Eider Rodr¨ªguez: ¡°Se ha escrito mucho sobre la hero¨ªna, pero preferimos ignorar que el alcohol arras¨® con la anterior generaci¨®n¡±
La cuentista vasca debuta en la novela con ¡®Material de construcci¨®n¡¯, una no ficci¨®n traducida del euskera donde ajusta cuentas con un padre alcoh¨®lico y su desclasamiento
Eider Rodr¨ªguez (Renter¨ªa, 45 a?os) se?ala a un balc¨®n de un bloque de ladrillo de unas cinco plantas al fondo de la que fue su calle durante su ni?ez y adolescencia. ¡°Mi madre todav¨ªa vive en ese piso¡±, dice. Enfrente est¨¢ la sede del PSE-EE y de la UGT de Renter¨ªa (Gipuzkoa). El mismo local que vio arder m¨¢s de 20 veces cuando cruzaba su esquina. ¡°Es la Casa del Pueblo que m¨¢s sabotajes ha sufrido de todo Euskadi¡±, a?ade. Como casi todo lo que dice (y escribe) esta autora, el apunte no es gratuito. Esas llamas de los disturbios que presenci¨® durante su adolescencia, y que tambi¨¦n aparecen descritas en su primera novela en euskera (que sale a la venta hoy en castellano y catal¨¢n), fueron ¡°la chispa que nos faltaba¡±. Un estimulante m¨¢s en su despertar sexual. ¡°Hay una parte er¨®tica y muy sensual asociada a la violencia. Cuando lo vives, el conflicto te interpela de forma identitaria: ?qui¨¦n eres?, ?de qu¨¦ partes est¨¢s? El dolor colectivo te obliga a preguntarte cosas, y si vives una ¨¦poca en la que siempre est¨¢n pasando cosas, en la calle y no en la pantalla, con cuerpos y personas de verdad, esa violencia te inunda. Incluso con tu pareja¡±, aclara, despu¨¦s, sentada en una acogedora cafeter¨ªa de la Alameda, rodeada de jubilados que echan la ma?ana.
Estamos en el antiguo pub Txalaparta, el mismo que en los noventa era el punto de encuentro de chavales de Renter¨ªa que se magreaban en los ba?os y coreaban a Rage Against the Machine o los himnos del movimiento autogestionado vasco. La charla transcurre cerca de la f¨¢brica de papel que hac¨ªa que este municipio oliese mal los d¨ªas de calor por sus gases f¨¦tidos y que ahora asoma rodeada de carriles bici y arboledas. Un horizonte humeante que avergonz¨® a Rodr¨ªguez de ni?a por diferenciar a su ciudad de los coquetos pueblos costeros colindantes. Ya no piensa igual. ¡°Intent¨¦ huir de aqu¨ª a trav¨¦s de la escritura, quer¨ªa embellecer la decadencia, pero ahora entiendo que ese desplazamiento me ha hecho darme de bruces con una toma de conciencia brutal. He entendido que si escribo as¨ª, de esta forma, si me fascina tanto lo sucio, es por mis or¨ªgenes. Eso me ha hecho m¨¢s fuerte¡±.
De eso va, en parte, Material de construcci¨®n, su debut en novela de no ficci¨®n tras su multipremiada carrera como cuentista ¡ªLos destellos, uno de los relatos que conforman Un coraz¨®n demasiado grande, su ¨²ltima antolog¨ªa de relatos traducida al castellano, ser¨¢ adaptado por Pilar Palomero en su tercera pel¨ªcula tras Las ni?as y La Maternal¡ª. En la novela, traducida del euskera original desde este jueves en Random House por ella y Lander Garro (Eraikuntzarako materiala, que se hizo con el premio 111 Akademia) y al catal¨¢n por Pau Joan Hern¨¢ndez en Periscopi, Rodr¨ªguez parte de lo ¨ªntimo para hacer un ejercicio de memoria hist¨®rica. Para desentra?ar a esa Espa?a del pelotazo que enriqueci¨® a tantas familias y despu¨¦s abandon¨®. Para esclarecer qu¨¦ pasa cuando creces en un sitio en el que los dem¨¢s siempre luchan por algo en lo que creen. No importa el bando, pero asumes en silencio que tu padre preferir¨¢ siempre ahogarse en una botella.
Material de construcci¨®n naci¨® de la incapacidad de Rodr¨ªguez de seguir escribiendo cuentos sin ordenar la historia con su padre. El t¨ªtulo, polis¨¦mico, lo ide¨® la bertsolari Maialen Lujanbio. Sirve como referencia al negocio familiar paterno ¡ªvend¨ªa azulejos y materiales de obra en Renter¨ªa junto a sus hermanos¡ª, pero tambi¨¦n funciona visualmente como un reloj de arena para el lector: ¡°Se deconstruye al padre y, al mismo tiempo, se construye a la narradora, que es la hija. Las palabras funcionan como ladrillos. Ambos son monemas en su ¨¢mbito¡±, destaca esta profesora de Lengua y Literatura en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, que ahora reside en Hendaya junto a su pareja y sus dos hijos. Una especialista fascinada por la etimolog¨ªa de las palabras que, hasta que se puso a escribir este t¨ªtulo, solo era capaz de verbalizarlo como ¡°el tema¡± de su padre cuando hablaba sobre esta adicci¨®n con los dem¨¢s.
