Una pel¨ªcula rescata el auge mete¨®rico y la brutal ca¨ªda de la BlackBerry, el primer tel¨¦fono inteligente
La Berlinale proyecta una comedia sobre la vida fugaz del aparato electr¨®nico, otro ejemplo de historia de pasiones tecnol¨®gicas de ingenuos inform¨¢ticos devoradas por tiburones capitalistas
Fueron los primeros en lograr que en un mismo dispositivo port¨¢til hubiera telefon¨ªa, mensajer¨ªa, correo electr¨®nico e Internet. Y eran canadienses, lejos de los grandes centros tecnol¨®gicos estadounidenses, fuera del radar hasta que su BlackBerry se comi¨® el mercado. En septiembre de 2011, en su mayor momento de gloria, hab¨ªa 85 millones de clientes usando una de ellas. Pero las pantallas t¨¢ctiles de Apple y sus propias artima?as financieras acabaron con la empresa: en 2016 su negocio se hab¨ªa hundido. De aquel viaje por la locura de ingenieros desbocados en busca de un nuevo reto y de directivos tiburones trata BlackBerry, de Matt Johnson, la primera pel¨ªcula en la competici¨®n en la Berlinale de 2023.
En la presentaci¨®n de la pel¨ªcula, su director, Matt Johnson, que tambi¨¦n ha coescrito el guion y encarna a uno de los ingenieros l¨ªderes, Doug Fregin, el m¨¢s infantil y pasado de los inform¨¢ticos, ha reflexionado sobre una caracter¨ªstica com¨²n a su arte y a lo vivido por la compa?¨ªa Research In Motion (RIM), creadores del dispositivo. ¡°Venimos de la parte angloparlante de Canad¨¢, y es m¨¢s complicado crear all¨ª una identidad propia, como s¨ª ha realizado la Canad¨¢ francoparlante. Nos come Estados Unidos, y el cine canadiense de esta zona es... Es como cuando ves una pel¨ªcula que est¨¢ todo bien pero algo te chirr¨ªa: as¨ª es el cine que creamos en nuestra regi¨®n¡±, reflexionaba ayer viernes. A Johnson le movi¨® la parte sat¨ªrica de la historia, ya que, confes¨®, nunca hab¨ªa tocado una BlackBerry hasta el primer d¨ªa de rodaje. Lo mismo aseguraban algunos de sus compa?eros. Glenn Howerton, que encarna al ejecutivo agresivo que catapult¨® y despu¨¦s hundi¨® la compa?¨ªa, explic¨®: ¡°Nunca tuve BlackBerry por la misma raz¨®n por la que s¨ª la compraron millones de personas. Porque con ella estabas permanentemente localizado. Aunque cuando lleg¨® el iPhone, por supuesto lo compr¨¦. ?Era tan mol¨®n!¡±. Para Jay Baruchel, ¡°la marca fue el orgullo nacional frente a EE UU¡±,
BlackBerry arranca con la b¨²squeda de Doug y Mike Lazaridis (Baruchel), el inform¨¢tico que realmente urdi¨® el dispositivo, de una compa?¨ªa tecnol¨®gica que quiera invertir en su idea: un m¨®vil que reciba correos electr¨®nicos sin colapsar y con eficacia. Y que se fabricara en su pa¨ªs, ya que consideraba que los productos manufacturados en China ten¨ªan muchas posibilidades de ser defectuosos. En una de esas reuniones conocen a un ejecutivo, Jim Balsillie (Howerton), un depredador que les intuye verdes y despistados, y que les despacha sin dudar. Cuando a Balsillie le despiden de esa empresa, decide proponerles al grupo de nerds que le dejen ser consejero delegado y due?o de parte de RIM: a cambio invertir¨¢ dinero en ella (sin saber que ya est¨¢ al borde de la quiebra) y les liderar¨¢ hacia el ¨¦xito sin abandonar Waterloo, en Ontario. Tras las dudas, aceptaron. Se acabaron los juegos de ni?os, saltaron a las canchas de los mayores.
La primera BlackBerry, que se puso a la venta en 1999, pod¨ªa enviar mensajes, entrar en el correo electr¨®nico, enviar y recibir p¨¢ginas web, y adem¨¢s contaba con una agenda. Otra de las claves de su ¨¦xito estribaba en su teclado completo (con ella empezaron a usarse los pulgares para teclear) y un clic sonoro que te ayudaba a saber que hab¨ªas pulsado la tecla. Su gran rival era la agenda electr¨®nica Palm (cuyo consejero delegado, en pantalla, es interpretado por el veterano Cary Elwes, para los cin¨¦filos Westley en La princesa prometida). Poco a poco fueron ganando cuota de mercado gracias a las mejores del software, a poder enviar mensajes que no fueran SMS (que entonces se facturaban a los due?os de los m¨®viles) y a la creaci¨®n en 2003 del primer smartphone. En 2011, el 45% de los usuarios mundiales de m¨®viles usaban blackBerrys. En 2014 ya deb¨ªan 1.000 millones de d¨®lares, y en 2016 casi hab¨ªan desaparecido.
Balsillie es el malo de la pel¨ªcula, el tipo que promete a ingenieros inform¨¢ticos de otras grandes tecnol¨®gicas como Google unos emolumentos ilegales al basarse en valores econ¨®micos de acciones. Su ambici¨®n en otros sectores y esas artima?as en los fichajes hunden a la empresa, investigada por la comisi¨®n nacional del mercado de valores. Eso... y el lanzamiento del iPhone, que jubila a los teclados f¨ªsicos al sustituirlos por inmensas pantallas t¨¢ctiles. BlackBerry ya no era el dispositivo de moda. La fiesta termin¨®.
En la s¨¢tira vista en la Berlinale, Lazaridis encarna al inform¨¢tico genial que es tentado y reclutado por el diablo; y Doug al esp¨ªritu que batalla por conservar las esencias iniciales de la empresa, aquella fraternidad de creadores. ¡°Todo sea con una idea com¨²n en la pel¨ªcula: defender los productos canadienses¡±, bromeaba ante la prensa su director. Johnson ya hab¨ªa lanzado dardos previos contra, por ejemplo, la NASA. Ahora, en este paseo c¨®mico por un auge y ca¨ªda tecnol¨®gico de v¨¦rtigo, su BlackBerry ha dado en la diana, a tenor del recibimiento en la prensa. Aunque haya sido demasiado tarde para la vida del dispositivo.
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