Jon Bilbao, el extra?o narrador de la incomodidad
El novelista ofrece en su ¨²ltima obra, ¡®Ara?a¡¯, otra muestra de un estilo peculiar que mezcla w¨¦stern, inquietudes cotidianas y malestar. ¡°Escribir a golpes de inspiraci¨®n no tiene m¨¦rito¡±, asegura
Durante a?os, Jon Bilbao estudi¨® lo que se esconde bajo tierra. Pero, en realidad, excavaba sobre todo dentro de s¨ª mismo. Aprend¨ªa y aprend¨ªa sobre minas, hasta sacarse el diploma de ingeniero. Tradici¨®n familiar, ilusi¨®n de los padres, estabilidad: el camino parec¨ªa trazado. ?l mismo intent¨® cre¨¦rselo. ¡°Me enga?aba¡±, confiesa. Porque los cub¨ªculos que de verdad quer¨ªa recorrer eran otros. Tambi¨¦n pod¨ªan ser profundos y oscuros. Pero no estaban hechos de piedras, sino de palabras. ¡°Hacia la mitad de la carrera empec¨¦ a escribi...
Durante a?os, Jon Bilbao estudi¨® lo que se esconde bajo tierra. Pero, en realidad, excavaba sobre todo dentro de s¨ª mismo. Aprend¨ªa y aprend¨ªa sobre minas, hasta sacarse el diploma de ingeniero. Tradici¨®n familiar, ilusi¨®n de los padres, estabilidad: el camino parec¨ªa trazado. ?l mismo intent¨® cre¨¦rselo. ¡°Me enga?aba¡±, confiesa. Porque los cub¨ªculos que de verdad quer¨ªa recorrer eran otros. Tambi¨¦n pod¨ªan ser profundos y oscuros. Pero no estaban hechos de piedras, sino de palabras. ¡°Hacia la mitad de la carrera empec¨¦ a escribir, casi m¨¢s por diversi¨®n¡±, recuerda.
El primer relato, al parecer, evocaba la pel¨ªcula La dama de Shangh¨¢i, de Orson Welles: una pareja iba al cine, discut¨ªa, ella acababa en un bar. Siguieron otros. Y, a la vez, continuaron los ex¨¢menes. Llegaron los primeros concursos literarios, pero tambi¨¦n un contrato. Y, entonces, hubo que escoger. Puesto fijo en Repsol, con sueldo presumiblemente intrigante. O la aventura improbable de intentar vivir de los libros. La respuesta se antoj¨® obvia.
Hoy, el t¨ªtulo de ¡°ingeniero de minas¡± ocupa la primera l¨ªnea de la peque?a biograf¨ªa que acompa?a las novelas de Bilbao. Justo despu¨¦s de su lugar y fecha de nacimiento: Ribadesella, 1972. El resto del p¨¢rrafo est¨¢ lleno de t¨ªtulos en cursiva, muchos acompa?ados de sus respectivos premios. Como una historia de terror. El hermano de las moscas. Estr¨®mboli. Basilisco. Los extra?os. He aqu¨ª las razones por las que algunos cr¨ªticos le colocan entre los mejores narradores en espa?ol. Las adaptaciones en marcha para cine y televisi¨®n ¡ªsobre esto Bilbao no puede contar nada¡ª y c¨®mic, de la mano de David Rub¨ªn, ofrecen otro indicio. Y, ahora, Ara?a (editada por Impedimenta, como varias de las anteriores) es la ¨²ltima obra en sumarse a la lista. ?l, al rememorar el periplo, sonr¨ªe: ¡°Podr¨ªa dar muchas razones y ponerme trascendental, pero la verdad es que me hac¨ªa sentir bien. Si escrib¨ªa, me dec¨ªa a m¨ª mismo que hab¨ªa sido un buen d¨ªa¡±.
Puede que sus lectores no experimenten el mismo placer. Porque la prosa de Bilbao atrapa, pero tambi¨¦n incomoda, inquieta, cuestiona. A menudo, sus personajes se encuentran en un terreno incierto, tan lejos del confort como del derrumbe. A medio camino entre serenidad y perdici¨®n. ¡°Lo llamo el agujero negro. No tiene por qu¨¦ ser protagonista, o que los personajes caigan en ¨¦l. Pero siempre que escribo necesito que haya un espacio as¨ª. En la vida me enfrento a un mont¨®n de situaciones que no entiendo¡±, tercia el novelista. Como muestras, un hombre que arrastra un trauma por humillarse en un peculiar concurso televisivo; otro obligado a elegir entre dos ni?as que se alejan en alta mar; o una mujer que no entiende c¨®mo ha terminado llevando a Disneyland Par¨ªs ella sola a los hijos de su pareja.
