¡®R. M. N.¡¯: este retrato de Mungiu de la Europa xen¨®foba contiene una de las mejores secuencias del a?o
Pese a su pegada, la nueva pel¨ªcula del cineasta rumano tarda en arrancar y su turbiedad por momentos resulta demasiado opaca
De todas las secuencias de R. M. N, la nueva pel¨ªcula del rumano Cristian Mungiu ¡ªganador de la Palma de Oro de Cannes en 2007 con 4 meses, 3 semanas, 2 d¨ªas; premio al mejor guion en 2012 por M¨¢s all¨¢ de las colinas, y ...
De todas las secuencias de R. M. N, la nueva pel¨ªcula del rumano Cristian Mungiu ¡ªganador de la Palma de Oro de Cannes en 2007 con 4 meses, 3 semanas, 2 d¨ªas; premio al mejor guion en 2012 por M¨¢s all¨¢ de las colinas, y mejor direcci¨®n en 2016 por Los ex¨¢menes¨C, hay una que condensa el talento de su director y toda la fuerza de este duro filme ambientado en la Rumania profunda, en un peque?o pueblo fronterizo de Transilvania donde tambi¨¦n viven h¨²ngaros y alemanes. Inspirada en un hecho real, la aparente convivencia del pueblo se rompe cuando una mujer contrata para su panificadora local a tres trabajadores de Sri Lanka.
Se trata de una secuencia de 26 minutos que incluye un solo plano de 17 que es todo un zarpazo al tiempo y al espectador. Reproduce una tensa asamblea del pueblo en conflicto y su maestr¨ªa desborda un filme cuyo turbio fondo acaba resultando excesivamente opaco para el espectador. Mungiu nos introduce a trav¨¦s de los bosques hasta un lugar remoto que le sirve de met¨¢fora para exponer el fantasma m¨¢s peligroso que recorre Europa y el mundo: la xenofobia.
R. M. N. es el acr¨®nimo de Resonancia Magn¨¦tica Nuclear, es decir, de esa conocida prueba m¨¦dica que aqu¨ª le practican al padre del personaje principal y que est¨¢ directamente relacionada con el prop¨®sito del propio cineasta, que, a trav¨¦s de la c¨¢mara, le hace una radiograf¨ªa a un grupo humano cuyas c¨¦lulas est¨¢n afectadas por una enfermedad de la que nadie se libra, tampoco los que la han sufrido: esas minor¨ªas que le cierran las puertas a las nuevas minor¨ªas. Desde su mirada cl¨ªnica y distante, Mungiu se pone la bata de fr¨ªo cient¨ªfico y abre las puertas de un laboratorio local que refleja los miedos at¨¢vicos y la ansiedad contempor¨¢nea de un mal universal.
Por desgracia, R. M. N. acaba enredada en demasiados asuntos de peso que, parad¨®jicamente, simplifican el discurso. De entrada, en su esfuerzo por evitar toda empat¨ªa con su personaje principal, Mungiu acaba convirtiendo a este personaje en alguien excesivamente antip¨¢tico y gris. Se trata de un inmigrante en Alemania que regresa a su pueblo rumano despu¨¦s de un altercado con su jefe, que lo insulta con un ¡°vago gitano¡± que planea por todo el filme. Las tensiones familiares y sentimentales de este personaje meten en un mismo saco la masculinidad t¨®xica, la destrucci¨®n de la naturaleza y de la vida animal y los complejos nacionales de pa¨ªses que se sienten de segunda dentro del mapa europeo. Una amalgama que a veces muestra una cara fascinante y compleja y otras se retuerce en un discurso alambicado sin m¨¢s. Contiene, eso s¨ª, 17 minutos que se encuentran entre lo mejor que ha dado el cine en este a?o que termina.
R. M. N.
Dirección: Cristian Mungiu
Intérpretes: Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldován, Rácz Endre, József Bíró.
Género: drama. Rumania, 2022.
Duración: 125 minutos.
Estreno: 28 de diciembre.