Polaroid, la c¨¢mara m¨¢gica que los artistas convirtieron en lienzo en blanco para crear
Una exposici¨®n en la coru?esa Fundaci¨®n Barri¨¦ muestra m¨¢s de 300 im¨¢genes y modelos de la m¨¢quina que revolucion¨® la fotograf¨ªa a mediados del siglo XX y brill¨® como icono pop
¡°?Pap¨¢, por qu¨¦ no puedo ver ya las fotos?¡±. La queja de la peque?a Jennifer por tener que esperar d¨ªas al revelado para disfrutar de las im¨¢genes que le tomaba su padre, Edwin H. Land, durante un paseo veraniego en Santa Fe (Nuevo M¨¦xico), en 1943, llev¨® a este inventor y cient¨ªfico a cavilar una soluci¨®n. Land hab¨ªa fundado en 1937 una empresa llamada Polaroid, pero hasta 1948 no dio con la m¨¢quina que revolucion¨® la fotograf¨ªa. Sin emba...
¡°?Pap¨¢, por qu¨¦ no puedo ver ya las fotos?¡±. La queja de la peque?a Jennifer por tener que esperar d¨ªas al revelado para disfrutar de las im¨¢genes que le tomaba su padre, Edwin H. Land, durante un paseo veraniego en Santa Fe (Nuevo M¨¦xico), en 1943, llev¨® a este inventor y cient¨ªfico a cavilar una soluci¨®n. Land hab¨ªa fundado en 1937 una empresa llamada Polaroid, pero hasta 1948 no dio con la m¨¢quina que revolucion¨® la fotograf¨ªa. Sin embargo, solo seis d¨¦cadas despu¨¦s esa compa?¨ªa era pura ruina. En ese acelerado viaje, Polaroid hab¨ªa sido una pr¨®spera marca, conocida en el mundo por ese objeto que parec¨ªa un juguete y acu?¨® el concepto de fotograf¨ªa instant¨¢nea, el de la imagen que momentos despu¨¦s de disparar asomaba como una lengua sucia por la ranura de la c¨¢mara. En un minuto, la emulsi¨®n gris se transformaba en una imagen (ah, lo de abanicarse con ella para acelerar el proceso era una leyenda, no hac¨ªa falta). El primer lema de aquella magia qu¨ªmica fue: ¡°Dispara y mira¡±.
Las c¨¢maras Polaroid y sus familiares fotos cuadradas de colores que hoy vemos tan retro se auparon como icono pop, gracias a artistas como Andy Warhol, que llevaba casi siempre una encima y durante a?os la us¨® para decenas de pruebas antes de sus retratos. Tambi¨¦n pasaron por las manos de Robert Mappelthorpe, David Hockney o Helmut Newton, entre otros muchos creadores. De la cumbre que alcanz¨® el mundo Polaroid y, sobre todo, de c¨®mo experimentaron los artistas con sus m¨¢quinas y pel¨ªculas se ocupa una exposici¨®n en la Fundaci¨®n Barri¨¦ (A Coru?a), hasta el 9 de julio, que ya ha pasado por Viena, Hamburgo, Berl¨ªn, Singapur y Massachusetts. Aborda una dimensi¨®n m¨¢s all¨¢ del popular uso de esta c¨¢mara en fiestas, bautizos, cumplea?os, bodas¡
M¨¢s de 300 obras de un centenar de autores, diferentes modelos de c¨¢maras, prototipos, documentaci¨®n¡ integran la muestra Proyecto Polaroid. En la intersecci¨®n del arte y la tecnolog¨ªa, organizada por el MIT Museum de Cambridge (Massachussets) y la Foundation for the Exhibition of Photography. En la presentaci¨®n, el 10 de marzo, la comisaria Barbara Hitchcock, que fue directora de Asuntos Culturales en Polaroid, declar¨®: ¡°Esta empresa fue sin¨®nimo de medio creativo, primero en blanco y negro y despu¨¦s en color. El papel Polaroid fue un lienzo en blanco para los artistas¡±. La compa?¨ªa hasta cre¨® un programa de apoyo a creadores, a los que proporcionaba material.
Uno de ellos fue el espa?ol Joan Fontcuberta, premio Nacional de Fotograf¨ªa. ¡°La Polaroid era muy ¨²til en los estudios para los fot¨®grafos para hacer pruebas, un material de ensayo antes de la foto definitiva¡±, dice por tel¨¦fono. ¡°En mi caso, quise aprovecharme de los defectos de este sistema, como que la emulsi¨®n se rayara f¨¢cilmente¡±. De ah¨ª naci¨® su serie de ¡°frotogramas¡± a finales de los ochenta, de los que se expone una pieza: ¡°Con una c¨¢mara antigua de fuelle y una pel¨ªcula especial fotografi¨¦ un cactus. El negativo lo frot¨¦ contra la planta para dejar en ¨¦l sus huellas¡±. Fontcuberta recuerda que cuando mostr¨® su trabajo en Barcelona, ¡°los de Polaroid se echaron las manos a la cabeza porque yo hab¨ªa hurgado en esos defectos¡±. ¡°Me dijeron, te pagaremos el cat¨¢logo, pero no lo ense?es mucho¡±.
Es, sin embargo, una caracter¨ªstica com¨²n a muchas de las piezas de la exposici¨®n: los artistas dejaban las imperfecciones de aquel revelado instant¨¢neo, manchas, diferentes tonos¡ era visto como una se?al de autenticidad. Los artistas parec¨ªan seguir la m¨¢xima de Moholy-Nagy: ¡°Los l¨ªmites de la fotograf¨ªa no se pueden predecir¡±.