El ¨²ltimo ejemplo sale de Ara?a. Aunque viene de m¨¢s lejos, ya que Bilbao recupera a las criaturas que han poblado sus libros m¨¢s recientes. Ah¨ª sigue Jon, escritor de mediana edad en crisis y potencial alter ego del autor; tambi¨¦n vuelve su exmujer Katharina; y, por supuesto, John Dunbar, m¨¢s conocido como el Basilisco, pistolero, buscador de oro y de aventuras, cuya vida est¨¢ conectada a la de Jon, pese a que discurri¨® a cientos de kil¨®metros y a?os de distancia. Hace d¨¦cadas, en concreto, en el Salvaje Oeste.
El autor reconoce que le ha cogido cari?o a estos personajes, que le agrada retomarlos. Pero tal vez regrese tambi¨¦n por todo lo que le ha costado llegar hasta aqu¨ª. Aficionado al cine de Sergio Leone y Sergio Corbucci, lector de viejos tebeos llenos de polvo, salones y balas, Bilbao sent¨ªa la llamada del Oeste, pero no se atrev¨ªa a responder. ¡°Tuve que darme permiso a m¨ª mismo¡±, afirma. No quer¨ªa que resultara ¡°una excentricidad¡±; ni tampoco una serie de continuaciones sin sustancia, ¡°un mero divertimiento¡±.
As¨ª que debieron pasar tiempo y oficio hasta que se sinti¨® listo para cabalgar hacia sus deseos. Mientras tanto, adem¨¢s, A lo lejos, de Hern¨¢n D¨ªaz (traducido por el propio Bilbao), o Malaventura, de Fernando Navarro (ambos editados en Impedimenta), han mostrado que se puede escribir de vaqueros tambi¨¦n si has nacido en Buenos Aires o Granada. O, por supuesto, Ribadesella. ¡°Los w¨¦sterns para m¨ª evocan luz, libertad. Y tambi¨¦n fronteras. En el fondo todos los personajes de Ara?a est¨¢n en tr¨¢nsito, igual que el libro, entre pasado y presente, ficci¨®n y realidad¡¡±, explica el narrador.
Su propio estilo, de alguna forma, pisa varias encrucijadas a la vez. Novela, pero casi antolog¨ªa de relatos; literatura de lo muy cotidiano, del terror y hasta de lo fant¨¢stico; de la introspecci¨®n, igual que de sombreros desgastados y espacios inmensos. Y de cuevas, muy presentes en su obra, tal vez como gui?o al pasado minero. Bilbao narra tiroteos y depresiones, una copa en un bar o una epopeya por las grandes llanuras. Quiz¨¢s tanto contraste se resuma en un dato: resulta que un tipo ¡°aracnof¨®bico¡± ha titulado su novela como el insecto que le aterra.
La obra de Bilbao, adem¨¢s, bebe de su trabajo como traductor. ?l considera que es ¡°una clase magistral de escritura. Aprendes trucos y desmitificas: te das cuenta de que todo el mundo comete errores, o tiene repeticiones¡±. Eso s¨ª, no basta. Muchos novelistas insisten en la importancia de aplicarse con constancia, de cultivar el oficio como cualquier otro. Y Bilbao se muestra m¨¢s que de acuerdo: ¡°La rutina es sumamente importante. No tiene m¨¦rito escribir a golpes de inspiraci¨®n. Los momentos en los que est¨¢s exhausto, vac¨ªo, miras lo que hiciste el d¨ªa anterior y solo sientes des¨¢nimo: ah¨ª es cuando cuesta, pero vale la pena seguir¡±.
?Hasta d¨®nde? ?l cree que cada historia tiene su justa medida. La de Ara?a necesit¨® 400 p¨¢ginas. Los extra?os, en cambio, menos de la mitad. ¡°No me gusta percibir que el autor escribe por escribir¡±, lo explica. De ah¨ª que, a la vez, defienda la importancia de despegarse del bol¨ªgrafo o el teclado. De descubrir las obras de otros. De viajar, en su caso, a los lugares que pretende narrar. Y, en general, de ver el mundo m¨¢s all¨¢ de la p¨¢gina impresa. ¡°Hay ¨¦pocas para escribir, y otras para leer y vivir. Ah¨ª est¨¢ lo m¨¢s importante y, adem¨¢s, el principal combustible de la escritura. Si pudiera permitirme dedicarme solo a mis obras, tampoco publicar¨ªa mucho m¨¢s que ahora. Si est¨¢s encerrado en los libros puedes terminar escribiendo sobre ellos en lugar de sobre la vida¡±.
Quiz¨¢s por eso Bilbao apenas mantiene v¨ªnculos con su mundillo profesional. ¡°No creo que tener una vida social literaria ayude a ser mejor autor¡±, asegura. Ante tertulias, eventos y c¨®cteles, por lo visto, prefiere una existencia discreta, en la ciudad que le da apellido. Familia, amigos, sus pasiones, sus libros. En tres palabras: escribir. Leer. Y, sobre todo, vivir.