La novela del w¨¦stern vuelve a la pradera
Escritores como el finalista al Pulitzer Hern¨¢n D¨ªaz abanderan la recuperaci¨®n de un g¨¦nero que naci¨® con vocaci¨®n de adoctrinar y acab¨® siendo una cr¨ªtica al individualismo
En 2018, A lo lejos (Impedimenta), la primera novela de un entonces desconocido Hern¨¢n D¨ªaz, escritor argentino de ra¨ªces suecas afincado en Nueva York, se col¨® entre los finalistas al Pulitzer. Corrieron r¨ªos de tinta sobre la posibilidad de que el w¨¦stern volviese a la palestra. O la posibilidad de que, superados ya todos los prejuicios, en una ¨¦poca en la que los g¨¦neros se desdibujan y desaparecen, se le considerase, m¨¢s all¨¢ de cualquier cosa, literatura. Lo cierto es que el logro de D¨ªaz (Buenos Aires, 47 a?os) era uno repetido. El primer gran antiw¨¦stern de la historia, Warlock, de Oakley Hall, una de las novelas favoritas del ilustre Thomas Pynchon, qued¨® finalista del Pulitzer en 1958. Lo que habr¨ªa sorprendido es que D¨ªaz se alzase exactamente 60 a?os despu¨¦s con el premio, avalando la profundidad de un g¨¦nero que, como apunta el propio escritor, ¡°nunca se fue¡±, sino que, en realidad, ha sido siempre como un faro ¡°de luz intermitente¡± al que los creadores han vuelto una y otra vez ¡°por necesidad¡±.
Valdemar puso en marcha en 2011 una colecci¨®n de western para rescatar los cl¨¢sicos del g¨¦nero in¨¦ditos en espa?ol y empez¨® con los cuentos de Dorothy M. Johnson
Pero, ?qu¨¦ supone esa necesidad exactamente? ¡°Subvertir el w¨¦stern es un modo de intervenir en la historia de EE UU¡±, contesta el autor. Como D¨ªaz, Jon Bilbao, su traductor ¡ªque est¨¢ tambi¨¦n a punto de publicar Basilisco (Impedimenta), su primera incursi¨®n en el g¨¦nero¡ª, est¨¢ convencido de que nada en el w¨¦stern parte de lo real. ¡°Su conexi¨®n con lo que pas¨® realmente es tan d¨¦bil que no puedes evitar ser metanarrativo cuando escribes sobre el Lejano Oeste. Tus referentes son siempre narraciones previas¡±, dice Bilbao (Ribadesella, 48 a?os). ¡°El g¨¦nero popular como tal no lleg¨® a despegar literariamente, nadie se lo crey¨®. El w¨¦stern naci¨® antiw¨¦stern para la literatura, y con un aire revisionista. No fue escrito cuando ocurr¨ªa, es una mirada retrospectiva. El primer w¨¦stern can¨®nico, The Virginian, de Owen Wister, es de 1902¡±, agrega D¨ªaz.
En cualquier caso, entonces a¨²n era ¡°altamente ideol¨®gico¡±. ¡°Le otorgaba una p¨¢tina de glamour, un brillo rom¨¢ntico, a los peores rasgos de la sociedad norteamericana: el machismo, el fatalismo de las armas, el individualismo y su espantosa, genocida relaci¨®n con la naturaleza y los no semejantes¡±, relata D¨ªaz, cuya novela se remonta a una ¨¦poca anterior a la del vaquero. ¡°No hay ninguno en mi historia porque no hay vacas a¨²n, ni cercados. En cierto sentido, el vaquero marca el punto final del Wild West, porque muestra un Oeste ya domesticado en el que la obsesi¨®n principal es la propiedad privada. El w¨¦stern de vaqueros es una oda al capital¡±, dice el escritor.
En eso coincide con Bilbao, para quien las ¡°novelas de a duro¡±, las dime novels estadounidenses, los denostados bolsilibros, ten¨ªan en EE UU ¡°una intenci¨®n adoctrinante: pretend¨ªan comunicar a la naci¨®n que la ley y el Gobierno eran mejores que la libertad individual¡±. Les recordaba ¡°lo peligrosa¡± que ¨¦sta pod¨ªa llegar a ser.
Alfredo Lara L¨®pez, al frente de la colecci¨®n que el sello Valdemar dedica al western, que se abri¨® en 2011 con los relatos de Dorothy M. Johnson (seg¨²n el editor, ¡°el mejor escritor/a de w¨¦stern de la historia¡±), opina que es un g¨¦nero ¡°con tantas obras maestras como el resto¡±.