Otros ejemplos de esa libertad para experimentar son un montaje realizado en tiras de diferentes copias, titulado Panorama, del escultor Lucas Samaras, o el conjunto de 117 peque?as impresiones de Barbara Crane en tonos rojo y negro, a modo de collage, de 1984.
Mucho antes, la presentaci¨®n en sociedad de la Polaroid hab¨ªa sido en el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias (finales de noviembre) de 1948, en un centro comercial de Boston. Los directivos pensaban que con la Navidad cerca podr¨ªa irles bien. Las 56 c¨¢maras a la venta se agotaron en horas. Hab¨ªa comenzado el boom. En 1957 consiguieron las primeras instant¨¢neas en color.
Las posibilidades de la buena publicidad tambi¨¦n les ayud¨®. ?Qui¨¦n pod¨ªa resistirse al encanto de Ali MacGraw con una Polaroid con su correa balance¨¢ndose de su mu?eca? Se vendieron cuatro millones en dos a?os. La pod¨ªa usar un ni?o, fue la gran democratizaci¨®n del hecho fotogr¨¢fico. La estela lleg¨® a la Luna. Una foto (no hecha con Polaroid) de la exposici¨®n muestra un pedazo de suelo lunar en el que se ve una polaroid envuelta en pl¨¢stico. La dej¨® all¨ª el astronauta de la NASA Charles Duke en 1972. Era un retrato de ¨¦l con su familia. En octubre de ese a?o, la revista Life le dedicaba su portada: ¡°Un genio y su c¨¢mara m¨¢gica¡±. Se ve¨ªa a Land disparando con una pola a un grupo de ni?os entusiasmados.
La rapidez, comodidad y calidad de las im¨¢genes convirti¨® esta m¨¢quina en instrumento para, por ejemplo, renovar el g¨¦nero del bodeg¨®n, como puede verse en las delicadas composiciones del maestro Andr¨¦ Kert¨¦sz. En una, hay una flor con el tallo visto a trav¨¦s del cristal de un vaso boca abajo. Otros llevaron su imaginaci¨®n m¨¢s lejos, como Peter Beard, que manipulaba sus copias escribiendo y pintando sobre ellas, incluso con su propia sangre como pigmento.
En otra pared cuelga un espectacular tr¨ªptico del espa?ol Javier Vallhonrat, a quien la Polaroid le ayud¨® a profundizar ¡°en una filosof¨ªa de la imagen como construcci¨®n, frente a la documentaci¨®n¡±, afirma por tel¨¦fono. Us¨® una enorme c¨¢mara proporcionada por la compa?¨ªa. ¡°Se mov¨ªa en unos carriles y la pel¨ªcula daba una materialidad fascinante, introduc¨ªa unas distorsiones que me interesaban. En realidad, t¨² no tocabas nada, lo hac¨ªa un empleado venido de fuera al que dabas las instrucciones¡±. Del fen¨®meno Polaroid, recuerda: ¡°Se cre¨® una corriente en EE UU y otros pa¨ªses que colocaba la fotograf¨ªa en un mundo h¨ªbrido, cerca de la intervenci¨®n teatral u otros g¨¦neros, para romper las fronteras que hab¨ªa¡±.
Luego est¨¢ el caso de Chuck Clake, que emple¨® esa gran m¨¢quina para retratos, como el que hizo a Hillary Clinton. Era otro g¨¦nero predilecto para la Polaroid, como se ve en el que tom¨® el fot¨®grafo de publicidad Oliviero Toscani en 1974 a Warhol mientras este sosten¨ªa una Polaroid de la que sal¨ªa otro retrato suyo. Puro juego.
El cine fue asimismo pista de ensayo. Est¨¢n las peque?as polaroids de Philippe Halsman para promocionar Los p¨¢jaros, de Hitchcock, quien aparece en una de ellas rodeado de aves; en otra, la protagonista, Tippi Hedren, posa de perfil casi oculta por un pajarraco que despliega las alas a su lado.
Sin embargo, la irrupci¨®n de la fotograf¨ªa digital mat¨® a Polaroid, y eso que hab¨ªa ganado un juicio millonario a Kodak por unas patentes. En los noventa empezaron a caer las ventas, luego llegaron los despidos, las p¨¦rdidas¡ hasta la suspensi¨®n de pagos de 2001. Entonces, la colecci¨®n de fotos de artistas auspiciada por la empresa ¡°superaba las 16.000¡å, apunta Hitchcock. Por suerte para Land, este no vio el derrumbe, hab¨ªa fallecido 10 a?os atr¨¢s. La marca aguant¨® unos a?os en manos de otro grupo, pero en 2006 dej¨® de fabricar las m¨¢quinas. La tragedia para los fans lleg¨® en febrero de 2008, cuando se suspendi¨® la producci¨®n de pel¨ªcula.
El final de este cuento de colores est¨¢ representado por una imagen del recorrido: es el cartel de Polaroid de su sede corporativa en Waltham (Massachusetts), que alguien hab¨ªa pintado con espray negro cuando cerr¨®. Ese r¨®tulo fue convertido en 2011 en una serie de polaroids por S. B. Walker. ¡°Me rompe el coraz¨®n ver esto¡±, confesaba la comisaria. Un mundo desconocido para las nuevas generaciones, como la adolescente que mientras miraba una vitrina de la exposici¨®n se preguntaba: ¡°?Y de esto tan peque?ito sal¨ªa la foto?¡±.