¡®La ballena¡¯: demasiada intensidad... y Brendan Fraser

Observo la lista de las pel¨ªculas nominadas al Oscar y me quedo pasmado. Tambi¨¦n me acompa?a el escalofr¨ªo. Hay algunas que todav¨ªa no he visto, aunque mi desconocimiento tampoco me quita el sue?o. Bueno, deposito cierta y comprensible ilusi¨®n ante lo que haya realizado Steven Spielberg hablando de su infancia y los recuerdos de Sam Mendes sobre los cines de su adolescencia. Pero el resto invita a la depresi¨®n. Si esto representa a la mejor cosecha del a?o, es mejor dejar de sentir nostalgia de las visitas a la sala oscura. Me invade la sensaci¨®n del nada por aqu¨ª ni nada por all¨¢.

Los t¨ªtulos de cr¨¦dito de La ballena solo aparecen al final y no pose¨ªa ninguna informaci¨®n sobre ella. O sea, que la veo sin estar acompa?ado de prejuicios (tengo muchos, y son justificados bastantes de ellos) ni de referencias. El ¨²nico escenario en el que transcurre es una casa y casi todo pasa en el sal¨®n. Lo habita un se?or inmensamente gordo (creo que el t¨¦rmino correcto es obesidad m¨®rbida), mortalmente enfermo, desolado, intentando encontrar un poco de paz con su pasado, obtener el perd¨®n de una hija rabiosa que se sinti¨® abandonada por ¨¦l, recordar la plenitud que alguna vez sinti¨® en su atribulada vida, lamentar el da?o que caus¨® a las personas que estuvieron cerca de ¨¦l. Es un profesor que teletrabaja, cualquier esfuerzo f¨ªsico o mental que haga le provoca mucho dolor, es pat¨¦tico. Tambi¨¦n dulce, conmovedor en algunos momentos. Est¨¢ obsesionado con el capit¨¢n Ahab y con Moby Dick, protagonistas de una de las novelas m¨¢s hermosas y sombr¨ªas que se han escrito. Y no para de hablar, aunque tambi¨¦n sabe escuchar.

Lamentando mucho el agonizante estado de este hombre, celebrando que la hermana de su novio suicida le cuide y logre que se sienta menos solo, sabiendo que su hija se despojar¨¢ finalmente de la agresividad hacia su padre, reconociendo la sensibilidad extrema del que quiere ajustar honestas cuentas antes de largarse, no consigo emocionarme demasiado con su tragedia. Existe un tono teatral que me distancia. Hay situaciones y personajes que me resultan forzados. Admito que tiene intensa vocaci¨®n l¨ªrica, pero no me contagia, no me provoca un nudo en la garganta, no me implico demasiado.

Al terminar descubro que la ha dirigido Darren Aronofsky, creador ensalzado hasta el delirio por gran parte de la cr¨ªtica y que generalmente me enerva, con la excepci¨®n de la muy retorcida Cisne negro y la dura y compasiva El luchador. Reconozco que siempre pretende ser original e inquietante, a condici¨®n de que obtenga resultados. En La ballena no hay nada que me irrite excesivamente, aunque tampoco que me apasione. La protagoniza Brendan Fraser. Tambi¨¦n las monstruosas pr¨®tesis que deforman su cuerpo. Pertenece a la galer¨ªa de personajes por los que el Oscar de interpretaci¨®n siempre ha sentido debilidad. Es probable que se lo concedan. Y no ser¨ªa injusto. Su cuerpo asusta, pero su rostro y su voz expresan con talento, sensibilidad y magnetismo variadas sensaciones. Es lo que m¨¢s me gusta de La ballena.