Lo que ocurre, dice, es que en Espa?a quedaron eclipsadas por la mala fama del bolsilibro. ¡°Yo llegu¨¦ a los cl¨¢sicos del w¨¦stern a trav¨¦s de la novela de aventuras, y me pregunt¨¦ por qu¨¦ nadie negaba la calidad que ten¨ªa el g¨¦nero en el cine, pensando en las pel¨ªculas de John Ford, o en el c¨®mic, pensando en El teniente Blueberry [que dibujaba Jean Giraud, Moebius], y s¨ª en lo literario. Entonces me propuse rescatar esos cl¨¢sicos, en su mayor¨ªa por completo in¨¦ditos en espa?ol¡±, recuerda. Desde entonces ha publicado 22 t¨ªtulos, muchos de los cuales fueron escritos por mujeres como Leigh Brackett. ¡°Su Sigue el viento libre es uno de mis favoritos¡±, dice el editor.
Realismo sucio
Hoy en d¨ªa, no son solo hombres como D¨ªaz o Bilbao quienes recuperan el mito del Salvaje Oeste para desdibujarlo, refundarlo o astillarlo hasta que no quede de ¨¦l m¨¢s que lo que verdaderamente debi¨® ser. Tambi¨¦n lo hacen mujeres como Claire Vaye Watkins (Bishop, California, 35 a?os), en dur¨ªsimos y fascinantes relatos como Las excavaciones o Nevada (Malas Tierras), este con algo que podr¨ªa considerarse un realismo sucio del Oeste. O Mariana Travacio (Rosario, 52 a?os), que explora el w¨¦stern kafkiano en Como si existiese el perd¨®n (Las Afueras). En paralelo, el w¨¦stern tambi¨¦n ha vuelto a cabalgar en las grandes pantallas, con pel¨ªculas como Los hermanos Sisters, de Jacques Audiard, o La balada de Buster Scruggs, de los Coen.
No hay unanimidad respecto a la obra literaria que puso en marcha el g¨¦nero, y hay quien asegura que tal honor no le corresponde al mencionado The Virginian, sino a una novela escrita 30 a?os antes por una mujer, Emma Ghent Curtis: The Administratrix. ¡°Estamos hablando de un g¨¦nero que no es mera evasi¨®n, sino una forma de conocerse a uno mismo¡±, dice Bilbao. De ahondar, sobre todo, en lo que consiste, o consist¨ªa, ser un hombre ¡°sin fisuras¡±. ¡°El vaquero es un destilado de masculinidad. Es un personaje resolutivo, que dispone de muchos recursos en un ¨¢mbito muy limitado porque est¨¢ solo, porque no tiene a nadie que le cuestione. Si parece invencible es porque continuamente evita situaciones que podr¨ªan mermar la imagen que proyecta. Cualquier vaquero que tuviera que enfrentarse al cuidado de sus hijos, o al d¨ªa a d¨ªa de una pareja en la que primase la empat¨ªa, se desmoronar¨ªa¡±, argumenta Bilbao, que explora ese tema en Basilisco, una novela espejo en la que un hombre del siglo XXI, en plena crisis personal, se mira en el cowboy cl¨¢sico sobre el que est¨¢ escribiendo. A D¨ªaz, sin embargo, le interesa m¨¢s el asunto del forastero. Y el desierto, el c¨®mo puede ser alguien considerado extranjero en un lugar en el que las ra¨ªces no existen.
El tiempo sin memoria
El tiempo en un w¨¦stern es siempre, como hoy, un presente continuo sin pasado ni futuro. ¡°La expectativa de vida se situaba entre los 26 y los 28 a?os. No hab¨ªa ancianos, con lo que no hab¨ªa memoria, y el futuro no exist¨ªa¡±, dice Hern¨¢n D¨ªaz. De ah¨ª que en su novela ¨¦l juegue a no conjugar los verbos. Su protagonista, H?kan, un ser casi mitol¨®gico sobre el que se cierne una leyenda de la que ¨¦l mismo no es consciente, vive ¡°perdido en el tiempo y el espacio¡±. Y va, en otro intento de derribar el mito, camino de Nueva York y no de California. En ese trayecto no utiliza a mujeres sino que las mujeres le utilizan, es un objeto de deseo. Y su ¨²nica relaci¨®n afectiva es con un hombre. ¡°H?kan va en contra de la historia en todos los sentidos, y vive tan en la penumbra, en ese mundo primitivo en el que todo era bruma, en que todo lo que pasa le llega como un eco, porque todo pasa lejos¡±, cuenta D¨ªaz, que cree que puede haber una necesidad inconsciente del escritor de esa vuelta a la era de la ficci¨®n incontrolablemente primitiva en un mundo por completo bajo control como el actual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.