Pablo Messiez: ¡°Estar¨ªa bien que nos qued¨¢ramos mudos una temporada¡±
El dramaturgo argentino se confirma como uno de los grandes autores de la escena en espa?ol con ¡®La voluntad de creer¡¯


Pas¨® de la angustia de creer a confiar en muchas cosas gracias al teatro. Pablo Messiez lleva toda la vida en torno a los escenarios. Como actor, director, autor, maestro, este bonaerense de 48 a?os arrastra juventudes a sus obras, como ocurri¨® en Antes, Las palabras, Las canciones o ahora con La voluntad de creer, una obra maestra de la sugerencia y la catarsis que bebe de Dreyer, Bu?uel, Lorca o Valle-Incl¨¢n. Ha arrasado con ella en Madrid, llenando las naves del Matadero este oto?o y en enero en el Teatre Lliure Barcelona. Si la encuentran programada por ah¨ª en su gira, acudan, destrozar¨¢ su escepticismo para convertirles a la fe del gran teatro.
Pregunta. La voluntad de creer¡ ?En qu¨¦?
Respuesta. Desde los 12 o 13 a?os me entr¨® la angustia de creer en algo que tenga sentido. Me da un v¨¦rtigo horrible. Cuando te juntas con gente con la que puedes compartir fes, creencias o con una pareja, para reforzar la relaci¨®n, se aten¨²a esa angustia.
P. ?Podemos creer en el teatro?
R. S¨ª, porque es la posibilidad que tenemos de juntarnos para crear alternativas. La realidad est¨¢ compuesta de acuerdos, de palabras y eso se da en el teatro.
P. ?Podemos creer en la palabra?
R. S¨ª, debemos.
P. ?Pero si estamos rodeados de mentiras! ?Se encuentra la palabra asediada por la falsedad?
R. S¨ª, pero por eso. Es necesario restituir su poder y romper el v¨ªnculo perverso que la rodea. Las redes sociales han hecho mucho da?o en ese sentido: est¨¢n concebidas para malentenderse, para la confrontaci¨®n. La voluntad de entenderse se ejerce poco. M¨¢s la de imponer tu raz¨®n. El teatro es eso, entrenar convivencia, tratar de comprender al otro.
P. ?Podemos creer en las canciones?
R. ?M¨¢s que en nada! Si ves mi lista de canciones, uno ve que van de lo popular a lo m¨¢s acad¨¦mico. Mezclo.
P. O sea, que cree en el eclecticismo¡
R. Debemos creer en la posibilidad de cambiar el punto de vista propio, pensar que no por ser nuestro es necesariamente bueno.
P. ?Debemos creer en Argentina?
R. No creo mucho en la naci¨®n como concepto.
P. ?En Am¨¦rica, en Europa?
R. Debemos creer en lo humano. A m¨ª me gusta vivir, a pesar de que estemos ac¨¢ como metidos en la mierda. Aun as¨ª, conf¨ªo en que podemos cambiar.
P. ?Podemos creer en la distop¨ªa?
R. Nos va mal tanto relato dist¨®pico. Enlazo esto con volver a reforzar el v¨ªnculo con la palabra. Quiz¨¢s estar¨ªa bien que nos qued¨¢ramos mudos una temporada. ?Eso ser¨ªa la hostia! Aunque ya saben, para los argentinos es dif¨ªcil estar sin hablar.
P. Mudos, no, pero en La voluntad de creer uno ve la sombra de La casa de Bernarda Alba, el encierro, s¨ª anda por ah¨ª.
R. Al empezar, tomamos como modelo Ordette, la pel¨ªcula de Dreyer. Pero algo no flu¨ªa. Nos lanzamos sin esa preposici¨®n y apareci¨® el esperpento. Quer¨ªamos partir de Dreyer y acabamos con Berlanga, Lorca y Valle-Incl¨¢n. Est¨¢ bueno no imponer lo que nos es ajeno para dirigirnos a la catarsis.
P. En su obra, la catarsis, aparece por medio de la incertidumbre.
R. Ah, bueno. Quiz¨¢s.
P. ?Podemos creer en el amor?
R. S¨ª, claro. Estoy enamorado desde hace diez a?os.
P. ?Solo?
R. Con calidad, s¨ª.
P. ?Se puede creer en Dios?
R. S¨ª, se puede. Yo no creo, pero claro.
P. ?Y en el diablo?
R. A priori, no estoy en contra de nada.
P. ?Se puede creer en el apocalipsis?
R. No me parece sano.
P. Como somos una especie egoc¨¦ntrica, creemos que despu¨¦s de nuestro paso por el mundo no hay nada, pero todo continuar¨¢¡
R. ?S¨ª! ?Es eso! Adem¨¢s, ahora, las redes fomentan ese narcisismo. Totalmente. Han cambiado el paradigma y el nivel de narcisismo resulta apabullante. Lo dice alguien que se dedica al teatro, claro.
P. Sus representaciones est¨¢n plagadas de p¨²blico joven. ?Se puede creer en la juventud?
R. M¨¢s que en nada. Necesito creer en ellos. Lo dice un se?or mayor. Son un p¨²blico extraordinario, pero tambi¨¦n me gusta ver que se mezclan las generaciones. En las redes me sigue mucha gente joven, de un rango entre 20 y 25 y mayor¨ªa de mujeres. Me alegro porque yo me veo un viejo chocho, cada vez con m¨¢s man¨ªas.
P. ?Se puede creer en el silencio?
R. No existe. En el teatro, hay pausas, no silencio.
P. ?Se puede creer en la pol¨ªtica?
R. Debemos, a pesar de todo. Ahora mismo da todo mucha pena. Da pereza ver a gente grande que no se mira cuando debate. No puedo dejar de creer en la pol¨ªtica, aunque ahora d¨¦ mucha pena.
P. ?En qu¨¦ m¨¢s?
R. En la gente, en la posibilidad de transformaci¨®n, si no, nos matamos y ya est¨¢.
P. Vamos acabando. En un momento de su obra, quedan en silencio y un int¨¦rprete, suelta: ¡°Est¨¢ pasando el tiempo¡±.
R. Es nuestro capital m¨¢s grande.
P. ?Lo dice porque teme envejecer?
R. S¨ª, bueno, ahora tengo 48, me parece fuerte la movida de llegar a los 50. Aun as¨ª, busco la felicidad.
P. ?C¨®mo una forma de transgresi¨®n?
R. ?Desde luego!
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