¢n, que exhibe su baile no binario con bata de cola y mant¨®n. Enlazando e introduciendo partes, la elegante Magdalena Mannion, procedente de la capital brit¨¢nica. El cante fue siempre brillante, con el grana¨ªno Antonio Campos y los jerezanos David Carpio y Miguel Lavi, que no dieron tregua. Lo mismo que las guitarras de Javier Ib¨¢?ez y el citado Vinuesa, que tambi¨¦n tuvieron momentos para el lucimiento. Tras el descanso, el madrile?o Alfonso Losa expuso su farruca con su reconocida solvencia y la jerezana Gema Moneo hizo lo propio por alegr¨ªas. Estas sesiones que miran al exterior y persiguen la internacionalizaci¨®n de la fiesta, tambi¨¦n traen consigo el intercambio entre artistas locales y for¨¢neos con lo que, por a?adidura, ofrecen un juego de contrastes que se agradece.
La noche grande, la del s¨¢bado, estuvo dedicada al Barrio de Santiago de Jerez y fue dirigida por uno de sus hijos, el bailaor Antonio El Pipa. Si el d¨ªa anterior la mirada fue exterior, en este estaba muy clara la intenci¨®n desde el principio: ¡°Se?oras y se?ores, estamos en Jerez, mire usted¡±, cantaron desde atr¨¢s Reyes Mart¨ªn y May Fern¨¢ndez. Efectivamente, aquello son¨® a Jerez desde su arranque, con todo el elenco en escena. El bailaor fue dando paso a sus invitados, figuras tan del barrio como Vicente Soto Sordera, Luis El Zambo o Juana la del Pipa, junto a ellos, la cantaora sevillana Remedios Amaya, que quiere tanto a Jerez como all¨ª se la quiere a ella, y la bailaora Mar¨ªa del Mar Moreno, fundamental con sus evoluciones toda la noche. Tambi¨¦n el anfitri¨®n quiso presentar a su propio hijo, con el que comparti¨® momentos de baile.
Tras la ronda inicial, Vicente Soto pareci¨® echarse el espect¨¢culo a los hombros con autoridad y arrestos. Cant¨® para las alegr¨ªas de El Pipa que, taurinamente hablando, se recre¨® en la suerte: no en vano vest¨ªa casi de torero, pero con mant¨®n. Celebraba el bailaor sus 25 a?os de compa?¨ªa propia y un aire de auto homenaje se colaba por su danza en algunos momentos. Sordera se encarga de las transiciones, canta por tientos tangos en solitario e introduce el martinete para el baile, primero de Antonio e hijo, y posteriormente de M? de Mar Moreno, que se despleg¨® con intensidad, emoci¨®n y una amplia galer¨ªa de recursos. Otra transici¨®n: las jerezanas buler¨ªas por sole¨¢ de El Zambo y la Juana saben a gloria, dignas para escuchar y respirar. De nuevo El Pipa y M? del Mar aparecen en un paso a dos brioso y alegre para cerrar una larga primera parte.
Remedios abri¨® el tramo final, mas breve, con sus reconocibles tangos de extreme?o acento. Le sigui¨® El Pel¨¦, exmiembro de Navajita Plate¨¢, con su cante inconfundible, y llegamos a lo que se estaba echando en falta: tras unos fandangos del Zambo, la sole¨¢ de El Pipa llevado por el cante de su t¨ªa Juana, que conduce su baile de largos brazos al aire con una complicidad y compenetraci¨®n indestructibles. Fue el cl¨ªmax de una noche marcada por la personalidad del director, pero con aportaciones puntuales que enriquecieron el resultado final.
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