Si los cuernos salieran a cuenta
El asunto del coraz¨®n ha cambiado tanto que debe ser resignificado. Antes ¡°famoso¡± era un adjetivo, ahora es un sustantivo, una categor¨ªa

Recuerdo a Tom¨¢s Llorens, un hombre sabio que respond¨ªa al t¨®pico del hombre sabio, inocente, despistado, sumido en sus saberes de la historia del arte. Deb¨ªa de ser el a?o 1993, se estaba preparando en el Museo Thyssen una exposici¨®n de dibujos de Picasso, y la recorr¨ªamos con ¨¦l, escuch¨¢ndole, aprendiendo. A la hora de la comida, no me pregunten por qu¨¦, sali¨® de mi boca el nombre de Norma Duval, tal vez porque yo escrib¨ªa el guion de las Galas del S¨¢bado, en las que ella aparec¨ªa, y ¨¦l pregunt¨® qui¨¦n era. Se nos dibuj¨®, a mi marido y a m¨ª, una sonrisa, y luego comentamos que era enternecedor y gratificante que alguien tuviera una mente tan ajena al famoseo imperante. Nosotros, en cambio, siempre estuvimos al d¨ªa. Cuando nos ¨ªbamos de viaje compr¨¢bamos en la estaci¨®n una o dos revistas del coraz¨®n, empezando por el ?Hola!, por supuesto, y pas¨¢bamos el viaje mirando las estampas, como antes se dec¨ªa, las casas de celebridades que todav¨ªa sal¨ªan en las revistas por trabajar, algo que ahora ya no es necesario. Lleg¨¢bamos al lugar de destino y las dej¨¢bamos en un banco, como una obra caritativa para alguien aburrido que espera un tren.
El asunto del coraz¨®n ha cambiado tanto que debe ser resignificado. Antes ¡°famoso¡± era un adjetivo, ahora es un sustantivo, una categor¨ªa. Los que alcanzan esa categor¨ªa no precisan haber hecho algo esforzado en el campo de la cultura popular, aunque haya que reconocerles la entrega diaria al arte de agrandar su fama; no es poca cosa, porque han de trabajar duro en redes para que sus seguidores se quintupliquen. Ya no es necesario tampoco esperar a ir a la peluquer¨ªa o a viajar para comprar la revista del gremio: los famosos se han colado por todas partes y ya no se trata de un placer culpable, en absoluto, en el nuevo orden de cosas, usted, ensimismado lector, perteneciente a la estirpe de los tomasllorens, puede enterarse de la separaci¨®n o de los cuernos de esas celebridades, que antes protagonizaban el papel cuch¨¦, en el mismo medio que usted compra para leer sobre el debate fiscal o sobre esos seres extra?os que logran algo de atenci¨®n a costa de pasarse dos a?os escribiendo un libro o componiendo un disco. Pero, descuide, ya se ha encontrado una ingeniosa soluci¨®n para que usted no se sienta est¨²pido por entregarse a estos personajes que se han hecho hueco en nuestras vidas: en vez de relatar la historia de estos personaj¨ªsimos con el burbujeante lenguaje de la prensa rosa, envolvemos el asunto con an¨¢lisis sociales, psicol¨®gicos, y as¨ª el lector se ve leyendo el cotilleo con justificaci¨®n moral, pensando que en el fondo los pobres humanos hemos recurrido siempre a las novelas para evadirnos de nuestra puta vida y esto es m¨¢s o menos lo mismo, o sea, que vendr¨ªa a ser como Madame Bovary, para entendernos, puesto que alimentamos nuestro esp¨ªritu con las intimidades ajenas. Tambi¨¦n sirve para aprender algo de psicolog¨ªa social en situaciones extremas, por ejemplo, c¨®mo comportarse si tu novio se come el pico con otra y lo ven miles de personas, o de orden tecnol¨®gico, ?c¨®mo llega un v¨ªdeo indeseado a tu m¨®vil? Al margen de otras derivadas relacionadas con el ¨®ptimo uso de las redes: ?debemos mantener las fotos con el ex en Instagram? ?Optamos por el recurso estalinista de borrar al indeseable de las fotos de grupo? Yo a¨²n viv¨ª aquella ¨¦poca de los ¨¢lbumes en la que al ex se le recortaba la cabeza en la foto y ah¨ª se quedaba ese ser descabezado. Per omnia saecula saeculorum.
Como se ver¨¢, son muchas las ense?anzas que se han extra¨ªdo de la inclusi¨®n de estos personajes en nuestras grises existencias. Tambi¨¦n se concluye y esto es curioso, que los no famosos sentimos ¨ªntima satisfacci¨®n en contemplar c¨®mo los ricos, que tambi¨¦n lloran, sufren situaciones enojosas. De lo cual, se podr¨ªa deducir que se nos considera crueles, a la par que cretinos, pero cuidado, todo se arregla afirmando que eso ocurre porque es cosa propia de la naturaleza humana. A m¨ª lo que me parece fabuloso y envidiable, y de eso se habla menos, es que cuando un novio te los pone te encuentres rodeada de personas que te aplauden, de micr¨®fonos que te escuchan, del cari?o del pueblo, y que encima tu cotizaci¨®n como personaje del universo medi¨¢tico te eleve el cach¨¦. Si los cuernos salieran tan a cuenta, menos l¨¢grimas habr¨ªamos derramado.
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