Dolor sin chantajes
En esta novela de no ficci¨®n (¡°que ni es autobiograf¨ªa porque he hecho un uso literario de algunos recuerdos, ni es autoficci¨®n porque yo no hago ese juego que hace con el yo, por ejemplo, Enrique Vila-Matas¡±) se desarrolla un crudo viaje a la verdad. Un afilado y brillante despliegue, sin trampas ni concesiones emocionales, a trav¨¦s del dolor de haber crecido admirando en la distancia, casi como una notaria, a ese padre borracho. ¡°Nunca lo hab¨ªa pensado, pero ahora entiendo por qu¨¦ siempre he tratado tanto la verg¨¹enza o el secreto de forma tan directa en mis cuentos. Vengo de ah¨ª¡±, relata. Su objetivo era poner sobre la mesa todo eso de lo que no se habla con el resto. ¡°Se ha escrito, filmado y se ha hablado mucho de la hero¨ªna. Se ha politizado y hasta se ha ideologizado. ?Con el alcohol lo hemos hecho igual a nivel social? No lo creo. El alcohol arras¨® con nuestra generaci¨®n anterior, pero hemos preferido ignorarlo¡±, denuncia.
Que el libro se interpretara como una venganza fue uno de los temores de Rodr¨ªguez en este ¡°ajuste de cuentas¡± con sus silencios y con ese patriarca hosco que siempre se emborrach¨® en las afueras del pueblo para no avergonzar a los suyos. ¡°Al acabarlo pens¨¦ que hab¨ªa escrito una aberraci¨®n, pero ahora siento paz porque he entendido que muchos lectores lo han visto como una carta de amor¡±. Lo dice una autora con alergia al chantajismo emocional. ¡°Odio el victimismo. Me saca de mis casillas y, en parte, es una cosa m¨ªa porque s¨¦ que igual no est¨¢ bien pensar as¨ª. Pero no me gustan ni la literatura ni los discursos ni las creaciones victimistas. El otro d¨ªa le¨ªa que la v¨ªctima es el nuevo h¨¦roe en la literatura, pero creo que ese factor anula el di¨¢logo, paraliza toda esa posibilidad. Aqu¨ª, la narradora no es ning¨²n angelito, tambi¨¦n sale mal parada. Eso da legitimidad para ahondar m¨¢s en el dolor¡±, cuenta.
El euskera como ¡°dulce venganza¡±
Estructurado como un diario personal, Material de construcci¨®n se ha ordenado a trav¨¦s de recuerdos y las m¨²ltiples notas a mano que ten¨ªa la autora en sus diarios. ¡°Yo soy m¨¢s anal¨®gica que digital. Escribo m¨¢s r¨¢pido en el ordenador, pero muchos de mis relatos los escribo primero a mano: si escribes m¨¢s lento, las palabras se ordenan y colocan de otra manera. La sintaxis tambi¨¦n tiene que ver con la velocidad¡±, asegura.
El idioma juega un papel crucial, dominando el tono dentro y fuera de esta novela. ¡°Siempre me hab¨ªa jactado de lo f¨¢cil que era traducir mis cuentos, pero hacerlo con esta novela ha sido un infierno. Si lo pude escribir inicialmente en euskera es porque me ayud¨® a tomar distancia con mi realidad. En mi casa siempre hemos hablado en castellano, as¨ª que escribir aquello inicialmente con otras palabras fue menos doloroso. Volver atr¨¢s, con la exactitud de los recuerdos y conversaciones, fue dur¨ªsimo. Gracias a Lander Garro, que fue m¨¢s racional en el proceso, pude hacer ese camino de vuelta¡±, apunta una autora que siempre escribe en euskera porque lo concibe ¡°como una forma de resistencia, igual que el feminismo¡±.
En sus p¨¢ginas, el idioma sirve como marcador social, pero no por el capital cultural o econ¨®mico, sino por el emocional y pol¨ªtico. ¡°Aqu¨ª, la sociedad no asocia el euskera a la nobleza. Crec¨ª viendo a los movimientos de lucha social de izquierdas, y se hac¨ªa en euskera. Mis padres no lo hablaban, pero nos pusieron nombres vascos. Eso fue porque mis abuelos maternos eran inmigrantes de Burgos con conciencia de clase trabajadora y mi padre ven¨ªa de una casa donde mis otros abuelos sab¨ªan euskera, pero a ¨¦l no se lo ense?aron en el colegio. Eso le provoc¨® una sensaci¨®n de p¨¦rdida, de que le hab¨ªan arrebatado su lengua. Ver a sus hijas habl¨¢ndolo y escribi¨¦ndolo fue su dulce venganza¡±, se?ala.
Babelia
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